En este mundo lleno de enigmas y misterios los hay para todos los gustos, tamaños y sabores. Hay enigmas históricos, leyendas antiguas o mitos modernos que surgen de relatos o experiencias que se van contando de boca en boca, cada una de ellas poniéndole algo de su cosecha y agregándole más sabor o misterio al asunto, haciéndolo más entretenido a quienes lo escuchamos.
Quien de chico no ha escuchado esos relatos de espantos o fantasmas en los panteones o antiguas casas abandonadas, esos relatos que no te dejaban dormir esa noche porque cualquier ruido escuchado podría ser señal de que no estabas solo en tu cuarto, de que alguien o “algo” más se encontraba ahí. La sensación de no estar solo en la quietud y oscuridad de tu cuarto puede terminar en un instante, por un simple ruido en tu habitación, y la ayuda de tu imaginación.
Pero que hay cuando ya uno de grande se topa con cosas que no son lo que deberían de ser o que están fuera de esa cotidianidad a la que estamos acostumbrados y nos enfrentamos a eso llamado por algunos como lo “desconocido”. Para algunos eso es uh shock a sus ideas religiosas o espirituales, para otros es un momento de pánico incomprensible, pero para otros es el momento de poner su cerebro a trabajar para resolverlo.
He tenido el gran gusto de conocer personalmente a gente que se ha enfrentado a lo misterioso y a lo desconocido y salió avante, e incluso resolvieron aquello que se les presentó. He sido testigo en más de una ocasión de eso que algunos llaman paranormal o preternatural, pero no por ello me voy a dejar vencer por el estupor, miedo o el adormecimiento psicológico que puede llegar a generar ser testigo de algo así.
La cuestión es cuando uno se queda atrapado en ese mundo del misterio y no saber salir de él, no porque le tenga miedo al tema, sino porque lo atrae una extraña y adictiva fascinación, una necesidad de estar rodeado o sumergido en lo extraño o anómalo para sentirse bien. No pasaría nada si no fuera más allá de una afición sana y pasajera, pero hay quieres se quedan aferrados a los temas de misterio de una forma enfermiza y casi patológica.
Analizando algunos de los motivos por los que los hacen, el más común de ellos es el deseo de llamar la atención y sentirse especiales ante los demás, como si sus propias formas de vida o trabajos no fueran lo suficiente para sentirse orgullosos de si mismos. Recurren a los temas anómalos para sentirse como en una película de aventura, inmiscuidos en misterios que solo ellos podrían resolver, pero que nunca lo harán pues se les terminaría ese confortable entumecimiento mental que les produce esos temas.
Otros lo hacen por un vacío existencial en sus vidas el cual lo buscan sanar o llenar con la presencia de estos fenómenos o hechos fuera de lo común, en algunos casos al grado de ir humanizando los eventos y dándoles personalidad propia a cada uno de ellos, como si se tratare de entidades que les acompañan y que nunca los dejan solos durante su paso por la vida.
Me ha tocado ver personas que todo lo que rodea sus vidas le quieren ver un enfoque paranormal o sobrenatural, como si todo lo que hay en el mundo dependiera de una magia incomprensible e inconmensurable que no somos capaces de comprender aunque así lo quisiéramos, y la cuestión es que sí hay quieres estamos interesados en esas respuestas, en resolver esos misterios y dudas que se tiene sobre esos fenómenos difíciles de explicar, pero no por ello fuera de nuestro alcance.
Personalmente me ha tocado hacer cobertura de reportes sobre avistamientos de brujas, criaturas extrañas, fantasmas y hasta duendes. Personas de todo mi respeto y de integridad intachable me han relatado sus experiencias que han vivido. No me están mintiendo, mucho menos están locos. Pero no por ello las considero del todo tal cuales como me las cuentan, pero tampoco considero que mienten, pues yo mismo he sido testigo varias veces de hechos insólitos. Pero hay que ser realista, los ojos son muy sencillos de engañar, y cuando no se tiene la explicación de algo hay veces que la mente en lugar de irse por lo más lógico y racional se va por lo más descabellado y fantasioso. La cuestión es estar consciente del rumbo que toma nuestro raciocinio en estos casos.
Hay que tener la mente abierta, pero con los pies bien puestos en la tierra. Existen muchos fenómenos que todavía no comprendemos, han ocurrido eventos de los cuales no se tiene una explicación completa, pero no por ello queramos verle lo paranormal a todo. Nada es paranormal hasta que se demuestre lo contrario, y para eso es la investigación de esos temas, para confirmarlo o refutarlo. Aunque a muchos no les gusta la idea de toparse de golpe con la cruda realidad y que sus sueños de duendes y hadas sean refutados por una explicación basada en física o química.
Nuestra mente está hecha para procesar todo eso que llega a nuestros ojos y oídos, aquello que tocamos, debemos de tratarlo como lo que es, hechos que pueden y deben ser analizados de manera racional y coherente, no dejarnos arrastrar por la emoción o la corriente mistificadora de que todo eso es sobrenatural. En el mundo real los hechos tienen una explicación real, solo lo falso no la tiene. No hay que engañarnos a nosotros mismos, mucho menos a los demás. Tengamos un poco de respeto por nuestra mente y la de los demás, y busquemos esa explicación que está al alcance de nosotros, pero que todavía no la vemos, ya sea por falta de investigación o por un severo ataque de pereza mental.
La cuestión es no dejes de indagar, pues solo indagando llegarás a conocer la cruda y bella realidad.
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