29 noviembre 2019

Vandalismo no es revolución, solo es vandalismo


El vandalismo no se puede justificar, mucho menos con falacias y sus sofismas, es un vil y vulgar ataque a la sociedad. Es casi comparable con un acto de terrorismo, con la única diferencia de que en estos hay pérdidas de vidas humanas. Utilizar el vandalismo para protestar por algo como los derechos o libertades, es convertirse en aquello que se supone quieren combatir.

Dañar construcciones ajenas a los opresores o acosadores no es protestar, es atacar a la comunidad. Mucho menos atacar a la prensa, ya sean hombres o mujeres que acuden a cubrir esas marchas, pues ellos van para constatar y dar a conocer lo que ahí ocurre. Y si una mujer o un hombre agreden a una persona, quien sea, esa persona está en todo su derecho de defenderse de la forma que sea necesaria para estar a salvo de más agresiones, sin importar si el agresor es hombre o mujer. Todos valemos lo mismo por ser humanos.

Las marchas son para exigir orden, seguridad y protección, con vandalismo sólo cosecharán lo contrario. Un acto de defensa es directamente en contra del agresor que ataca, y eso lo diferencia del vandalismo. No se ataca las marchas “feministas”, solo a los actos vandálicos, esos sí son deplorables y merecen ser suprimidos totalmente por las autoridades de forma total.

Los feminicidios o vejaciones que han sufrido muchas mujeres no justifican ningún acto vandálico, esa es la famosa falacia de falsa equivalencia o falacia de inconsistencia. Es como la frase de un famoso meme que dice "ojala fuera pared para que me defendieras", que de hecho eso. En pragmatismo factual se le llamaría auto-conmiseración, y solo los miserables buscan ser conmiserados, y que todos sean como ellos, miserables. Esas vándalas y vándalos rebajaron el importante y auténtico mensaje de esas marchas que son para exigir más seguridad y protección para las mujeres.

El vanagloriar lo degradante es un error muy común en esta época, por eso tanta degradación social, por eso tanta muchacha quejándose de las descalificaciones a esos actos vandálicos. El vandalismo vulgar siempre será eso, vandalismo vulgar, no tiene un sentido real más allá de la catarsis que sintieron las vándalas al cometerlo, a menos que hayan sido pagadas por alguien.

El vandalismo es ningún mensaje, solo es generar caos y desorden, algo ilógico pues esas marchas lo que piden es orden, seguridad y protección. Así como los violadores deben ser perseguidos y encarcelados, las vándalas también deben de ser perseguidas y encarceladas. Un delito es un delito, cada uno tendrá su pena en particular, pero son delitos.

Cuando se pide orden, seguridad y protección debe ser para todos en todas formas. ¿Atacaron a grupos de violadores o abusadores? No. Entonces solo es vandalismo vulgar, ni siquiera es un acto de defensa, es todo lo contrario, es un ataque a la sociedad misma. Un argumento de posverdad como la frase mencionada antes se derrumba ante la simple y cruda realidad de la que proviene. No se puede justificar ningún acto de vandalismo, y mucho menos usando sofismas de esa clase. Solo se confirma que es una falacia.

No se puede comparar a las defensoras del feminismo del siglo pasado con las pseudo-feministas de ahora, están queriendo confundir la gimnasia con la magnesia, intentando aparentar que son lo mismo, pero nada que ver aquellas con estas. En aquel entonces, varios grandes empresarios e industriales, e incluso algunos líderes religiosos, no querían que la mujer tuviera voz ni voto, por eso se les atacó a sus negocios, además de hacer marchas públicas para exigir su derechos. ¿Ven la enorme diferencia con las vándalas de ahora y las revolucionarias de antes? 

Las revoluciones no atacan a la sociedad, solo a los opresores, y así tiene que ser.

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23 noviembre 2019

Ideologías de odio: Los anti-derechos humanos


Es muy lamentable como un país que vivió una dictadura socialista ahora tendrá una dictadura religiosa, me refiero a Bolivia pero esto le puede ocurrir a cualquier otro país en el mundo, aunque algunos piensan que México esta padeciendo una combinación de ambas, por la anormal participación de grupos religiosos en cuestiones de política y sociedad.

Aunque esto no es nuevo en México, desde sus inicios nuestra nación fue sometida por la cruz, el acero y el fuego, la trinidad de la conquista y el sometimiento. Pero eso fue en el pasado, trágico y oscuro, en donde solo unos cuantos iluminaron el mundo a pesar de las doctrinas que veneraban la oscuridad del pensamiento impuesta con cruces, y más cruces.

Hoy en día el mundo trata de avanzar y progresar, pero las sombras del pasado siguen tratando de tomar al mundo con sus garras. La Biblia, ni ningún otro libro religioso, debe de volverse a utilizar para gobernar a un pueblo, nunca más se debe de cometer tal atrocidad. Es bien sabido que algunos creyentes de una “fe” inculcan el odio y el desprecio a los que son ajenos a su “fe”, por lo que esas prácticas van directamente en contra de los valores y derechos humanos. 

Y es aquí donde entra la cultura de género, que busca defender y promover la importancia de las libertades y virtudes humanas por encima de cualquier culto o dogma impuesto. Eso de “Respetamos toda ideología que sea afín a nuestras creencias” no tiene ningún valor ni relevancia, solo denota una evidente intolerancia contra lo que es distinto.

Quien está en contra de la cultura de género, evidentemente está a favor de las ideologías y creencias de odio que son contrarias a ella. Cada día más organizaciones a favor de los derechos humanos apoyan las iniciativas generadas de la cultura de género, iniciativas que analizan a profundidad antes de apoyarlas, pues se basan en los datos duros y la cruda realidad de la sociedad actual.

Muchos promotores de las ideologías de odio, contrarias a la cultura de género, ahora utilizan la posverdad (pues vieron que utilizar versos de libros religiosos no funciona con personas cultas) manipulando y tergiversando las cosas para pintar una “verdad” que les es favorable. Un ejemplo de esto es la frase “Los progres quieren que abortes a los bebés, pero si nacen niños quieres que lo vistas de niña, y si está enfermo que le apliques la eutanasia”. No es una frase inventada, es una mentira dicha y repetida por muchos anti-derechos humanos.

A nadie se le obliga a abortar bebés, a nadie se le obliga a casarse con una persona homosexual, a nadie se le obliga a cambiar de sexo, y mucho menos a nadie se le obliga a la eutanasia. Eso es completamente falso, una vil mentira que individuos con falsas máscaras de moralidad y decencia quieren hacer creer en medios de comunicación y redes sociales.

Nadie obliga a nadie a tomar ese tipo de acciones, pero nadie tiene el derecho ni la autoridad moral para evitar que alguien tome esa acción si así lo desea por voluntad propia estando en completo uso de sus facultades mentales. A diferencia de los fanáticos religiosos, esas personas desequilibradas que quieren verlo todo del mismo color de su “fe”, y todo lo que no sea así, es pagano, hereje o maldito, y merece ser juzgado y condenado por ellos mismos. 

La psicología y la psiquiatría contemporánea ya tiene bien identificada a las patológicas de las creencias religiosas, algo que ha causado escozor entre algunos grupos religiosos, pero es la cruda realidad de ese fenómeno cultural llamado religión, que honesta y francamente, no es más que mitología sobre valorada. Se respeta a las personas, a las creencias no hay porque respetarlas si van contra la realidad.

Si quieres que los demás respeten tus ideas, tú debes de comenzar por respetar las de los demás, no puedes pedir respeto y tolerancia si tú mismo no la das primero. Y por eso mismo, ninguna institución de defensa de los derechos humanos irá en contra de las propuestas surgidas de la cultura de género, pues sería ir en contra de las mismas libertades humanas.

22 noviembre 2019

Peligro de las ideologías del odio


Es muy común ver en las redes sociales y en algunos medios de comunicación ver a personajes dispares e individuos circunflejos que gritan a los cuatro vientos postulados aparentemente moralistas o falsamente puritanos como “con mis hijos no te metas” y cosas similares, gente que dice tener por mandamiento principal el “amar al prójimo” pero se dedican a odiarlo y despreciarlo si ese prójimo no es como ellos quieren.

Ahí podemos ver un ejemplo de esa doble moral que se exhibe todos los días en esas personas de falsa ética, o sin ética alguna, pues se dedican a calificar y condenar todo lo que no cuadre con su limitada ideología mitológica (religiosa), aunque esto los lleve a atropellar las libertades y dignidad de otras personas, eso a ellos no les importa, sólo les importa imponer sus creencias por todos los medios posibles.   

Seamos claros, las ideologías del odio y sus agentes están en contra de la cultura de género, pues esta defiende los derechos humanos en base a datos duros y evidencia real, en cambio ellos necesitan que les creas sus ideas para que aparenten ser “verdad”. Tergiversan muchos datos científicos o los manipulan a su antojo para justificar sus actos de odio y discriminación, pero nunca aceptaran que se pongan a revisión sus creencias.

La cultura de género surgió del análisis y la revisión de la historia de décadas (o siglos) de abusos y desigualdad en el género humano, cometidos por el mismo género humano contra él mismo, justificando esos actos en mitos falsos, supersticiones, religión y otras creencias que necesitan ser creídas para ser “ciertas”. Por eso es tan atacado por los ideólogos del odio, pues es el humanismo en su más sincera expresión, sin falsas máscaras y reconociendo al ser humano por lo que es.

Unos dirán “¿O sea que está mal no pensar como tú dices?”, Y la realidad es que no, lo que sí está mal es estar en contra de los derechos y libertades humanas queriendo imponer creencias basadas en mitos y posverdad. Eso sí es muy malo. Es maligno.

Algunos opinan “Es molesto que te quieran obligar a pensar de cierto modo;  el tema de los derechos humanos queda de lado, pues terminan siendo subjetivos en cada nación y cultura”; y aquí hay que aclarar algo, nadie obliga a nadie a pensar de algún modo, a menos que se sea un fanático de algún culto religioso o algo así, ellos solo quieren que todos "piensen" y crean lo que ellos creen. Por otro lado Los derechos humanos no son subjetivos a cada cultura, al grado que están plenamente reconocidos como el fruto estricto del raciocinio humano, y están pensados para su paz y bienestar, no están basados en algún dogma que necesita ser creído para subsistir. Por lo que estar en contra de ellos, o ponerlos a consulta o votación, es evidentemente irracional y deshumanizante.

Los derechos humanos son universales, pero aun así siguen existiendo limitaciones “legales” basadas en dogmas obsoletos y caducos que siempre han sido un obstáculo para el avance de la sociedad. Un ejemplo sencillo de esto es el caso de la declaración de muerte, antes se declaraba muerto a una persona hasta que su corazón dejara de latir, hoy se sabe que la persona muere al tener muerte cerebral, los dogmas y creencias "ataban" la vida al corazón, hoy se sabe a ciencia cierta que depende del cerebro.

Por razones similares hay personas que dicen ser “pro vida” que están en contra del aborto, condenando la vida de las mujeres o niñas que no desean tener el producto de una gestación no deseada. Siendo francos y honestos, no existe ni un solo argumento real para obligarlas a llevar a su fin esos embarazos no deseados. Si los que dicen estar a favor de las familias o la vida supieran realmente que es la vida sabrían que la vida no se da en la concepción o la fecundación, eso era una creencia del pasado.

El humano surge al nacer, no se es humano antes de eso. Le guste o no le guste, la realidad es así, uno se puede encariñar con un feto o del embrión, hasta ponerle un cariñoso nombre, pero eso no lo hace un humano tampoco. El autoengaño es algo común en quienes necesitan creer en algo para estar “en paz”, pero también es una pesada cadena mentar que ha atrofiado por siglos a la sociedad.

Ahí se las dejo de tarea.
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11 noviembre 2019

Xenofobia y discriminación en la cultura "mocha"



Es terriblemente lamentable que, en pleno siglo XXI, se siguen manteniendo ideologías y creencias que promueven el odio y la discriminación en contra de quienes no las compartan. Lastimosamente, e históricamente, quienes más han inculcado las ideas de odio y discriminación, en contra de los que no piensan igual, son las personas “religiosas”.

Hay que ser honestos en esto, no todos han sido así, solo los que practican ese cáncer para la sociedad denominado fanatismo. Se dice que quien se la pasa presumiendo y hablándole de “su dios” a los demás, es en realidad quien más carece de ese dios que tanto presume. Como el refrán dice: “Dime que presumes, y te diré que careces”.

Vergonzosamente, esa doble moral (o moral a medias, por eso llamada “mocha”) ya ha traspasado las fronteras de los medios de comunicación y lo legislativo. A principios del siglo pasado, en Nuevo León se les llamaba “mochos” a los que fingían ser de religión católica, en algunos casos, judíos o cristianos protestantes que tenían que aparentar ser católicos para no ser excluidos y aislados de sus comunidades.

En el presente se les llama “mochos” a los supuestos católicos o cristianos que se dedican a promover la discriminación y el odio a los que no son de su mismo culto, aplicando la posverdad, alegando falsos valores morales o tergiversando conceptos científicos para justificar erróneamente sus ideas.

En fechas recientes, en Nuevo León se ha legislado a favor de la “objeción de conciencia” entre los médicos, una acción que atenta directamente en contra de los derechos humanos de las personas que tengan ideologías o creencias distintas a las que el médico tenga.

El servicio médico NUNCA debe de estar regido o limitado por creencias falsas o supersticiones obsoletas. Por ideas de este tipo, hoy en día todavía se tiene prohibido el matrimonio igualitario y el aborto en varias ciudades de México, por esa “cultura mocha” que promueve la discriminación y el odio basándose en verdades a medias y una falsa moral puritana.

Las ideas no se tienen por qué respetar si van en contra de la lógica, en contra de la ciencia y en contra de los derechos humanos. Se puede y se debe respetar a las personas, pero nunca a ese tipo de ideas corruptas y atroces. En sus libros religiosos les mandan amar al prójimo, pero se dedican a promover el odio en contra de ellos, piden que se respete sus ideas y sus cultos, pero no respetan al de los demás, por eso son “mochos”, porque su falsa ética está incompleta.

No tienen vergüenza esos que dicen defender a la familia y a la vida si se la pasan juzgando y condenando a todo aquel que no sigue sus creencias (sacadas del libro más corrompido y manipulado de la historia de la humanidad), ese que cada quien lo traduce e interpreta a su antojo según sus intereses personales. De ese dichoso libro, la única frase que vale la pena es aquella de “la verdad os hará libres”.

Pero esos falsos defensores de los valores y las buenas costumbres defienden a capa y espada su posverdad, aclamando mentiras duras y crueles en contra de aquellos que no les agraden. Como una pseudo-reportera que calificó a los miembros de la comunidad LGBTI de “abominaciones” y “obras de Satanás”, cosa que ni siquiera supo escribir bien.

Recordemos que tu “fe” no te puede salvar de nada, pues la “fe” solo es para aquello que no es cierto, ni existe prueba de que sea real, por lo que necesita que tu mente se someta a ello. Mientras que la confianza en lo que sí es cierto y constatable, nos puede dar la paz y tranquilidad que todos requerimos.

Quieren defender “la palabra de su dios” utilizando el odio y el engaño contra todo que lo les conviene, solo ponen en evidencia la oscuridad que habita en sus almas caducas y corrompidas.

Quien siembra odio y discriminación, siempre cosechará odio y discriminación. No pidas que los que no creen en tus creencias las respeten, no tienen por qué hacerlo. Si expones tus creencias públicamente, todos tenemos derecho a refutarlas y calificarlas por lo que son, así de sencillo.

Si no quieren que todos juzguen tus ideas, guárdalas en tu mente y tu corazón… ahí déjalas; que a los demás no nos interesa saber de tus vacíos existenciales, mucho menos nos interesa ver tu odio corriendo por la calle y las redes sociales.

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Penal del Topo Chico: Mitos, leyendas y horrores


Fue en el año de 1943 cuando comenzó a escribirse la historia de este centro penitenciario, una historia llena de tristezas y tragedias que muchas personas nunca olvidarán. Un recinto en donde los derechos humanos quedaban en segundo plano, un lugar donde la reinserción social parecía estar en un lugar olvidado, pues había muy poco de ello.
No pocos han olvidado el lamentable 27 de marzo de 1980 cuando el motín e intento de fuga de unos reos, terminó con el asesinato del Capitán Alfonso Domene, quien en ese entonces era el director del penal. Como todos sabemos, esos delincuentes fueron abatidos por francotiradores.
Un lugar que tuvo su propio autogobierno liderado por jefes de la delincuencia organizada, que terminó en el motín y asesinato de 49 reos a manos de otros internos en ese penal, el 10 de febrero de 2016, la peor masacre ocurrida en un penal hasta el momento en nuestro país.
Este lugar era un “infierno en la tierra” según contaban quienes lo llegaron a caminar por sus pasillos interiores. Y esto lo pudimos constatar cuando se nos permitió el ingreso para hacer un reportaje sobre los mitos y leyendas de este sitio.
Las condiciones de insalubridad eran más que evidentes, el hacinamiento de los presos fue motivo de conflicto en muchas ocasiones entre los mismos reos y los custodios que intentaban con sus pocos recursos de mantener la paz y el orden en ese lúgubre lugar.
Los cursos y talleres que se impartían en el lugar no eran suficientes para lograr la readaptación de los internos, y más porque algunos ya eran “arboles torcidos” que no tenían algún remedio para la sociedad más que mantenerlos encerrados y bajo vigilancia, a pesar del gran costo económico y de recursos que esto requería.
Un lugar obsoleto desde hace muchos años para lo que había sido diseñado, la readaptación social no era factible sin la propia cooperación voluntaria de los internos, algo que era algo difícil en un ambiente donde reinaba el caos y la incertidumbre.
Algunos se aferraban a alguna creencia religiosa y se refugiaban en una descuidada capilla religiosa cristiana, con su campanario, situada en los patios de este reclusorio, pero también el rito de la Santa Muerte tenía su lugar ahí, todo mezclado formaba parte de ese ambiente de desesperación y tensión que pasaban quienes por alguna razón terminaban tras sus rejas.
Un lugar de pesadilla, un sitio donde los valores humanos, aparentemente, no tenían lugar para ellos. Su olor a cebo antiguo y acumulado, que inunda todo el recinto, se nos impregnó en las ropas como si fuera una fragancia puesta intencionalmente, y uno se pone a pensar, así tenían que “vivir” o sobrevivir ellos.
En su interior los agentes ministeriales siguen buscando las supuestas fosas clandestinas en las que, según varios relatos, desaparecieron varias personas después de haber sido asesinadas en el lugar, equipo de búsqueda se ha llevado al lugar, pero a pesar de que se han abierto varios pozos en distintos lugares, no se han encontrado nada, o al menos no se ha informado de ello.
El futuro del penal es algo incierto, unos dicen que lo quieren derrumbar y convertir en un parque, aunque otros somos de la idea de que debe de conservarse como un centro cultural, para guardar la memoria de lo que ahí ocurrió, pues solo teniendo memoria de ello, podríamos evitar que se vuelva a repetir.