A pesar de que está ampliamente documentado que el dióxido de cloro no funciona para curar ni para proteger a las personas del virus Covid-19 que causa el SARS-Cov2, mucha gente lo sigue promoviendo como una cura milagrosa.
Hay que recordar que la COFEPRIS y la Secretaría de Salud han sido muy claros al respecto, está totalmente prohibido su venta y utilización como tratamiento de cualquier enfermedad, pues no existe ningún tipo de evidencia científica de que ese producto sea eficaz para combatir cualquier enfermedad. Incluso se invitó a la población a denunciar a toda persona y establecimiento que lo esté expendiendo.
Tan sólo en Nuevo León se ha sabido de, al menos, 15 casos de personas que han sufrido de los estragos causados por ingerir esta sustancia química. La desesperación y temor de las personas los ha hecho caer en la desesperación y han caído en la falsa solución que aparenta dar este producto. Varias personas, entre ellos algunos médicos que denunciaron esto, sufrieron ataques y amenazas por parte de los promotores de esa sustancia química.
En estos volantes utilizan desinformación para engañar a las personas. Dice en ellos que el dióxido de cloro “Elimina patógenos mediante oxidación", y sí, por eso es utilizado como desinfectante y antiséptico a nivel superficial, no para consumirlo, pues puede causar quemaduras internas y hasta falla hepática.
Pero mienten al decir que "El oxígeno promueve la alcalinidad y donde hay alcalinidad no hay enfermedad”, lo que promueve el oxígeno es la oxidación, y de hecho, si se cambiara la alcalinidad de la sangre o del cuerpo humano, el organismo podría caer en estado de shock e incluso causaría la muerte de la persona, pues el nivel de pH de nuestro organismo está nivelado según nuestra propia naturaleza. Por eso los peces de río mueren si los metes en agua de mar, y viceversa.
Incluso por redes sociales hay “comunicadores” e incluso algunos “periodistas” que erróneamente lo han recomendado en videos que han transmitido por sus redes sociales, sin tener el menor conocimiento de farmacología o medicina, o sin haber investigado realmente el tema, es como lo hemos mencionado antes, opinar desde la ignorancia.
Esperemos que las autoridades estatales y federales actúen pronto en contra de todos esos individuos que están lucrando con la desesperación de los familiares de los enfermos de esta terrible enfermedad, antes de que haya más perjudicados en su salud, o que sus promotores presenten las publicaciones en revistas científicas indexadas en donde se confirme su eficacia.
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