Los grandes avances en la ingeniería aeroespacial han logrado sorprendentes pasos en estos últimos años, al grado de que ya está en planeación realizar un viaje tripulado al planeta Marte, por si fuera poco, uno de los posibles tripulantes podría ser mexicano. Pero a la industria aeroespacial le ha faltado planear y ejecutar un plan de acción con un nuevo problema surgido de sus propios logros. La basura espacial se ha convertido en un riesgo latente para toda la humanidad, pero muy pocas personas se han puesto a tratar ese problema.
Algunos podrían pensar y eso ¿qué nos puede importar? La cuestión es que en México ya han caído varios fragmentos de basura espacial, la cual, de momento no ha causado daños a personas, pero es un serio riesgo a tomar en cuesta, pues según los datos más actuales, existen 22,000 objetos chatarra sobrevolando la Tierra, los cuales van desde fragmentos de naves, hasta satélites y sondas espaciales que ya no funcionan pero que en cualquier momento podrían perder su órbita y perderse en el espacio, pero también existe la posibilidad de que reingresen al planeta como un bólido ardiente.
El caso más reciente de caída de basura espacial reportado en nuestro país ocurrió en el estado de Quintana Roo, el 25 de abril, en donde se logró recuperar partes de la nave espacial rusa Soyuz-2-1A. El Director de Comunicación de AEXA Aerospace LLC, José Jaime Herrera, quien además es el Presidente de la Sociedad Astronómica de Quintana Roo, nos dio a conocer datos concretos sobre el hallazgo realizado en el municipio de Othón P. Blanco.
“Según el número de serie (G 15000-023) que aparece en la pieza del cohete ruso que encontramos por fin el día de hoy, corresponde a un cohete Soyuz-2-1A lanzado el pasado 31 de marzo de este año. La misión de este cohete era llevar suministros a la Estación Espacial Internacional (misión ISS 63P), a través de un módulo de carga tipo Progress MS-2. La pieza se encontró a varios kilómetros al norte de Xcalak, y pertenece a una de las compuertas de la bahía de carga que se separan, a 152 kilómetros de altura, para despejar a la carga útil”, informó Herrera.
Además, con la participación de elementos de Protección Civil de Quintana Roo y habitantes del lugar, se logró la ubicación de fragmentos de la nave espacial europea Ariane 5, en un sitio cercano al lugar. José Jaime Herrera nos dio a conocer que “Explorando detenidamente varios kilómetros de la playa al sur de Mahahual, logramos ubicar una pieza que resultó ser parte de la compuerta de la bahía de carga del cohete europeo Ariane 5, que son lanzados desde el Centro Espacial de la Guayana Francesa”.
Además agregó que “Este pedazo de basura espacial fue encontrado en la playa por unos lugareños en 2013, pero no reportaron su hallazgo ante las autoridades, ni a los propios medios de comunicación, por lo que nunca se supo sobre esta pieza de basura espacial en particular”.
El problema mayor radica en que muchos de estos fragmentos de naves espaciales que caen a tierra pueden llevar fragmentos o residuos de material radioactivo o metales pesados, los cuales pueden generar intoxicaciones a las personas con resultados fatales.
“Para las personas que los encuentran se les hace fácil llevárselos a sus casa, pero no saben que esas piezas o fragmentos pueden estar contaminados con elementos químicos que pueden poner en peligro a sus propias familias, incluso pudieran llegar a sufrir de envenenamiento radiactivo por sus componentes, aunque afortunadamente en estos casos no fue así”, mencionó el promotor e impulsor de la astronomía en Quintana Roo.
Lamentablemente nadie se hace responsable de esas piezas caídas, y en muchos casos pueden terminar en manos de gente irresponsable siendo mostradas en exposiciones o espectáculos de “ovnis y extraterrestres” como ya ha ocurrido anteriormente en varios países donde encuentran piezas de viejos satélites o sondas y los presentas como si fueras piezas de “naves extraterrestres”; pero la realidad es que se trata de material científico que debe ser tratado y manipulado con cuidado por expertos en la materia, no por pseudo-investigadores de teatro.
Las autoridades estatales y federales ya deberían de tener algún plan de monitoreo y contingencia de esta basura espacial, pero todo sigue en planeación, y los que sí han realizado el monitoreo de la basura espacial, asociaciones civiles y académicas en su mayoría, no tienen los recursos ni el apoyo suficiente para afrontar una posible situación en que personas o alguna construcción resulte afectada.
Simplemente hay que ponerse a pensar ¿quién se hará responsable si una pieza de un satélite cae sobre una casa y la destruye? O peor aún ¿quién se hace responsable si en la caída de esta basura espacial resultan personas lesionadas?
Las agencias espaciales de todo el mundo tienen que comenzar a formular planes de acción en un posible caso así, que hasta el momento no se ha dado ninguna fatalidad, pero el riesgo es real. La exploración espacial no se va a detener por ello, pero es algo en lo que ya se tiene que poner manos a la obra. Hay que saber que la velocidad de caída de un objeto del espacio puede llegar casi a los 20 kilómetros por segundo, mucho más rápido que una bala de cañón, la cual a lo mucho puede alcanzar los 1,800 metros por segundo.
La caída de basura espacial en México es una realidad, y en todo el mundo, y lo peor del caso es que nadie está haciendo nada.
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