26 octubre 2024

Justificar de forma lógica el aborto



¿Se puede justificar de forma lógica y racional el aborto? La respuesta es sí; vamos a exponer unos puntos que han refutado y desmoronado el repetitivo discurso “próvida” que tanto han vociferado algunos oscurantistas.

Para comenzar, el Principio de Razón Suficiente establece que todo hecho verdadero debe tener una razón o causa suficiente que explique por qué es así y no de otro modo. Aplicando este principio a la justificación del aborto libre y legal desde una perspectiva lógica y racional, se puede argumentar sobre los derechos y la autonomía de la mujer.

Primero: La autonomía de la mujer es un principio clave en una sociedad que defiende los derechos individuales. Impedirle el control sobre su cuerpo sería una violación de esta autonomía. Una mujer tiene el derecho fundamental de tomar decisiones sobre su propio cuerpo y sobre su futuro. La razón suficiente para justificar el aborto sería la autonomía de la mujer como individuo racional, que tiene la capacidad y el derecho a decidir sobre su salud, bienestar y circunstancias de vida.

A los que alegan que el feto es un cuerpo aparte y distinto al de la mujer, quieren evitar reconocer que el feto esta dentro de la mujer y se alimenta del cuerpo de la mujer, por lo que si ella no lo desea, indistintamente de como llegó ahí, debe ser totalmente libre de rechazarlo.   

Segundo: La continuidad del embarazo en circunstancias que generan sufrimiento grave o comprometen la calidad de vida es irracional y contrario al bienestar de las partes involucradas. Las mujeres que buscan el aborto lo hacen por razones realmente trágicas, no por gusto, como haber sido víctima de violación, malformaciones fetales, precarias condiciones económicas o de salud, o situaciones familiares complejas. En estos casos, el Principio de Razón Suficiente se puede invocar para justificar que, en tales contextos, continuar con un embarazo puede causar sufrimiento indebido por no estar alineado con el bienestar general de la mujer o la familia.

Tercero: Dado que el feto en etapas tempranas no tiene capacidad de sufrimiento o conciencia, los derechos de la mujer tienen un peso lógico mayor. En tanto que un ser consciente, su bienestar y decisión tienen una justificación suficiente para priorizarse. En el debate sobre el aborto, el conflicto central a menudo se sitúa entre los “derechos del feto” y los derechos de la mujer. Si reconocemos que, hasta un cierto punto en el desarrollo fetal, el feto carece de conciencia o capacidad de autodeterminación, podemos argumentar que los derechos de la mujer, como un ser autónomo plenamente consciente, prevalecen.

Cuarto: El aborto clandestino pone en riesgo la vida de las mujeres, por lo que legalizarlo reduciría estos riesgos, lo que justifica el aborto desde un punto de vista de la reducción de daños. Si el aborto legal reduce el número de procedimientos inseguros, mortales o peligrosos para la mujer, entonces se podría argumentar que permitir el aborto libre y legal es racional porque minimiza el sufrimiento y el daño innecesario.

Quinto: Las decisiones colectivas en una democracia buscan el bienestar general. La legalización del aborto puede tener justificaciones racionales en términos de salud pública, bienestar individual y social, y la protección de los derechos fundamentales. En una sociedad pluralista y multicultural, las leyes que permiten el aborto libre y legal reflejan el consenso de que las mujeres deben tener la opción de decidir si desean continuar con un embarazo. El hecho de que este consenso esté basado en un reconocimiento de derechos y en la búsqueda del bienestar colectivo refuerza las razones suficientes para implementar este tipo de leyes.

Aunque a nivel federal el aborto ya ha sido despenalizado, existen algunas entidades donde todavía esta prohibido por leyes oscurantistas, retrógradas y obsoletas, que deben de ser revocadas por bien de la sociedad entera, no sólo de las mujeres.

Como vemos, desde un punto de vista lógico y racional se puede justificar el aborto libre y legal en base a la autonomía de la mujer, la reducción de sufrimiento innecesario, la minimización de riesgos para la salud pública, y el respeto al consenso social que reconoce derechos fundamentales. Estos argumentos proporcionan razones lógicas y racionales más que suficientes para apoyar una legislación que permita el aborto en condiciones legales y seguras.

Nadie va a obligar a nadie a abortar, así que dejen de querer meterse en las vidas ajenas, ¿o quieren que los otros se metan en su vida? Ahí se las dejo de tarea. 

16 octubre 2024

La empatía es mejor que la religión



La religión fue un pilar central en la vida de muchas sociedades antiguas, proporcionando un “marco ético”, un sentido de comunidad y aparentes respuestas espirituales a preguntas fundamentales. Sin embargo, en las últimas décadas ha surgido el tema de que la empatía, la capacidad de ponerse en el lugar del otro y comprender sus emociones, puede ser una guía moral mucho más poderosa y más eficaz que la religión.

Mientras que ambos conceptos tienen un profundo impacto en cómo los individuos y las comunidades interactúan y estructuran su comportamiento, es posible argumentar que la empatía, en su forma más pura, ofrece beneficios mucho más directos y universales que la religión.

La empatía es una habilidad intrínseca del ser humano que trasciende las fronteras culturales, ideológicas o religiosas. Es un valor universal. Todos, sin importar su origen o creencias, tienen la capacidad de sentir empatía, de ponerse en el lugar de otra persona y comprender su sufrimiento o felicidad. Este sentido innato de conexión humana permite construir puentes entre personas de diferentes orígenes, y fomenta la cooperación y la solidaridad.

En contraste, la religión a menudo está limitada por las fronteras de sus propias doctrinas y enseñanzas. Las creencias religiosas varían considerablemente, y lo que una religión promueve como virtuoso puede ser visto de manera diferente por otra. Esto puede generar divisiones entre grupos que, en lugar de unirse por su humanidad común, se distancian debido a diferencias doctrinales.

La empatía, sin embargo, no requiere un sistema de creencias particular; simplemente requiere reconocer la humanidad compartida.

Las religiones se presentan como guías éticas para sus seguidores, proporcionando reglas morales que deben seguirse para llevar una “vida correcta” o alcanzar un estado espiritual más elevado. Sin embargo, estas normas están influenciadas por interpretaciones humanas, contextos históricos y políticos, lo que puede hacer que sean rígidas y obsoletas en ciertos aspectos.

Algunas religiones, por ejemplo, han perpetuado o promovido actitudes discriminatorias y de odio hacia ciertos grupos, como las mujeres, los LGBT o personas de otras religiones.

Además, el énfasis en la religión como supuesta “fuente moral” puede llevar a una moralidad tribal, donde el bien se define en función de las creencias compartidas dentro de una comunidad religiosa, en lugar de una moralidad basada en principios universales. Y eso puede crear dinámicas de "nosotros contra ellos", donde las personas de fuera de la “fe” son vistas como supuestos “enemigos”.

Por otro lado, la empatía es flexible y dinámica. En lugar de seguir un conjunto fijo de reglas, la empatía responde a las circunstancias individuales, lo que permite actuar de manera más justa y equitativa en situaciones cambiantes.

Un enfoque basado en la empatía prioriza el bienestar de los demás sin necesidad de una recompensa divina o un castigo moral, lo que lo hace accesible y aplicable en cualquier contexto social.

La empatía tiene el poder de transformar sociedades de manera directa, al poner las necesidades y sentimientos de los demás en el centro de nuestras decisiones y acciones, podemos crear un entorno más inclusivo y equitativo.

Por ejemplo, la justicia social se nutre de la empatía, ya que es a través de la comprensión de las dificultades de los demás que surge la motivación para luchar por sus derechos.

Movimientos sociales y humanitarios, desde la abolición de la esclavitud hasta la lucha por los derechos civiles, han sido impulsados por la empatía hacia aquellos que sufren injusticias.

Mientras que algunas religiones, en teoría, también promueven actos de caridad y compasión, estos a menudo vienen con una expectativa de conformidad a las creencias o normas religiosas. La empatía, sin embargo, no tiene tales condiciones; su único objetivo es aliviar el sufrimiento o compartir la alegría de los demás.

En una sociedad cada vez más secular, donde el número de personas que se identifican como no religiosas está en gran aumento, la empatía emerge como una brújula moral natural. No es necesario ser parte de una religión para practicar la bondad, la compasión o la justicia.

De hecho, un enfoque secular basado en la empatía puede ser más inclusivo y adaptativo, ya que no depende de una creencia en lo sobrenatural, sino de un compromiso con el bienestar humano.

Este enfoque puede fomentar una ética más abierta y colaborativa, donde el bienestar colectivo se coloca por encima de las divisiones ideológicas. El desarrollo de políticas públicas basadas en la empatía, por ejemplo, puede garantizar que se consideren las necesidades de todos los ciudadanos, independientemente de su trasfondo religioso o cultural.

Seamos francos, aunque la religión ha jugado un papel significativo en la historia de la humanidad al “moldear valores” y comportamientos, la empatía tiene un poder único y universal para conectar a las personas más allá de las divisiones que a menudo generan las creencias religiosas.

En lugar de depender de dogmas o recompensas sobrenaturales, la empatía ofrece una moralidad basada en la humanidad compartida, en el entendimiento mutuo y en el deseo de reducir el sufrimiento. Por eso, en muchos sentidos, tener empatía puede ser un camino más inclusivo y eficaz para crear un mundo mejor que el que ofrece la religión.

Ahí se las dejo de tarea. 

11 octubre 2024

En recuerdo a una bruja eslovaca


La ciudad de Bratislava, en Eslovaquia (Slovakia), es una hermosa ciudad que combina lo antiguo con el progreso, donde la seguridad en sus calles y la gran amabilidad de sus habitantes la convierte en un lugar precioso para visitar.

Sin embargo, este bello país que hoy brilla por la perfecta armonía entre lo antiguo y moderno de su arquitectura, tiene un oscuro pasado que ha sabido corregir con sus acciones más recientes.  

En el territorio de Eslovaquia, entre el siglo XV y XVIII, mientras formaba parte del Reino de Hungría, al menos 52 mujeres fueron quemadas acusadas de brujería por la Inquisición católica, según datos obtenidos del Slovak Spectator.

Lamentablemente no existe un registro histórico completo de la caza de brujas en Eslovaquia, ni del número exacto de presuntas brujas quemadas en su territorio. Recordemos que el propio Vaticano en sus propios registros, muy apenas cuenta con 4,000 casos de este tipo durante todo el tiempo que existió el mal llamado “Santo Oficio”.

Sin embargo, el primer hecho bien documentado de una tragedia así en su capital, es el caso de Agatha Toott Borlobaschinová quien fue quemada el 24 de mayo de 1602 frente a la Puerta Michalská (Puerta de San Miguel).

Agáta Toottová Berlobášová, de oficio herbolaria, era originaria del barrio Podunajské Biskupice, y vivió en lo que hoy es la Františkánské Náměstí (Plaza Franciscana). Fue torturada y obligada a admitir que había estado en comunión con un demonio de nombre Peen, que había volado en una escoba y que había cegado a una mujer cosiendo el ojo de un sapo.


Una leyenda local cuenta de que en algunas noches se ve rondar a una dama vestida de negro caminando por sus calles, algunos creen que se trata de Agáta, quien todavía recorre las calles de la hermosa ciudad.

Hoy en día se conmemora a la primera bruja quemada en Bratislava, con una placa en su honor colocada por la Sociedad Eslovaca para el Patrimonio Cultural, “que es un espacio para rendir respeto a todas aquellas mujeres que fueron quemadas en la hoguera, a aquellas mujeres que sufrieron y tuvieron que ocultar su belleza, el conocimiento del poder de la naturaleza, la sabiduría femenina, que hicieron lo mejor que sabían y podían”.

Y como dicen algunos habitantes de esta noble ciudad “Como recuerdo para que los horrores causados por el fanatismo religioso nunca se vuelvan a repetir”.

Hoy en día Bratislava es una ciudad donde la luz de la tolerancia y la amabilidad es la característica principal de sus ciudadanos, de los cuales un 66% son católicos, 20% de otras religiones y un 14% no profesan ninguna religión, en donde los turistas de todo el mundo son bienvenidos a disfrutar de su deliciosa comida y sus bellos palacios.


05 octubre 2024

Constelaciones Familiares: Un timo basado en pseudociencias



Las denominadas "constelaciones familiares" son un enfoque “terapéutico” que ha ganado cierta popularidad en los últimos tiempos, especialmente en los círculos de “terapias alternativas”, pero carecen de toda seriedad.

Fueron inventadas por el teólogo alemán Bert Hellinger en los años 1990´s, y supuestamente eran para resolver conflictos emocionales y problemas interpersonales al explorar supuestos traumas o dinámicas familiares inconscientes a través de dramatizaciones grupales.

Sin embargo, han sido ampliamente criticadas y refutadas por expertos en psicología, psiquiatría y ciencias sociales por carecer de fundamento científico y ser un vil timo basado en pseudociencias.

Son una forma de terapia grupal en la que se invita a los participantes a representar miembros de su familia o aspectos de su vida emocional en un espacio físico como salones o consultorios. Durante las sesiones, un “facilitador” o “coach” guía a los participantes para "revelar" patrones o traumas familiares “ocultos”. La idea es que estas representaciones revelen dinámicas familiares presuntamente inconscientes que influyen en la vida actual de la persona, y al verlas y reconocerlas, se puedan resolver problemas emocionales, psicológicos e incluso físicos.

Pero seamos honestos y francos. No existe ninguna evidencia empírica sólida que respalde la efectividad de las constelaciones familiares. Las ideas en las que se basan, como la de que los problemas actuales son causados por traumas familiares no resueltos en generaciones pasadas, carecen de todo sustento en la investigación psicológica o psiquiátrica. Las constelaciones familiares no cumplen con los mínimos estándares de rigor metodológico, como estudios controlados aleatorizados, replicación de resultados o revisiones sistemáticas, que son necesarios para validar cualquier tratamiento psicológico real.

Además, utilizan conceptos muy vagos y ambiguos como "energía familiar", "campo morfogenético" o "conciencia del clan", términos que no tienen una definición real en la ciencia. Por si fuese poco, las “explicaciones” que ofrecen no son falsables, no pueden ser puestas a prueba para demostrar su veracidad o falsedad, y eso es un rasgo típico de toda charlatanería. Recordemos que una afirmación que no puede ser probada ni refutada carece de valor científico.

Para colmo, en ciertos casos, las constelaciones familiares han sido perjudiciales para los participantes, pues la dramatización de traumas o conflictos familiares en un entorno grupal puede resultar emocionalmente abrumadora, especialmente sin el acompañamiento de un auténtico profesional capacitado. Existen casos bien documentados donde esta práctica ha empeorado problemas emocionales, desencadenado crisis psicológicas, o incluso ha resultado en retraumatización.

Por si fuese poco, las constelaciones familiares a menudo se apoyan en creencias espirituales o metafísicas, como la idea de que el "alma familiar" o el "inconsciente colectivo" influye en la vida de los individuos. Estas creencias no se sustentan en pruebas científicas y suelen utilizarse para justificar las falsas "revelaciones" que ocurren durante las sesiones, lo que puede dar lugar a interpretaciones pseudo-místicas o esotéricas, alejadas totalmente de cualquier enfoque terapéutico basado en evidencia.

Los supuestos beneficios mencionados en las constelaciones familiares pueden explicarse plenamente por el efecto placebo y la sugestión mental. Las expectativas positivas, el contexto de grupo, y la influencia del facilitador pueden llevar a los participantes a sentir una mejoría temporal, que no es necesariamente un indicio de una solución real a sus problemas.

Es crucial que las personas busquen tratamientos basados en evidencia científica real y acudan a profesionales debidamente calificados cuando enfrentan problemas emocionales o psicológicos. La pseudociencia, aunque a veces revestida de terminología terapéutica, puede hacer mucho más daño que bien al perpetuar ideas erróneas y enfoques sin validez sobre la salud mental.

Ahí se las dejo de tarea. 

30 agosto 2024

El humano creó a su dios



Todas las mitologías religiosas dicen que un dios creó al ser humano, pero el estudio y análisis de la historia humana nos enseña que en realidad fue el ser humano quien creó a dios a su imagen y semejanza.

La creación de dioses por parte de los seres humanos ha sido un proceso complejo y variado a lo largo de toda la historia y se ha dado en todas las culturas. Hay varias razones que pueden explicar por qué los humanos han creado y adorado a tantos dioses en el pasado y en el presente. 

En primer lugar es que un dios es la “Explicación de lo desconocido”. Los antiguos dioses suelen ser una forma de explicar los fenómenos naturales, especialmente eventos “inexplicables” o incluso el origen del universo. Recordemos que antiguamente las tormentas, el Sol, la Luna y otros fenómenos naturales eran atribuidos a la acción de ciertos dioses específicos.

Aunque nadie lo puede negar, han servido para tener el control y dictar el orden social. Las religiones y sus dioses históricamente han servido para establecer normas morales y sociales dentro de las comunidades humanas. Incluso hoy en día algunas leyes y “valores morales” se basan en enseñanzas religiosas, aunque en muchos casos no se apegan a la realidad contemporánea.

 

Sin embargo, la creencia en un ser divino ofrece consuelo y esperanza en tiempos de dificultad, proporcionando la ilusión de que hay un propósito o un “plan superior” detrás de los eventos diarios de la vida. Muchas personas encuentran en la “fe” una vía para satisfacer su necesidad espiritual, y explorar preguntas existenciales sobre el propósito de la vida y la muerte. Aunque muchos ven esto en realidad como vacíos existenciales.

Para bien o para mal, las religiones han sido fundamentales en la formación de la identidad cultural de diferentes grupos étnicos. Estas creencias pueden fortalecer la cohesión social y ofrecer un sentido de pertenencia. Por eso los grupos político religiosos siempre son de ideología conservadora, para fomentan el fanatismo ideológico y aprovecharse de eso para imponer sus creencias como leyes.

La creación de dioses a lo largo de la existencia humana ha sido la respuesta a una variedad de temores, necesidades emocionales, sociales y existenciales a lo largo del tiempo. Por eso muchos señalan la frase de “La religión es el opio del pueblo”, pues se ha constatado que en muchos casos lo mantiene sometido y conforme con la mediocridad e incluso con la miseria.

El dios de cada culto tiene las virtudes y defectos que cada cultura necesitó en su momento, pues es el constructo de la imaginación humana que lo creó para soportar la soledad cósmica que algunos llegaron a padecer en el pasado, pero esas ideas se institucionalizaron y siguen perdurando hasta nuestros días.

Nadie tiene la necesidad de creer nada, sólo quien padece vacíos existenciales necesita creer en algo que le de soporte mental a su vida. Quien desea creer en algo porque le da cierta satisfacción o placer es libre de hacerlo, pero no puede obligar a los demás a creer en sus ideas, pues todos tenemos que ser conscientes de que toda deidad es una creación humana.   


28 agosto 2024

La tecnocracia podría sería la solución



Todos los días en las noticias podemos ver reportajes sobre corrupción política, delincuencia organizada, crímenes de odio y demás problemas que la sociedad contemporánea padece en casi todo el mundo.

Unos le echan la culpa al “capitalismo inmisericorde” de algunos empresarios industriales “de derecha” que todo lo manejan como mercancía de cambio, otros le echan la culpa a los movimientos “izquierdistas” por ser progresistas y libertarios, otros dicen que es la idiocracia y la oclocracia que está imponiendo una oligarquía autoimpuesta.  

Y muchos olvidan que allá por el 2019 unos científicos calcularon que la humanidad, no el mundo, podría llegar a su extinción para el año 2050, debido a los problemas de contaminación, guerras y corrupción a nivel global, y que el año 2025 sería el punto de no retorno para la humanidad.

Aquí es donde uno tiene que decir que, lejos de posturas extremistas y radicales, la solución podría ser la tecnocracia, el uso de la ciencias y tecnología para la administración lógica y racional de los recursos.

Pensemos, si nos dejamos arrastrar por ideas que necesitan ser creídas para ser "ciertas" la sociedad se estancara en la mediocridad. Los valores y virtudes humanos no están peleadas con la tecnocracia, todo lo contrario, pues para su funcionamiento correcto exige ser honesto, justo y decente para poder ejercerla.

Muchos le temen a la tecnocracia por parecerles “deshumanizada”. Pero la lógica y la razón están directamente relacionadas a lo netamente humano. Los valores y virtudes no deben ser manipulados por creencias que necesitan ser creídas para ser "ciertas", si eliminamos esas cadenas mentales tenemos los valores y virtudes humanos para todos como deben de ser.

Los valores y virtudes humanas son netamente compatibles y funcionales en una sociedad moderna administrada por la tecnocracia, pues se basan en la empatía humana, no necesitan ser creídos como una ideología. No hay que irse por la tangente con valores “primitivos” tan valorados en la antigüedad, pero no muy funcionales en el mundo moderno.

La historia humana nos enseña que las “filosofías” no son buenas para administrar los recursos públicos, pero ciencias, como la antropología, sí nos da bases más concretas y funcionales, pues se basa en datos duros verificables.

Es una falsedad el creer que la ciencia y tecnología están limitadas por el método científico, todo lo contrario, en realidad es lo que nos da la certeza y la confianza de su funcionalidad, pues no importa que no creamos en ella, es real por encima eso, a diferencia de la religión que no tiene ningún valor si no se cree en ella, pues necesita ser creída (“fe”) para ser cierta, es su gran limitante.

Las ideologías tradicionales (religiones) están basadas en creencias antiguas, como temores e ignorancia, de ahí surgieron sus mitos, pero hoy sabemos que el fuego no es magia, ni el Sol no es un dios, solo es un astro.

El hombre que necesita creer que un mítico ser divino lo observa para ser honesto y decente, es un hipócrita y un farsante. El humano sí puede crecer y avanzar por sus propias virtudes. Refutando un viejo mito, podemos afirmar que un niño sí puede aprender a caminar, y muchas otras cosas más sin su padre, está demostrado y no importa si se cree o no, es la realidad.

Hay un libro muy famoso que dice "la verdad os hará libres" y al menos en eso tiene razón. No somos del todo iguales, nadie lo es, eso está más que demostrado. Pero esas diferencias nos deben enriquecer. Es mucho mejor el que es bueno y justo por convicción que por temor a que lo ve un ser invisible.

Ahí se las dejo de tarea. 

20 agosto 2024

La libertad de culto tiene limites

 


La libertad de culto de unos termina donde comienza la libertad de expresión de todos los demás. Por eso hoy se sabe que la herejía y la blasfemia son derechos humanos, porque representan a la libertad de expresión y a la libertad de pensamiento de todos los demás.

Como ya lo hemos explicado, no se respeta a las creencias, ni a la fe, porque no tienen honor, ni dignidad, sólo las personas son dignas de respeto. Y si las creencias pueden ser "vulneradas" por los actos y dichos de otros, eso significa que esas creencias son endebles y frágiles, por lo que no vale la pena seguirlas.

El debate sobre la libertad de culto y la libertad de expresión es fundamental en cualquier sociedad democrática y pluralista. Por eso son necesarios los encuentros interreligiosos y ecuménicos, para encontrar puntos de unión, no de distanciamiento, entras las distintas ideologías espirituales.

El derecho a profesar y practicar una religión debe de coexistir con el derecho a expresar opiniones y críticas contrarias libremente. Históricamente, la herejía y la blasfemia fueron consideradas como “delitos graves” en muchas sociedades oscurantistas, y eran castigadas severamente debido a la supuesta amenaza a la cohesión social y religiosa.

Sin embargo, en el presente, estos conceptos han evolucionado, igual que la sociedad, hasta hoy ser vistos como derechos fundamentales. La herejía, entendida como la disidencia respecto a creencias establecidas, y la blasfemia, que implica la crítica irreverente hacia lo sagrado, ahora son reconocidas como expresiones auténticamente legítimas de la libertad de pensamiento y de expresión.

Lamentablemente existen grupos político-religiosos que desean imponer sus ideologías de odio que desean imponer una nueva Era Oscurantista, donde las creencias religiosas sean las que dicten las leyes, limitando y restringiendo las libertades y los derechos humanos.

Es esencial distinguir entre respetar a las personas y respetar las creencias religiosas. Las personas merecen respeto inherente por su dignidad y autonomía, independientemente de sus creencias. Sin embargo, las creencias religiosas no son entidades autónomas con derechos propios; son ideas y conceptos que pueden ser debatidos, criticados, cuestionados y hasta refutados en una sociedad libre y abierta.

El argumento de que las creencias religiosas deben ser protegidas de cualquier crítica o cuestionamiento implica una visión de estas como frágiles y endebles. Pero precisamente porque las creencias forman parte del dominio de las ideas, están sujetas a debate y crítica como cualquier otra idea o concepto en el ámbito público.

La fortaleza de una sociedad democrática radica en su capacidad para tolerar y manejar el conflicto de ideas, incluidas las religiosas. Esto implica no solo el respeto a la diversidad de creencias, sino también el derecho a la libertad de expresión, que permite la discusión abierta y el intercambio de puntos de vista divergentes.

Aunque no le guste a algunos, la herejía y la blasfemia hoy son derechos humanos protegidos por leyes internacionales, por lo que todos debemos de proteger la libertad de expresión y de pensamiento, en todas sus manifestaciones. Sean favorables o no a una fe determinada. 

Respetar a las personas implica reconocer su dignidad intrínseca, mientras que la crítica a las creencias religiosas no debe ser vista como una afrenta personal, sino como parte del natural debate intelectual por la búsqueda de la verdad en una sociedad libre y pluralista.

Ahí se las dejo de tarea.

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12 agosto 2024

Ninguna creencia merece ser respetada



Si algo nos ha enseñado la historia de la humanidad, es que sólo los malignos y los perversos se sienten ofendidos con ciertas expresiones de arte que vulneran sus miserias y abismos existenciales.

Siendo que el arte es la expresión humana más elocuente de todas, los de alma oscura siempre se ofuscarán contra lo que rompa sus endebles creencias y choque con su fe basaba en su doble moral.

La historia humana nos ha enseñado que los “defensores de la fe” son gente ociosa que le gusta buscar pleito donde no debe de haberlo.

Pero dejémonos de cosas, y seamos netamente francos en este tema. Las creencias son aspectos fundamentales de la identidad humana, moldeando nuestras percepciones, nuestra fe, nuestras acciones y decisiones. Pero surge una pregunta crucial al respecto. ¿Se deben respetar las creencias o la fe en sí mismas?

Tenemos que ser muy honestos en este punto. Las creencias y la fe carecen de honor y dignidad intrínsecos a si mismas, y eso plantea una perspectiva “provocativa” para las mentalidades cerradas. Pero debemos de entender que la fe y las creencias no son “entidades sagradas” que merezcan respeto automático, sino que son simples constructos humanos susceptibles a la crítica y al cuestionamiento.

Si nuestras creencias y fe pueden ser ofendidas por las palabras y acciones de otros, entonces debemos cuestionar su solidez y su fortaleza.

El respeto se le debe a las personas por el simple hecho de existir, no a sus creencias. Esto significa que, aunque podemos discrepar con las opiniones o valores de alguien, aún así valoramos su dignidad humana y su derecho a sostener sus creencias. Sin embargo, esto no implica que las creencias en sí mismas estén exentas de escrutinio o crítica.

De hecho, la capacidad de cuestionar y debatir ideas es esencial para el crecimiento personal y el progreso social. Alentar el diálogo respetuoso y la crítica constructiva puede fortalecer nuestras creencias y fe, permitiéndonos refinar nuestras perspectivas y profundizar nuestra comprensión.

En muchos casos hay que derrumbar ciertas creencias arcaicas y oscurantistas, para así poder construir una sociedad más justa y solidaria con todos. Las creencias y la fe no son inherentemente respetables; son las personas quienes las sostienen las que merecen respeto. Al reconocer esto, podemos fomentar un ambiente de diálogo abierto y crecimiento mutuo, donde las ideas se pueden cuestionar y refinar sin temor a “ofender”.

Pues si tus creencias se pueden ofender, entonces muy posiblemente no valga la pena continuar siguiéndolas.

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06 agosto 2024

Respetarás a herejes y blasfemos


Yo jamás quemaría un libro que mencione "herejías" o "blasfemias". Un libro no le hace daño a nadie. 

Nunca quemaría a un presunto hereje o a un blasfemo. Su libertad de pensamiento y de expresión es mucho más importante y valioso que cualquier creencia, fe, ideología o religión.

Las creencias, la religión, la fe y las ideologías no tienen ningún honor, ni dignidad, no se les debe ningún tipo de respeto a ellas. Sólo son palabras al aire que por si mismas no valen nada. 

Las personas son mucho más importantes y valiosas que cualquier ideología o creencia que puedan ser vulneradas u "ofendidas" por los actos o dichos de otros.

Si hay alguna creencia, dogma, religión o fe que pueda ser vulnerada u ofendida por actos o palabras de terceras personas, entonces esa es una fe débil, una religión débil, una creencia o dogma débil, que no merece ser seguida ni respetada por nadie.  

Y a final de cuentas la herejía y la blasfemia son derechos humanos inalineables de toda persona libre. Y no pueden ser limitadas por debilidades de creencias sobrevaloradas.  

El odio de los autonombrados "conservadores de derecha" es una muestra de ese cáncer maligno que padece la sociedad actual, que se puede denominar como neo-oscurantismo ideológico, en el cual se da preferencia a creencias supersticiosas y mitológicas por encima de los derechos y libertades humanas.

Repito, para que quede bien claro, las creencias y la fe de las personas no se respetan. Se respeta a las personas, no a sus creencias o fe. Si tu fe y tus creencias pueden ser ofendidas por los actos y palabras que otros hagan, entonces debes de poner en duda tu fe y tus creencias por ser tan endebles y débiles.

Si tus creencias y tu fe te ordenan despreciar y odiar a quienes no las sigan, entonces esas creencias y tu fe, merecen morir en el olvido y el silencio. En la libertad de ser esta la verdadera luz, y la oscuridad esta en las cadenas de la mente. Apréndete esa. Ahí se las dejo de tarea.

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28 julio 2024

¿Cómo poder demostrar que no existen seres sobrenaturales?


Es una pregunta muy recurrente en muchos debates en redes sociales entre escépticos y los creyentes de mitologías de índole sobrenatural. Varios colegas nos pusimos a revisar esta cuestión y obtuvimos una posible solución a esta reyerta.

Para comenzar, como ejemplo, el demostrar que no existen los duendes, los ángeles o los unicornios, al igual que demostrar la no existencia de cualquier otra entidad, esto en apariencia representaría un desafío epistemológico y lógico algo considerable.

Pero existen ciertos puntos clave que se pueden considerar al abordar esta cuestión, la primera sería la Carga de la Prueba. En lógica y en filosofía de la ciencia, la Carga de la Prueba siempre recae en quien hace una afirmación positiva.

Si alguien afirma que los duendes o las hadas existen, es la obligación de esa persona proporcionar evidencia que respalde su afirmación. No es tarea de los demás demostrar que los duendes y hadas no existen. Y el no poder hacerlo, refutaría su pobre afirmación.

Es muy común que los creyentes en mitos utilicen la Falacia de la Inversión de la Carga de la Prueba, que es exigir que alguien demuestre la no existencia de algo. Esto es similar a pedirle a alguien que demuestre que no hay una tetera orbitando entre la Tierra y Marte, por mencionar el ejemplo de la "tetera de Russell".

La ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia, pero en el contexto de los seres “sobrenaturales”, la falta de cualquier evidencia empírica, documentada y verificable para su existencia, es un fuerte indicio de que muy probablemente no existan. De hecho, se puede alegar como postulado que, la evidencia de su ausencia es prueba de su inexistencia en el mundo real.

Recordemos que el Método Científico se basa en la observación, la hipótesis, la experimentación y la repetición para la verificación de datos. Hasta la fecha, no hay evidencia científica, ni de ninguna otra, que apoye la existencia de seres sobrenaturales, ya sea ángeles, duendes, hadas, unicornios, dragones o dios.

Todas las investigaciones serias y verificables en campos como la biología, la física, la química, la astronomía, la antropología y la zoología, no han encontrado ningún rastro de estas entidades.

Volviendo al ejemplo de los duendes, que son generalmente descritos como criaturas míticas en varias culturas, sus características y comportamientos varían ampliamente según la tradición. Esta falta de una definición coherente y consistente “dificultaría” cualquier intento de búsqueda seria y científica. Pero si nos centramos en una definición concreta, ahí la cosa cambia, y es mucho más sencillo indagar sobre ella.

Sin embargo, la falta de evidencia o pruebas para los duendes es similar a la falta de evidencia para otras entidades míticas como los unicornios, dragones, sirenas o ángeles. No se considera necesario demostrar la no existencia de estas criaturas para aceptarlas como simples seres mitológicos.

Dentro del campo de la investigación se conoce el concepto de la Navaja de Ockham, que es un principio que sugiere que de entre dos hipótesis que explican los mismos hechos, la más simple suele ser la correcta. La hipótesis de que los seres sobrenaturales no existen es más sencilla y congruente con el conocimiento actual del mundo.

No se puede probar con certeza absoluta la no existencia de algo en términos universales. La “certeza absoluta” es arrogancia, y la ciencia no es arrogante. Sin embargo, la falta de evidencia, junto con principios lógicos y metodológicos, sugiere fuertemente que los seres sobrenaturales sólo son una creación de la mitología y la cultura popular, más que una realidad observable.

Ahí se las dejo de tarea.


25 julio 2024

El agua con sodio es más sana



A pesar de las modas alimenticias de tomar agua sin sodio, beber agua con sodio puede ser mucho más beneficioso que beber agua sin sodio para una correcta hidratación. 


Todos deberíamos saber que el sodio es uno de los principales electrolitos en el cuerpo humano. Hay que recordar que los electrolitos son minerales que llevan una carga eléctrica y son esenciales para muchas funciones corporales, incluida la regulación del balance de agua, el mantenimiento de las funciones nerviosas, musculares y la estabilización de la presión arterial.


Por si fuese poco, el sodio ayuda a regular la cantidad de agua en las células y en el espacio extracelular. Sin sodio, el cuerpo puede tener dificultades para retener agua adecuadamente, lo que puede llevar a una deshidratación más rápida. El agua con sodio facilita la absorción de líquidos a través de las paredes del intestino hacia el torrente sanguíneo.


Por lo que durante actividades físicas intensas, o en situaciones donde hay una alta pérdida de sudor como el ejercicio en climas calurosos, se pierde una cantidad significativa de sodio junto con el sudor. Reponer el sodio junto con el agua es crucial para evitar desequilibrios electrolíticos que pueden causar calambres musculares, fatiga y otros problemas de salud.


Muchos no saben, pero el sodio es vital para la transmisión de impulsos nerviosos y la contracción muscular. Mantener niveles adecuados de sodio en el cuerpo asegura que estas funciones continúen de manera eficiente, especialmente en situaciones de estrés físico al practicar algún deporte.


Como cosa rara, debemos de saber que sirve para la prevención de la hiponatremia, que es una condición en la cual los niveles de sodio en la sangre son anormalmente bajos. Esto puede ocurrir cuando se bebe una cantidad excesiva de agua sin sodio, diluyendo los niveles de sodio en el cuerpo. Esto puede ser peligroso y provocar síntomas como náuseas, confusión, incluso convulsiones y en casos muy graves puede causar entrar en coma. 


Los que hemos practicamos deportes de alto rendimiento, hemos constatado una peculiar diferencia que hay entre tomar agua normal con socio y tomar agua sin sodio, en un hecho muy simple, el agua sin sodio no te quita la sed, sólo te llena el estómago de agua. 


El gran auge de tomar agua sin sodio, a pesar de los beneficios del sodio para la hidratación adecuada, puede atribuirse a varios factores, entre ellos las preocupaciones por la salud cardiovascular, ya que el sodio en exceso está asociado con la hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares.


Muchas personas buscan reducir su consumo de sodio para controlar la presión arterial y disminuir el riesgo de enfermedades del corazón. Beber agua sin sodio puede ser una forma de reducir la ingesta total de sodio en la dieta.


Pero las modas alimenticias y tendencias en “salud”, a menudo promueven productos etiquetados como “light” sin ciertos ingredientes, como los sin azúcar, sin grasas, sin gluten, como una opción “más saludable”. El agua sin sodio erróneamente se presenta como una opción "pura" y "limpia", alineada con estas tendencias.


Las empresas de agua embotellada (que no producen agua, sólo botes de plástico) han promocionado el agua sin sodio como una opción “superior”, aprovechando la falsa percepción de que el agua sin aditivos es mejor para la salud. Pero como ya sabemos, el marketing efectivo puede influir significativamente en las elecciones de los consumidores.


Sin embargo, algunas personas siguen dietas bajas en sodio por razones médicas. Para estas personas, cada fuente de sodio podría sumarles problemas, por lo que prefieren minimizar su ingesta total.


Por otro lado, algunas personas creen que consumir sodio puede contribuir a la retención de líquidos y la hinchazón de su cuerpo. El agua sin sodio es vista como una forma de evitar este problema, aunque esto es más relevante en el contexto de una dieta alta en sodio en general.


Hay personas que, en algunos extraños casos, prefieren el sabor del agua sin sodio, ya que la consideran como “más suave”. Aunque en realidad el sodio en el agua generalmente no afecta significativamente el sabor, y la percepción individual del sabor puede variar mucho.


En algunas regiones el agua de la llave puede contener niveles de sodio mucho más altos debido a la alta salinidad natural de la zona. Y para ellos el tomar agua embotellada sin sodio puede verse como una forma de garantizar una calidad de agua más controlada.


En pocas palabras, mientras que el sodio en el agua puede ser beneficioso para una correcta hidratación, especialmente en situaciones de alta actividad física, la tendencia hacia el consumo de agua sin sodio se debe a una combinación de preocupaciones de salud y marketing. Es importante balancear la ingesta de sodio según las necesidades individuales y el contexto de la dieta según el estilo de vida de cada persona.


¡Salud!

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15 junio 2024

¿Por qué la gente cree en ángeles y fantasmas?



A pesar de que no existe ninguna evidencia de la existencia de ángeles, fantasmas, duendes y hadas, mucha gente sigue creyendo en ellos como si se tratara de seres reales de nuestro mundo.

Hay varias razones por las cuales las personas continúan creyendo en ese tipo de seres mitológicos. Algunos lo hacen por herencia cultural y tradición, muchas de estas creencias se transmiten a través de generaciones como parte de la cultura, la religión y la tradición de una sociedad en particular. La influencia cultural puede ser muy poderosa y persistente en algunos casos.

En muchas ocasiones, las creencias en seres mitológicos surgen como explicaciones para fenómenos desconocidos o inexplicables. La necesidad de explicación es lo que ha impulsado a algunos a crear estos mitos. Por ejemplo, la creencia en fantasmas puede surgir como una forma de entender las apariciones inexplicables o los sonidos extraños.

No hay que confundirlo con la falsa “necesidad de creer en algo”. El ser humano no necesita creer en nada, por su propia naturaleza inquisitiva el ser humano lo que busca es explicaciones a todo, pero algunas veces por ignorancia y por temor, nuestra mente inventa explicaciones “fuera de nuestro alcance”, porque así nos pareció adecuado en ese momento.  

Por otro lado, para algunas personas, la creencia en dios, ángeles u otros seres sobrenaturales puede brindar consuelo o esperanza en momentos de dificultad o pérdida. La idea de que existe un poder superior o seres benevolentes que cuidan de ellos les puede ser muy reconfortante en momentos difíciles.

Para algunas personas, las experiencias personales, como presuntos avistamientos de ángeles, demonios o supuestos encuentros con duendes o fantasmas, pueden reforzar su creencia en estos seres. Estas experiencias son muy subjetivas y difíciles de explicar de manera objetiva, pues siempre se cae en el terreno de la superstición y la mitología.  

Muchos de esos casos, de aparentes encuentros, se dan en circunstancias muy “especiales”, como crisis emocionales, pero debemos ser muy realistas en esto, muy frecuentemente los sentidos son fácilmente engañados por nuestras emociones y por nuestra imaginación, de ahí surge la famosa frase de “sólo se ve lo que se quiere ver”, ya sea para bien o para mal.

Como ya explicamos, las creencias en los seres mitológicos pueden surgir de la necesidad humana de encontrar sentido a la vida y el deseo de trascendencia. La idea de que existen seres sobrenaturales, como un dios y sus ángeles, que trascienden la realidad terrenal, puede proporcionar un sentido de conexión con algo más grande que uno mismo.

Las creencias en seres preternaturales o sobrenaturales persisten por una variedad de razones, que van desde la influencia cultural hasta la necesidad de encontrar consuelo y sentido en la vida, aunque en muchos casos también es por tratar de rellenar vacíos existenciales en las vidas de esas personas.

Aunque estas creencias no estén respaldadas por evidencia científica, siguen siendo significativas para muchas personas en todo el mundo. Transmitir esas creencias forma parte del folklor de muchas regiones del mundo, pero nunca se debe de intentar de imponer a la fuerza a otros, pues recordemos que sólo son creencias, no son realidades.

Y la creencia vive hasta que choca con la realidad.

Que tengan una desmitificante noche.

14 junio 2024

Nunca existió la Nada



En el vasto y misterioso universo, la idea de la "Nada" ha fascinado a filósofos, científicos y pensadores durante siglos. Pero, ¿qué significa realmente la "Nada"? Y más intrigante aún, ¿ha existido alguna vez? Basándonos en la Ley de Conservación de la Materia, vamos a hacer un pequeño análisis de esto para explorar esta profunda duda.

Recordemos que una teoría científica es la explicación de un fenómeno natural ya demostrado, como la teoría de la evolución, y la ley científica es la descripción de un fenómeno natural constatable, como la ley de la gravedad. 

Para entender cómo esto se relaciona con la idea de la "Nada", es crucial considerar la Ley de Conservación de la Materia. Esta ley fundamental en la física establece que la materia no puede ser creada ni destruida, solo transformada, y eso fue demostrado por el científico francés Antoine Lavoisier en 1785. 

Esta ley señala que en cualquier sistema aislado, la cantidad total de materia y energía permanece constante a lo largo del tiempo, incluso durante eventos cósmicos monumentales como un Big Bang o un Big Crunch.

Esta ley nos dice que, si seguimos la evolución de todo lo que constituye nuestro universo, desde la energía oscura hasta las galaxias, estrellas y planetas, siempre encontraremos que la cantidad total de materia y energía se conserva.

La evolución natural del universo entero quedó demostrada con la Ley de Información Funcional Creciente, que señala que donde si una configuración novedosa, en cualquier sistema o plano de la naturaleza, va bien y mejora su función, entonces evoluciona.

Ahí es donde la Teoría del Big Bounce (Gran Rebote) nos viene a la mente. Una fascinante propuesta en cosmología que sugiere que nuestro universo actual es el resultado de un ciclo eterno de expansión y contracción. En otras palabras, el universo se recicla. 

En esta visión, después de que el universo se expanda hasta cierto punto, comienza a contraerse bajo la influencia de la gravedad. Esta contracción eventualmente culmina en un "Big Crunch", una densidad infinita donde toda la materia y la energía del universo se colapsan en un punto singular.

Sin embargo, en lugar de ser el final definitivo, este punto marca un nuevo comienzo. En lugar de un Big Bang singular, se postula que este punto de densidad infinita da lugar a un "Big Bounce", una nueva expansión que inicia otro ciclo cósmico. Este proceso continúa indefinidamente, creando una serie de universos en ciclos sucesivos de expansión y contracción.

Entonces, ¿cómo se relaciona esto con la idea de la "Nada"? Desde la perspectiva de la Teoría del Big Bounce y la Ley de Conservación de la Materia, parece que la Nada pura, en el sentido de una ausencia total de todo, no puede haber existido. Incluso en el punto de máxima contracción durante un Big Crunch, donde toda la materia y la energía están comprimidas en un espacio infinitesimal, la cantidad total de estas entidades sigue existiendo.

En el contexto de los ciclos del Big Bounce, la Nada pura sería una ruptura de la Ley de Conservación de la Materia, lo cual es incompatible con nuestra comprensión actual del universo. Cada fase de expansión y contracción está marcada por la transformación de la materia y la energía, pero nunca por una creación a partir de la Nada absoluta.

Por momentos esto recuerda al mito de la creación y destrucción repetitiva del mundo que narran algunas civilizaciones antiguas, como el mito del “Quinto Sol”. 

Así hemos llegado a una conclusión intrigante, basándonos en la Teoría del Big Bounce y la Ley de Conservación de la Materia, parece que la Nada, en el sentido de una ausencia total de todo, es un concepto que nunca pudo existir en nuestro universo.

Nuestro cosmos parece estar atrapado en un ciclo eterno de transformación, donde la materia y la energía continúan cambiando de forma, pero nunca se crean de la Nada absoluta. Esta idea desafía las creencias e ideologías sobre lo que significa el "no existir", planteando cuestiones aún más profundas sobre la naturaleza de la realidad y los aparentes límites de nuestro entendimiento.

En el tejido cósmico, entre los ciclos de expansión y contracción, parece que la Nada nunca ha sido y quizás nunca será más que un concepto abstracto en las mentes de aquellos que buscan entender el universo y nuestro lugar en él.

Entonces si nunca existió la Nada, por lo tanto, nunca existió un dios creador del todo. 

Ahí se las dejo de tarea. 

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05 junio 2024

Lo divino no es lo desconocido



Como dijo el gran físico estadounidense Lawrence M. Krauss, "La falta de entendimiento de algo no es evidencia de dios, sino evidencia de una falta de entendimiento”. Y así es.

Esta idea nos debería de invitar a reflexionar sobre la relación entre el desconocimiento que se tiene sobre el mundo y la atribución gratuita a lo “divino”. La frase en si misma encapsula la esencia del pensamiento crítico contemporáneo y la necesidad de abordar la ignorancia con auténtica humildad y curiosidad científica. 

Krauss, conocido por su trabajo en cosmología y física teórica, abordó con contundencia la tendencia humana de llenar los vacíos de conocimiento con explicaciones divinas. De ahí surge el llamado “dios de los huecos” tan recurrido por algunos creyentes que ponen a su dios donde ellos no conocen las respuestas. 

Al señalar que la falta de comprensión de algo no constituye evidencia de la existencia de un “ser supremo”, se destaca la importancia de la educación académica integral y el método científico para explorar y comprender el mundo que nos rodea. 

Tenemos que reconocer y aceptar la responsabilidad de todos aquellos que buscan, o que buscamos, comprender la realidad. En lugar de recurrir a explicaciones sobrenaturales para llenar los vacíos en nuestro conocimiento, nuestro pundonor nos debería de desafía a profundizar en la investigación y a emplear la razón y la evidencia empírica. 

Este enfoque, según la mayoría de los investigadores científicos, no solo amplía nuestro entendimiento, sino que también desmantela las nociones simplistas que buscan atribuir lo desconocido a lo divino. 

En última instancia, debemos dejar de lado a la pereza mental y recordar de que la exploración intelectual y científica del mundo que nos rodea es un camino valioso para superar la ignorancia y expandir nuestro conocimiento. 

En lugar de contentarnos con respuestas fáciles y cómodas, debemos abrazar la incertidumbre como un catalizador para la búsqueda incesante del conocimiento de la realidad, reconociendo que la falta de entendimiento no es un llamado a la fe ciega, sino una oportunidad para aprender y avanzar en nuestro entendimiento del universo. 

Ahí se las dejo de tarea.

25 mayo 2024

El show de la falsa espiritualidad


Hay quienes se ponen a rezar en las calles para que la gente las vea, para aparentar ser muy "espirituales" o "religiosos", pero la historia y la vida nos ha enseñado que en realidad quien presume de su fe, o de su religión, es que en realidad carece de virtudes y valores humanos.

En el trasfondo de nuestras sociedades, se observa una tendencia preocupante a la exhibición de la “fe” o la “religión” como una herramienta de autopromoción en lugar de ser un camino hacia la virtud, el bien y la compasión.

Este fenómeno se manifiesta de diversas formas, desde la ostentosa oración de rodillas en plena vía pública hasta las declaraciones mediáticas de devoción religiosa. Sin embargo, debajo de esta fachada resplandeciente, a menudo yace una carencia alarmante de valores humanos fundamentales.

Esto ya es muy común verlo en los políticos de derecha conservadora y en los grupos promotores del fanatismo religioso. La práctica de rezar en las calles, no por devoción genuina, sino por el deseo de ser visto y admirado, o incluso para hostigar a ostros con los rezos, refleja una preocupante distorsión de la espiritualidad.


Esta exhibición pública de falsa “piedad” puede parecer impresionante a primera vista, pero al escudriñar más allá de la superficie, revela una motivación profunda y netamente egoísta. Aquellos que recurren a tales actos buscan más la validación externa que una conexión espiritual con “lo divino”.

La verdadera esencia de la fe y la espiritualidad radica en la humildad, la compasión y el servicio desinteresado a los demás. Sin embargo, cuando la fe se convierte en un espectáculo para la galería pública, se despoja de su poder transformador y se convierte en una mera herramienta de vanidad y autoafirmación.

Es fundamental comprender que la autenticidad religiosa no se demuestra mediante grandilocuentes gestos exteriores, sino a través de una vida de valores morales y éticos sólidos. La verdadera virtud no busca el reconocimiento público, sino que florece en la modestia y la integridad. Aquellos que constantemente alardean de su fe, probablemente están tratando de compensar una falta de autenticidad en sus acciones cotidianas, o tratan rellenar un abismo existencial en su interior.

En lugar de buscar la aprobación externa a través de una exhibición vacía de religiosidad, es hora de redescubrir el verdadero significado de la fe. Esto implica un compromiso profundo con la introspección, el crecimiento espiritual y la aplicación práctica de los valores enseñados por la mayoría de las tradiciones religiosas, como el amor, compasión, justicia y empatía.

La verdadera espiritualidad se manifiesta en las pequeñas acciones cotidianas, por ejemplo, en el cuidado por los demás, en la búsqueda de la justicia social y en el compromiso con la bondad y la compasión. En lugar de buscar atención y admiración en las calles y las redes sociales, deberían de esforzarse por vivir sus vidas de acuerdo con los principios más elevados de su fe, de manera discreta pero significativa.

No buscando imponer sus creencias a la fuerza en una comunidad que ya las ha abandonado por el progreso y el conocimiento, pues por esos actos de soberbia y arrogancia, alejarán mucho más a esa comunidad que buscan impresionar.

En última instancia, el verdadero valor de la religión no radica en cuánto se puede mostrar al mundo exterior, sino en cuánto se puede transformar las vidas propias y las de quienes les rodean. Ese es el verdadero misticismo espiritual.

Dejemos de lado la vanidad y la ostentación, y abracemos la humildad y la autenticidad en nuestro viaje espiritual. Solo entonces encontraremos la verdadera plenitud y significado en nuestras creencias espirituales, ya sean religiosas o no religiosas.

Ahí se las dejo de tarea.