En estos días de tormentas me vienen a la memoria varios relatos de amigos y colegas reporteros sobre “casas con espantos”, una curiosa forma de llamarle a las casas abandonadas en donde las personas hacen reportes de presuntos fenómenos paranormales, los cuales eran todo un tema de conversación en las noches de cafetería, y en algunas ocasiones, para algunos aficionados, para ir de excursión a “cazar fantasmas”, como dicen algunos. Hoy les compartiré uno de estos relatos.
Personalmente nunca me ha gustado ir a casas abandonadas, pues considero que es un allanamiento de morada digno de cualquier mequetrefe sin oficio, y siempre he estado en contra de esos “investigadores” que se meten sin permiso a propiedades ajenas con tal de grabar algún ruido raro o curioso, pero en fin, eso ya depende de la ética de cada uno.
Recuerdo mucho un caso que varios me han platicado de una casa de la Colonia Obispado, en donde, hace varios años, la policía realizó un cateo deteniendo a una banda de delincuentes, que supuestamente practicaban la magia negra y cosas de esas. La casa quedó abandonada desde entonces, y nadie reclamó la propiedad, y era un sitio en donde frecuentemente los vecinos reportaban “sonidos extraños” adentro del lugar.
Una noche en que nada ocurría en la ciudad, los reporteros policiacos de varios medios se juntaron en una tienda de conveniencia a tomar café, y uno comenzó a platicar esa historia, y les llamó la atención el relato, por lo que todos decidieron ir a esa casa y entrar a ver si veían o les pasaba algo extraño. Todos llegaron en sus vehículos y se estacionaron afuera de la casa, prendieron sus lamparas para entrar a la casa, la cual tenía su portón principal abierto, incluso la puerta de la casa estaba abierta, por lo que no batallarían para entrar.
Estaban todos reunidos frente al portón, cuando de pronto, ellos aseguran que, una silueta negra salió a asomarse por la ventana del balcón principal del segundo piso; era un bulto de color negro que no se definía bien que era, a pesar de que la luz de la Luna llena iluminaba toda la calle.
Según unos, parecía como una persona cubierta con una túnica o sábana negra. Salió, se asomó y rápidamente se metió de nuevo por la ventana de donde salió, tan rápido como un gato. Al ver eso, todos corrieron asustados a sus carros y arrancaron a toda velocidad con rumbo a la tienda donde estaban tomando café, en el centro de la ciudad.
No regresaron al lugar y todo quedó como una anécdota más de una de tantas “casas con espantos” de Monterrey. Todos hemos escuchado historias de casas con espantos, pero que te la cuenten varios, que dicen que lo vivieron, es lo que la hace más curiosa e interesante. Se los dejo a su consideración.
Fuente: http://info7.mx/editorial.php?id=3189