Fue en el año de 1943 cuando comenzó a escribirse la historia de este centro penitenciario, una historia llena de tristezas y tragedias que muchas personas nunca olvidarán. Un recinto en donde los derechos humanos quedaban en segundo plano, un lugar donde la reinserción social parecía estar en un lugar olvidado, pues había muy poco de ello.
No pocos han olvidado el lamentable 27 de marzo de 1980 cuando el motín e intento de fuga de unos reos, terminó con el asesinato del Capitán Alfonso Domene, quien en ese entonces era el director del penal. Como todos sabemos, esos delincuentes fueron abatidos por francotiradores.
Un lugar que tuvo su propio autogobierno liderado por jefes de la delincuencia organizada, que terminó en el motín y asesinato de 49 reos a manos de otros internos en ese penal, el 10 de febrero de 2016, la peor masacre ocurrida en un penal hasta el momento en nuestro país.
Este lugar era un “infierno en la tierra” según contaban quienes lo llegaron a caminar por sus pasillos interiores. Y esto lo pudimos constatar cuando se nos permitió el ingreso para hacer un reportaje sobre los mitos y leyendas de este sitio.
Las condiciones de insalubridad eran más que evidentes, el hacinamiento de los presos fue motivo de conflicto en muchas ocasiones entre los mismos reos y los custodios que intentaban con sus pocos recursos de mantener la paz y el orden en ese lúgubre lugar.
Los cursos y talleres que se impartían en el lugar no eran suficientes para lograr la readaptación de los internos, y más porque algunos ya eran “arboles torcidos” que no tenían algún remedio para la sociedad más que mantenerlos encerrados y bajo vigilancia, a pesar del gran costo económico y de recursos que esto requería.
Un lugar obsoleto desde hace muchos años para lo que había sido diseñado, la readaptación social no era factible sin la propia cooperación voluntaria de los internos, algo que era algo difícil en un ambiente donde reinaba el caos y la incertidumbre.
Algunos se aferraban a alguna creencia religiosa y se refugiaban en una descuidada capilla religiosa cristiana, con su campanario, situada en los patios de este reclusorio, pero también el rito de la Santa Muerte tenía su lugar ahí, todo mezclado formaba parte de ese ambiente de desesperación y tensión que pasaban quienes por alguna razón terminaban tras sus rejas.
Un lugar de pesadilla, un sitio donde los valores humanos, aparentemente, no tenían lugar para ellos. Su olor a cebo antiguo y acumulado, que inunda todo el recinto, se nos impregnó en las ropas como si fuera una fragancia puesta intencionalmente, y uno se pone a pensar, así tenían que “vivir” o sobrevivir ellos.
En su interior los agentes ministeriales siguen buscando las supuestas fosas clandestinas en las que, según varios relatos, desaparecieron varias personas después de haber sido asesinadas en el lugar, equipo de búsqueda se ha llevado al lugar, pero a pesar de que se han abierto varios pozos en distintos lugares, no se han encontrado nada, o al menos no se ha informado de ello.
El futuro del penal es algo incierto, unos dicen que lo quieren derrumbar y convertir en un parque, aunque otros somos de la idea de que debe de conservarse como un centro cultural, para guardar la memoria de lo que ahí ocurrió, pues solo teniendo memoria de ello, podríamos evitar que se vuelva a repetir.
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