Este mes que termina nos ha dejado muchas enseñanzas, hemos repasado la historia de nuestro país, y sin querer. ¿Querían conspiraciones? Pues tomen sus conspiraciones, a ver que solucionan con ellas. Aunque lo que deberían de hacer es: Ponerse a trabajar.
Entre otras cosas sabemos que el bello oficio del periodismo en México sigue siendo un trabajo de alto riesgo, no ha mejorado nada las condiciones de trabajo para los trabajadores de las noticias en el país, ni sus prestaciones sociales ni su seguridad, la gran mayoría siguen al amparo de a ver quien les ayuda para seguir cumpliendo nuestra labor lo más profesional y objetivamente posible.
Lamentablemente hay de periodistas a “periodistas”, sí, esos que defienden al actual régimen político a capa y espada, pero sin argumentos sustentables ni pruebas de que exista la mejoría que tanto se nos presumió. Son chairos (individuo inculto y manipulable por sus carencias existenciales) pero con chaleco de reportero.
Pero también los hay quienes sí cumplen la noble labor con honestidad y franqueza, como tiene que ser siempre. Y de ellos aprendimos que ningún presidente tiene el derecho, ni la libertad de dar su opinión personal sobre cualquier asunto durante un evento oficial, como una rueda de prensa o una conferencia anunciada por su oficina de comunicación social y prensa.
Mucho menos tiene el derecho para insultar o denostar en contra de quienes lo cuestionan o ponen en duda sus actos y dichos, eso es abuso de poder y es generar corrupción. No se puede tener ninguna autoridad moral si no se actúa con ética. El presidente de una nación simplemente es un servidor público más, no es dueño del país, ni es ningún rey, ni un obispo como para rendirle algún tipo de veneración. Solo es un funcionario público más, si quiere opinar a título personal sobre algo, para eso son las "entrevistas banqueteras" o las de estudio.
España no se tenía que disculpar de nada pues ya lo había hecho desde el siglo XIX, y el Papa o el Vaticano tampoco, pues ya habían pedido perdón por sus atrocidades cometidas durante el período del “Santo Oficio” o Inquisición, que aunque no lo quieran reconocer muchos, la llamada “leyenda negra” es más real y cruda de lo que los fanáticos pro-hispanistas desean aceptar.
Ok sí, los mexicas y otras culturas cometían actos “terribles” como mutilaciones y canibalismo, y veneraban a muchos dioses “monstruosos” según los conquistadores, pero ellos inculcaron el odio interreligioso contra toda creencia que fuera ajena a las de ellos, al grado de cometer el barbarismo de querer encarcelar o ejecutar, por distintos medios, a quienes no creyeran en sus supersticiones y mitos. Sí, eso es salvajismo “civilizado”.
Lo del idioma y apellidos es mera consecuencia de la colonización, hubiera sido lo mismo si hubieran llegado los irlandeses o daneses y colonizaran aquí. Pero las ideas de odio, la hipocresía y la xenofobia las aprendimos de esos colonizadores. Les guste o no, es la cruda realidad. Pregúntenle a los indígenas de las distintas comunidades que existen todavía en nuestra nación, y les darán una amplia explicación que ellos no peleaban por cultos o religiones, hasta que se les enseñó a odiar a los que no creyeran en lo mismo.
Y es lo que esta pasando ahora, los fanáticos del régimen “post-neo-liberal” odian a todo aquel que no crea en sus mismas ideas, pero tampoco se ponen a trabajar para que se crea en ellos, prefieren discutir, pelear o censurar a todo aquel que no siga sus ideales, aunque la evidencia señale que son netamente errados. A ese nivel de incompetencia social estamos llegando.
Si tus ideas no las creen los demás y no tienes argumentos para sustentarlas, deja de querer debatir pues saldrás perdiendo ante la cruda realidad, mejor ponte a trabajar para que aquel sueño que tanto te vendieron a ti y a todos, se haga una prospera realidad para nuestro país, y para el mundo.