No lo podemos negar, cada época ha sido marcada por un tema mítico, la Edad Media con su oscurantismo, posteriormente el Renacimiento y la Ilustración; en el siglo XIX y XX floreció lo esotérico, paranormal o “sobrenatural”, ya para la segunda mitad del siglo XX el tema de los ovnis y extraterrestres había tomado fuerza, hasta que en 1991 fue su gran despegue mediático y mercadotécnico.
Hoy en día sigue manteniéndose como dentro de los favoritos de los aficionados a los temas de misterio, el saber si hay vida o no, más allá de las estrellas, si estamos solos en el universo o no lo estamos. Por un lado tenemos a los serios y formales investigadores del SETI y a todos sus afiliados, y por el otro tenemos a los fanáticos de los ovnis que solo se dedican a contabilizar avistamientos de presuntos ovnis, en lugar de ponerse a resolver casos.
Pero si hablamos del tema extraterrestre, tenemos que hablar de la “Ecuación de Drake”, creada por el astrónomo estadounidense Frank Drake. Dicha ecuación fue ingeniada para calcular la posible cantidad de civilizaciones extraterrestres en nuestra galaxia, que sean capases de poder emitir señales de radio detectables.
Sabiendo que nuestro Sol solo es una estrella solitaria en medio de miles de millones de estrellas en este inmenso cosmos, y si la Vía Láctea es solo una de entre las más de 500 mil millones galaxias en el universo, entonces debería haber una enorme cantidad de vida extraterrestre fuera de nuestro planeta.
Pero también tenemos a la, hasta el momento irrefutable, “Paradoja de Fermi”, que fue creada por el físico experimental y teórico italiano Enrico Fermi, la cual plantea que la creencia común de que el universo posee numerosas civilizaciones avanzadas tecnológicamente, combinada con nuestras observaciones que indican todo lo contrario, es ampliamente paradójica, sugiriendo que nuestro conocimiento o nuestras observaciones son netamente defectuosas o incompletas en este tema. Y según algunos cálculos más actualizados, hasta dentro de unos 1500 años podríamos contactar físicamente con alguna civilización extraterrestre.
Algunos estiman que para el 2035, con el avance actual de la tecnología, podríamos llegar a encontrar formas básicas de vida extraterrestre como bacterias u hongos, pero nada de civilizaciones desarrolladas y tan avanzadas como se narran en las películas de ciencia ficción. Sin embargo existe otra posibilidad, y esa es que gracias a los próximos proyectos espaciales enfocados en Marte, el encuentro con el primer extraterrestre se podría dar en menor tiempo, pero no se trataría de un ser alienígena como tal, sino solo sería un humano nacido fuera de nuestro planeta.
Los cazadores de ovnis o vigilantes del cielo no han aportado nada de valor o importancia al respecto de este tema, solo más mitos modernos y distracciones para los aficionados al tema de los ovnis, que lo siguen relacionando directamente con el tema de los extraterrestres. En más de 70 años de ufología no se ha dado ninguna evidencia de que algún ovni sea de origen extraterrestre. Y lo peor del caso es que los aficionados, o más bien, los fanáticos no lo quieren aceptar, pues necesitan creer que no están solos, pero si los de la Tierra los hicieron a un lado, ¿qué puedes esperar de supuestos individuos más avanzados?
El problema ya no son solo los pseudo-investigadores charlatanes, el problema real son sus seguidores que les gusta creer en mentiras que les hagan sentirse bien. Necesitan ese estupefaciente que les haga olvidar su miserable vida por un momento y hacerlos sentirse en un lugar especial. Pero el geocentrismo promovido por los ufolatras o ufofilos, que promulgan que todas las razas de extraterrestres están interesadas en la Tierra, solo poner en evidencia un gran problema de ignorancia aferrada con traumas y complejos.
Ese neo-oscurantismo lo intentan inculcar por los medios de comunicación electrónicos, irónicamente una herramientas que fueron creadas para promover la cultura y la información son utilizadas para promover la ignorancia y la charlatanería.
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