20 diciembre 2024

Violencia contra los niños y religión



La violencia física contra los niños sigue siendo un problema persistente en muchas familias alrededor del mundo. A pesar de los avances en el reconocimiento de los derechos de los niños y las legislaciones que buscan protegerlos de maltratos, existen familias donde la violencia física como parte de la “disciplina”, sigue siendo una práctica muy aceptada. Un dato preocupante es la correlación directa entre la proporción de violencia física permitida contra los niños y la ideología cristiana en ciertas familias.

En comunidades con fuertes tradiciones cristianas, la educación de los niños está influenciada por creencias muy específicas. Algunas de esas creencias respaldan el uso de métodos disciplinarios severos, incluida la violencia física, como una forma de “enseñar” a los niños el respeto, la obediencia y la moralidad.

Un pasaje clave en la Biblia que se cita con frecuencia es Proverbios 13:24, que dice: “El que retiene el castigo odia a su hijo; el que lo ama lo disciplina con diligencia”. Esta frase ha sido usada como respaldo al castigo físico, y ha dado lugar a la idea de que golpear a los niños es una forma de “amor” y cuidado paternal.

Mientras que algunos sectores dentro del cristianismo defienden estas prácticas, otros han promovido una visión más amorosa y no violenta de la crianza, argumentando que el castigo físico está en contradicción con los principios fundamentales del cristianismo, como el amor, la compasión y el perdón.

La violencia física contra los niños, incluso en forma de “golpes moderados”, puede tener efectos devastadores a largo plazo. Estudios han demostrado que el castigo corporal está asociado con un mayor riesgo de problemas emocionales, psicológicos y conductuales en los niños, incluidos trastornos de ansiedad, depresión y agresión. Además, el uso de la violencia como método disciplinario puede perpetuar un ciclo de maltrato, ya que los niños pueden aceptar estos comportamientos y, en su futuro, repetirlos con sus propios hijos.

A pesar de la evidencia en contra, algunas comunidades continúan utilizando el castigo físico, y esto se ve más intensamente en aquellas regiones donde la ideología religiosa sigue siendo predominante. En estos contextos, ellos “justifican” el uso de la violencia como un “medio necesario para asegurar el orden”, lo cual contribuye a la perpetuación de estas prácticas.

En ciertas comunidades, la ideología religiosa actúa como una barrera importante para el cambio social. A menudo, los defensores del castigo físico argumentan que el “método bíblico” de crianza es parte integral de su identidad cultural. Esta visión es apoyada por algunos influencers religiosos que desinforman sobre los riesgos del maltrato infantil y refuerzan la idea de que la violencia física es parte de la enseñanza cristiana.

En familias donde la ideología cristiana es más opresiva están menos dispuestas a aceptar las ideas de expertos en derechos humanos y salud mental, lo que limita la implementación de políticas públicas en favor de la protección infantil. Esta resistencia al cambio se ve reflejada también en gobiernos donde el cristianismo conservador tiene una gran influencia.

Para reducir la violencia física contra los niños en comunidades donde la ideología cristiana sigue teniendo un impacto fuerte, es fundamental abordar tanto las creencias religiosas como las prácticas educativas. Esto implica un enfoque que combine la educación en derechos humanos, el fortalecimiento de las políticas públicas y un diálogo interreligioso que promueva una interpretación más inclusiva y no violenta de los principios cristianos.

Una de las claves para este cambio radica en la promoción de métodos alternativos de disciplina que sean respetuosos con la dignidad del niño, como el tiempo fuera, el diálogo y la enseñanza de habilidades emocionales. Además, es fundamental involucrar a líderes religiosos progresistas que puedan ofrecer una visión diferente y mucho más compasiva de la crianza, acorde con los valores cristianos de amor, justicia y respeto por la vida humana.

El cambio no solo requiere una transformación en las prácticas educativas y las políticas gubernamentales, sino también una revisión de las ideas que justifican la violencia como un medio de enseñanza. Solo así se podrá proteger a las futuras generaciones de los efectos destructivos del maltrato infantil en todas sus formas, asegurando que los niños crezcan en ambientes más seguros y saludables.

Por eso es imprescindible el cuestionar todas esas creencias, y refutarlas de ser necesario, y así promover una visión más compasiva y respetuosa de la crianza, que no solo se base en el amor y la justicia cristiana, sino también en el respeto absoluto por los derechos y el bienestar de los niños.

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19 diciembre 2024

Conservadores y charlatanes

 




Ciertos estudios sugieren que hay marcadas diferencias entre como los conservadores y los progresistas procesan la información. Hay que saber que los “conservadores de derecha” tienden a ser más propensos a los charlatanes en ciertos contextos.

La tendencia a caer en narrativas de charlatanes, bulos y desinformación depende en parte en la orientación académica, política y religiosa, pero también está influenciada por una combinación de factores psicológicos, culturales, y contextuales.

Las personas con ideologías conservadoras tienden a sobrevalorar la tradición, la “estabilidad” o el “orden”, lo que puede hacerlas más receptivas a mensajes que apelan a la preservación de un mítico "orden natural".

Los charlatanes suelen explotar estos valores, presentándose como defensores del statu quo o como guardianes contra cambios percibidos como amenazantes.

Investigaciones en materia de psicología han encontrado que los “conservadores” tienden a mostrar mayor sensibilidad a hipotéticas amenazas percibidas, como la inseguridad o la pérdida de identidad cultural.

Los influencers charlatanes y desinformadores a menudo usan tácticas basadas en el miedo, como señalar un enemigo común o exagerar riesgos, para ganar influencia sobre este grupo.

Los conservadores a menudo desconfían de instituciones que sean contrarias a su ideología, como los medios de comunicación, las universidades y los académicos expertos en ciencias naturales, ya que los ven como parte de un sistema que promueve cambios contrarios a sus “valores”.

Esta desconfianza puede abrir la puerta a los influencers timadores, figuras alternativas que se presentan como "anti-élite" o "auténticas", incluso si carecen de argumentos con evidencia verificable o credenciales que avalen su experiencia en algún tema.

Recordemos que los charlatanes suelen adoptar un estilo simple, directo y muy emocional, que resuena con personas que buscan soluciones claras a problemas complejos y que cuadren con su ideología. No les gusta razonar, sólo tener la razón.  

Este estilo puede atraer a los jóvenes conservadores más que a los progresistas, quienes en general están más abiertos al análisis, al pensamiento crítico, y a los cambios estructurales.

Como dato interesante, en muchos contextos, el populismo, que es una estrategia que apela al pueblo, como la “vox populi vox dei”, frente a las “élites”, está mucho más asociado con líderes de derecha política y conservadores. Eso lo podemos ver mucho en países con presidentes que presumen ser los “mesías” de su nación.

Este tipo de populismo puede usar narrativas manipuladoras que apelan al sentido de pertenencia y enfrentamiento contra los que no opinen igual. Por eso los próvida, los terraplanistas, los antivacunas y demás teóricos de la conspiración y la desinformación tienen tanto éxito en las redes sociales.

La propensión de los conservadores a los charlatanes no es más una cuestión de cómo los valores y sesgos cognitivos pueden ser manipulados en diferentes contextos. Los conservadores son vulnerables a las narrativas que apelan a sus emociones y creencias, aunque estas vulnerabilidades se manifiestan de distintas maneras.

La clave para solucionar este problema está en fomentar el pensamiento crítico y el acceso a información verificable para todos. Ellos no son problema, es como procesan la información.

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05 diciembre 2024

Las creencias religiosas bajo la lupa



Algunos piensan que criticar sus creencias es un acto de intolerancia, pero en una sociedad plural y democrática, las ideas, incluyendo las religiosas, no pueden estar exentas de escrutinio.

La dignidad y el honor son cualidades estrictamente inherentes a los seres humanos. Nacen de nuestra capacidad de razonar, sentir y actuar con autonomía moral. Las creencias son constructos intelectuales, creados y sostenidos por las personas.

Las creencias religiosas, por más antiguas o “sagradas” que sean para algunos, no poseen voluntad, conciencia ni capacidad de sufrir. De hecho, como está demostrado, son plenamente manipulables según los intereses del líder del culto. Por lo tanto, no pueden reclamar derechos ni exigir respeto en el mismo sentido que las personas.

El respetar a las personas significa reconocer su derecho a creer lo que deseen y a expresarse libremente. Sin embargo, este respeto no implica la aceptación incondicional de sus ideas ni la obligación de abstenerse de criticarlas. Si aplicáramos el respeto absoluto a las creencias religiosas, como en la antigüedad, terminamos por restringir el espacio para el debate, la reflexión y el progreso. Volveríamos al oscurantismo.

Cuando se otorga un respeto excesivo a los símbolos religiosos, frecuentemente se hace a costa de los derechos fundamentales de las personas. Como el caso de la Virgen de Guadalupe de acero que fue puesta en la cima de la Loma Larga, en Monterrey, que fue en contra de la voluntad de los vecinos del lugar.

Desde un inicio y hasta la fecha, las creencias religiosas han sido usadas como pretexto para justificar la discriminación, la opresión y la violencia. Desde la persecución de minorías hasta la censura de ideas contrarias, las historias de abuso en nombre de la fe son innumerables.

El proteger las ideas religiosas mediante leyes que limitan la libertad de expresión es absolutamente abominable, pues al hacerlo privilegiamos un sistema de ideas por encima de la crítica legítima y sofocamos la capacidad de cuestionar estructuras que pueden ser opresivas o retrógradas.

Es importante diferenciar entre la crítica a una creencia y el ataque a una persona. Criticar una creencia religiosa no es despreciar a quienes la profesan. Todo lo contrario, la crítica es una forma de diálogo que fomenta la comprensión y la evolución intelectual. Una sociedad madura debe ser capaz de separar a las personas de sus ideas y permitir el libre examen de todas las creencias, sean religiosas, políticas o culturales. Recordemos que la ciencia siempre está bajo revisión, por eso avanza y progresa.

Respetar a las personas significa garantizar que puedan vivir libres de coerción, violencia o discriminación, independientemente de sus creencias. Significa asegurar que tengan derecho a expresarse, pero también a ser desafiadas y cuestionadas sin que esto sea percibido como una amenaza a su humanidad.

No debemos confundir la protección de las personas con la inmunidad de sus ideas frente al escrutinio. Las creencias y símbolos religiosos, por ser construcciones humanas, están sujetos al mismo análisis crítico que cualquier otra idea. Es a través de este cuestionamiento como podemos avanzar como sociedad y así construir un mundo mejor, mucho más equitativo.

Las personas siempre merecen respeto por su dignidad intrínseca. En una sociedad democrática, debemos proteger a las personas por encima de toda creencia religiosa. Así garantizamos la libertad y la sana convivencia. Es lamentable que en pleno siglo XXI tengamos que señalar esto tantas veces y tan seguido.

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03 diciembre 2024

La leyenda del golem de Praga

 


La ciudad de Praga, considerada por muchos como la ciudad más bella del mundo, tiene una misteriosa y antigua leyenda que narra en parte de las tribulaciones que en el pasado padeció el pueblo judío en aquellas tierras.

Esta historia narra que allá en el siglo XVI, en el Reino de Bohemia (hoy República Chequia), existía un terrible rumor creado por el odio de ciertos católicos en contra de los judíos, que hoy en día se le conoce como las “Calumnias de la sangre” o los “Libelos de sangre”.

Este falso rumor consistía en acusar a los judíos de secuestrar a niños cristianos para sacrificarlos en la festividad judía del Pésaj, que es la celebración de la liberación de los esclavos hebreos y su salida de Egipto, narrada en el Libro del Éxodo de la Biblia.

Los católicos, de aquella época, contaban que los judíos torturaban al niño o adolescente cristiano, arremedando el juicio y martirio de Jesús, en donde después de darle de latigazos, clavarlo en una cruz y ponerle una corona de espinas, lo terminaban matando con una lanza o espada. Pero todo esto era una falsedad para generar odio y temor contra los judíos.


Según cuenta la leyenda, ante esta campaña malintencionada para causar rencor contra esa comunidad, el gran rabino Judah Loew, quien era un hombre muy sabio, y según algunos era todo un experto en la kábala y posiblemente también en la alquimia, al ver tanto odio antisemita en aquella ciudad, decidió crear a un protector de su comunidad. Y así decidió construir al golem.

El golem era una estatua hecha de barro, pero que por medio de distintos procedimientos y rituales arcaicos, cobraba vida, y podía hacer todo tipo de tareas manuales por su descomunal fuerza, entre ellas darle mantenimiento a la antigua Sinagoga Altneuschul, hoy más conocida como Sinagoga Staronová, lugar donde, según dice la leyenda, el rabino construyó al golem. Pero también se encargó por un tiempo de defender a los habitantes del Barrio Josefov (que era el barrio judío), de Praga, de los ataques de los fanáticos católicos.

El único problema era que a pesar de su enorme fuerza, el golem no era inteligente y no podía hablar, y se limitaba a cumplir ordenes de manera sistemática o robótica. Se dice que incluso una vez se le ordenó llevar agua al barrio y lo terminó inundando.


Por estas razones, y debido a que los ataques de los católicos se redujeron por el miedo que le tenían al golem, a final de cuentas el rabino decidió desactivarlo, y según se cuenta, sus restos siguen resguardados en el ático de su sinagoga, por si algún día fuera necesario revivir al golem para que vuelva a defender a su comunidad del odio ajeno.

Hoy la bella ciudad de Praga es una ciudad de paz y armonía, donde su impresionante arquitectura deslumbra a todos sus visitantes, en donde su población, hoy mayoritariamente atea, recibe con toda su amabilidad a los turistas de todo el mundo. 

Y por si fuese poco, en algunas tiendas uno puede adquirir figuras del legendario y temido golem.       

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