Estamos en un momento de la historia en que todo se define por el internet y las redes sociales, pero a como pintan las cosas, pronto el ser inteligente y el cuestionar las cosas para llegar a conocer la realidad será considerado como clasista y privilegio de élites.
Nos estamos enfrentando al mundo dominado por los millennials, los ninis y ahora los recién llegados “centennials” o Generación débil, que están preparados para recibirlo todo de a gratis, premasticado, e incluso predigerido, pero sin haber luchado ni trabajado nada por ello. No tienen el valor de afrontar la cruda realidad de frente, mucho menos están dispuestos a salir de su zona de confort, e incluso buscan ampliar su “área segura”, para no sentirse intimidados.
Pero si alguien pone en duda o cuestiona sus ideas, ellos se lanzan en manada a censurarlo o intentar desacreditarlo. El destacado analista informático Leo García ha mencionado al respecto “Que curioso fenómeno es el troleo, disfrazado de activismo. Y como siempre, hay una palabra para eso, se le llama slacktivismo. La actual quintaesencia de las redes sociales: el linchamiento de las ideas discordantes”.
Algo muy similar ha planteado el gran divulgador científico chileno Gabriel León: “En el fondo, hemos construido una sociedad en la que hasta sus miembros más ineptos pueden sobrevivir sin mayores problemas. No sé cómo sentirme al respecto”.
Nos hemos dado cuenta de algo muy lamentable, pero que ya nos lo habían advertido en su momento. La democracia no funciona cuando la gran mayoría de la población es inculta e ignorante. Y su arma principal es el agredir e insultar, pero como sabemios, el insulto es la salida de emergencia para el imbécil ante la falta de argumentos.
Tenemos que recordar, que el periodismo no es solo un oficio, es una forma de vida. Los periodistas de verdad son para criticar y señalar al gobierno y a la sociedad misma. Son quienes señalan el camino recto a seguir. Quien les censura solo denota su podredumbre interior.
La critica es para corregir y construir, en pocas palabras es para pulir. Toda critica es constructiva, pero obviamente, para criticar primero se debe de haber construido algo exitoso. Si la obra se destruye con la critica, es que la obra misma era mala e insostenible. Es como aquello de que a las moscas se les mata a periodicazos.
La critica, aunque no lo crean, en forma metafórica, se podría decir que es el cincel que pica la roca en bruto, de donde podrá salir una obra maestra de la escultura. Los golpes del cincel son duros, pero sin ellos la obra final no llegaría a concluirse.
El criticar es un arte, pues es perfeccionable y puede ayudar a enaltecer al ser humano por medio de ella, tanto al que la hace, si esta es franca y honesta, como al que la recibe si tiene el suficiente carácter y raciocinio para asimilarla.
No te preocupes por recibir muchas críticas, preocúpate si no las escuchas.
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