Para muchos los fenómenos aeroespaciales son los verdaderos enigmas del universo, para otros, son simplemente el bello y natural accionar de las leyes de la naturaleza, que aunque no las conozcamos todas, ni las dominemos todas, no hemos perdido la facultad de admirarlas y sorpendernos ante ellos.
Un pequeño ejemplo de esto, sin ir tan lejos, ocurrió el pasado 10 de febrero, día en que se dio el caso de la aparente caída de un meteorito entre los limites de los estados de Puebla e Hidalgo, una noticia que causó gran impacto en los medios de esas localidades, al grado que algunos comenzaron a inventar cosas que habían ocurrido. Sí fue un evento bastante estruendoso y llamativo, puesto que fue visto y escuchado desde distintos municipios de los dos estados, pero cuando algunos empezaron a decir que un puente se había derrumbado y que había un cráter de 30 metros de diámetro en la zona donde había caído, eso ya fue demasiado especulativo, y se cayó en la desinformación, que terminó por causar temor en la misma población.
Pero para comenzar ¿qué es un meteorito? En palabras sencillas, son rocas de distintos tamaños que pueden medir un par de milímetros, hasta varios metros de diámetro, que viajan por el espacio por distintas trayectorias. Las trayectorias de algunos meteoritos se cruzan con las órbitas de algunos planetas, como la Tierra, y la gravedad de estos hace que se precipiten contra ellos a velocidades descomunales. Dependiendo del tamaño y de la composición de los meteoritos, al ingresar a la atmósfera pueden ser vistos pues arden a muy altas temperaturas por la fricción generada con el aire, y en muchos casos se ven como estrellas fugases, dejando una estela de material que se va desprendiendo de ellos. Cuando llegan a estrellarse dejan un cráter que puede variar su profundidad y diámetro, dependiendo de que tanto material fue el que llegó a chocar con la tierra.
Igualmente, dependiendo de su tamaño y composición química, estos terminarán estrellándose en el suelo o desintegrándose en el aire, en algunas ocasiones con una estruendosa explosión. Algo muy similar ocurrió en Tunguska, Rusia, en el mes de junio de 1908 cuando un cometa de gran tamaño explotó antes de chocar con el suelo, dejando una gran zona de impacto. Más recientemente, en la ciudad de Morelia, Michoacán, el 26 de octubre del 2007 se estrelló un bólido en el Cerro de Quinceo. En esa ocasión el objeto también estalló antes de tocar tierra y dejó una considerable zona de plantas impregnadas de una substancia de color gris. Gracias a una investigación encabezada por el arquitecto Salvador Mora y el Dr. Rafael Salgado, después de un análisis de las muestras ahí obtenidas, se determinó que solo se trataba de alguna pieza de chatarra espacial lo que ahí cayó, pues se trataba de una aleación utilizada en piezas de naves espaciales.
En este reciente más reciente caso, gracias a la colaboración de las autoridades, como Protección Civil de Puebla, Protección Civil de Hidalgo y la Agencia Espacial Mexicana (AEXA), se descubrió que, efectivamente, no era un meteorito, pero sí era un pedazo del satélite ruso Cosmos 2421que tuvo su reingreso a la Tierra en esa zona, y que de hecho, ya se estimaba que así ocurriera, sin causar daños a la población. En ese momento nos llevamos la primicia, la cual compartimos con todos, y posteriormente, los demás pudieron corroborar esta información de manera afirmativa.
Haciendo un poco de memoria, podemos recordar que el mes de diciembre de 1994 una pieza de la nave Cosmos 2267cayó en el municipio de Cosalá, en el estado de Sinaloa, y logró ser recuperado por especialistas mexicanos. Pero en este nuevo caso, no se logro recuperar la pieza que cayó, posiblemente se desintegró en el aire, estallando, como lo reportaron los habitantes de ese sector..
Lo más reciente de este caso, es que la ROSCOSMOS (Agencia Espacial Rusa) ha descartado la posibilidad de que un pedazo del satélite Cosmos 2421 haya caído en territorio mexicano. Pero siendo realistas, sí hay posibilidad de que esto ocurriera, muy a pesar de lo que digan los rusos, pues aunque la mayor parte del satélite sigue su órbita normal, muy posiblemente alguna de sus piezas pudo variar su trayectoria por distintas razonas, como ya ha ocurrido antes, y terminan cayendo a tierra.
No es nada que denigre la gran labor de los científicos rusos en sus aparatos espaciales, simplemente, es algo que le puede ocurrir a cualquiera que envíe aparatos al espacio. Es un riesgo natural en esa labor.
Fuente: http://info7.mx/editorial.php?id=1133&secc=19