Durante siglos se han relatado distintas historias sobre acontecimientos que, aparentemente, no tienen una explicación lógica, pero que a pesar de ello se siguen repitiendo en muchas partes del mundo con muy variadas manifestaciones, las cuales han generado desde una gran incertidumbre hasta un gran temor entre quienes los han vivido. Me refiero a los denominados fenómenos paranormales.
Desde el principio de la historia de la humanidad existen relatos de sucesos que aparentan ser de origen preternatural, en algunos casos se les atribuyó a magia, fantasmas, brujas o entidades feéricas, pero nadie se dio a la tarea de indagar cual era el origen de estos fenómenos, aunque surgieron algunos intentos por hacerlo. En este camino surgen personajes como el alemán Franz Anton Mesmer, en el siglo XVIII, creo el denominado “mesmerismo”, que es la base del hipnotismo, aunque no hubo mucho avance en su momento pues sus aplicaciones en el campo terapéutico estaban muy influenciadas por las creencias supersticiosas de esa época.
Posteriormente a finales del siglo XIX, el destacado médico francés Charles Richet, quien ganó el Premio Nobel de medicina en 1913, desarrolló la denominada metapsíquica, que posteriormente fue denominada como parapsicología, la cual obtuvo gran impulso por las investigaciones del estadounidense Joseph Banks Rhine, quien a mediados del siglo pasado desarrolló una metodología para analizar los fenómenos que aparentemente producía la mente humana de manera desconocida. Lamentablemente su trabajo a nivel científico no se le dio seguimiento, y hoy en día se puede encontrar a muchos pseudo- parapsicólogos que revuelven sus teorías con creencias esotéricas, algo que está totalmente en sentido contrario a esos estudios.
Estos fenómenos llamados paranormales, aunque algunos insisten en llamarles como “sobrenaturales”, se han presentado en muchos lugares de nuestro planeta, pero a pesar de que estamos ya en pleno siglo XXI muchos siguen buscando una explicación a ellos en lo místico, metafísico o espiritual, pero igualmente no la han encontrado, y solo se la pasan chapoteando en una laguna de sofismas para satisfacer sus creencias.
La naturaleza humana busca siempre darle explicación a las cosas, somos entidades inquisitivas de nacimiento, lamentablemente surgen muchos individuos que buscan aprovecharse de esto y quieren imponer sus falacias por encima de los demás, y autonombran autoridad suprema en estos temas, censurando todo tipo de cuestionamiento o duda de su palabra, cayendo en la vil charlatanería.
Muchos hablan de estas experiencias como si quien las vive, o es testigo de ellas, significara ser una persona especial o con alguna habilidad o facultad extraordinaria, pero la realidad señala que cualquier tipo de persona, sin distinción, puede llegar a ser testigo de ellos. La cuestión es como lo toma esa persona, algunos quedan impresionados o asustados, otros simplemente no se dejan sorprender, no porque no se les haga raro, sino porque simplemente no caen en la explicación rebuscada de lo preternatural, sino que en su mente se aplica la famosa teoría de la Navaja de Ockham, la cual dice que “En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta”.
Esto se refiere simplemente a que si estos fenómenos se dan en nuestro mundo, en el mundo real, su explicación se debe de encontrar también en el mundo real, no en “otro mundo”. Algunos “investigadores” presumen tener cientos de videos y fotografías de presuntos fenómenos paranormales, pero olvidan el principio básico de la fotografía, el cual consiste en que la cámara solo puede captar la refracción de la luz en la materia, y si como lo indica la física, todo en el universo es materia, todo debe de tener su explicación en ella.
Así de simple, si un aparente fenómeno paranormal fue captado por una cámara, eso indica que puede ser explicado por medio de las ciencias naturales como la física, la química o la biología, según sea el caso. A menos que se trate de un truco, que en ese caso también tiene su explicación. No busquemos explicaciones en otro mundo a fenómenos que se dan en nuestro mundo. Quienes hemos sido testigo de muchos de estos fenómenos no debemos de caer en el engaño de lo fantástico o mágico, nuestro universo tiene reglas las cuales nadie puede romper. Que un fenómeno, aparentemente no tenga una explicación, no significa que no la tenga, solo significa que hay que investigar más para descubrirla.
La investigación de los denominados fenómenos paranormales debería de estar enfocada a generar nuevo conocimiento que explique su funcionamiento, el cómo y porque se dan, desmitificándolos y depurándolos de creencias supersticiosas o esotéricas que solo hacen retroceder a la humanidad a un neo-oscurantismo mágico. Esos fenómenos solo ponen de manifiesto una cosa, la ignorancia de quien los vive para explicarlos, pues solo es falta de conocimiento de nuestro universo lo que hace que sigan existiendo dentro del campo de lo desconocido.
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