Ciertos estudios sugieren que hay marcadas diferencias entre como los conservadores y los progresistas procesan la información. Hay que saber que los “conservadores de derecha” tienden a ser más propensos a los charlatanes en ciertos contextos.
La tendencia a caer en narrativas de charlatanes, bulos y
desinformación depende en parte en la orientación académica, política y
religiosa, pero también está influenciada por una combinación de factores
psicológicos, culturales, y contextuales.
Las personas con ideologías conservadoras tienden a sobrevalorar la
tradición, la “estabilidad” o el “orden”, lo que puede hacerlas más receptivas
a mensajes que apelan a la preservación de un mítico "orden natural".
Los charlatanes suelen explotar estos valores, presentándose como
defensores del statu quo o como guardianes contra cambios percibidos como
amenazantes.
Investigaciones en materia de psicología han encontrado que los “conservadores”
tienden a mostrar mayor sensibilidad a hipotéticas amenazas percibidas, como la
inseguridad o la pérdida de identidad cultural.
Los influencers charlatanes y desinformadores a menudo usan tácticas
basadas en el miedo, como señalar un enemigo común o exagerar riesgos, para
ganar influencia sobre este grupo.
Los conservadores a menudo desconfían de instituciones que sean
contrarias a su ideología, como los medios de comunicación, las universidades y
los académicos expertos en ciencias naturales, ya que los ven como parte de un
sistema que promueve cambios contrarios a sus “valores”.
Esta desconfianza puede abrir la puerta a los influencers timadores, figuras
alternativas que se presentan como "anti-élite" o
"auténticas", incluso si carecen de argumentos con evidencia verificable
o credenciales que avalen su experiencia en algún tema.
Recordemos que los charlatanes suelen adoptar un estilo simple,
directo y muy emocional, que resuena con personas que buscan soluciones claras
a problemas complejos y que cuadren con su ideología. No les gusta razonar,
sólo tener la razón.
Este estilo puede atraer a los jóvenes conservadores más que a los progresistas,
quienes en general están más abiertos al análisis, al pensamiento crítico, y a los
cambios estructurales.
Como dato interesante, en muchos contextos, el populismo, que es una
estrategia que apela al pueblo, como la “vox populi vox dei”, frente a las
“élites”, está mucho más asociado con líderes de derecha política y
conservadores. Eso lo podemos ver mucho en países con presidentes que presumen
ser los “mesías” de su nación.
Este tipo de populismo puede usar narrativas manipuladoras que apelan
al sentido de pertenencia y enfrentamiento contra los que no opinen igual. Por
eso los próvida, los terraplanistas, los antivacunas y demás teóricos de la
conspiración y la desinformación tienen tanto éxito en las redes sociales.
La propensión de los conservadores a los charlatanes no es más una
cuestión de cómo los valores y sesgos cognitivos pueden ser manipulados en
diferentes contextos. Los conservadores son vulnerables a las narrativas que
apelan a sus emociones y creencias, aunque estas vulnerabilidades se manifiestan
de distintas maneras.
La clave para solucionar este problema está en fomentar el
pensamiento crítico y el acceso a información verificable para todos. Ellos no son
problema, es como procesan la información.
Ahí se las dejo de tarea.
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