En pleno siglo XXI, cuando la humanidad ha alcanzado avances tecnológicos y científicos sin precedentes, resulta paradójico y alarmante que persistan formas de discriminación tan arcaicas como la homofobia.
Algunos fanáticos religiosos han osado afirmar que "no existe la homofobia", una declaración que no solo carece de fundamento, sino que también ignora deliberadamente una triste y persistente realidad. La homofobia, entendida como el miedo, odio o discriminación hacia personas homosexuales, no solo existe, sino que sigue siendo una lacra social que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Según el informe de ILGA (Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex) de 2023, en al menos 69 países aún se criminaliza la homosexualidad, y en 11 de ellos, la pena puede llegar a ser la muerte. Estos datos, sumados a los crecientes reportes de crímenes de odio contra la comunidad LGBT, demuestran que la homofobia no es una invención, sino una dolorosa verdad que debe ser confrontada.
La patraña de que la homofobia no existe es, en el mejor de los casos, una muestra de ignorancia, y en el peor, un intento deliberado de minimizar el sufrimiento de las personas LGBT. La discriminación basada en la orientación sexual se manifiesta de múltiples maneras, desde la más sutil hasta la más violenta.
En muchas regiones del mundo, las parejas del mismo sexo aún no gozan de los mismos derechos legales que las heterosexuales, como el matrimonio o la adopción, lo que perpetúa una desigualdad sistémica. Pero la homofobia no se limita a la discriminación legal o laboral; también se traduce en violencia física y verbal.
Según la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, en 2023, el 38% de las personas LGBT en Europa reportaron haber sido víctimas de acoso o violencia en los últimos cinco años. En América Latina, la situación es aún más grave; la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) registró más de 300 asesinatos de personas LGBT en 2022, muchos de ellos motivados por el odio.
Estos actos de violencia no son incidentes aislados, sino parte de un patrón global de intolerancia que desmiente rotundamente la idea de que la homofobia es un mito. Si bien la libertad de religión es un derecho fundamental que debe ser respetado, esta no puede ser utilizada como excusa para justificar la discriminación o el odio.
La historia nos ha enseñado que las creencias religiosas han sido malinterpretadas en numerosas ocasiones para perpetuar injusticias, desde la esclavitud hasta la segregación racial. Algunos conservadores repiten este error al utilizar la religión para negar los derechos y la dignidad de las personas LGBT. Sin embargo, es crucial recordar que la verdadera esencia de cualquier fe debe ser el amor, la compasión y el respeto por la dignidad humana, no la exclusión ni el desprecio.
Negar la existencia de la homofobia no solo es una patraña, es un acto de crueldad hacia quienes la padecen a diario. La evidencia es abrumadora, la homofobia es real, tangible y destructiva. Combatirla requiere no solo reconocer su existencia, sino también tomar medidas concretas para erradicarla.
Es imperativo que, como sociedad, nos eduquemos sobre las realidades que enfrenta la comunidad LGBT, que apoyemos políticas inclusivas y que rechacemos cualquier forma de discriminación, venga de donde venga. La lucha contra la homofobia no es solo una cuestión de derechos humanos, sino de decencia básica.
En un mundo que aspira a la igualdad y la justicia, no hay lugar para el odio disfrazado de fe o “tradición”. Es hora de que todos, independientemente de nuestras creencias, nos unamos para construir una sociedad donde el amor y la aceptación prevalezcan sobre el miedo y la intolerancia.
Ahí se las dejo de tarea.
https://www.facebook.com/BelduqueOriginal/
https://bsky.app/profile/belduque.bsky.social
https://www.threads.com/@vidalbelduque