El neo-oscurantismo estaba ganando terreno en los medios electrónicos, y nadie hacía nada para impedirlo, sólo unos cuantos nos dedicamos a refutar lo que ellos ofrecían, plagado de parafernalia comercial pseudo-mística. Era el nuevo estupefaciente o narcotizante
Pero nadie hizo nada, a pesar de que varios así lo denunciamos y advertimos. Hoy en día el neo-oscurantismo ha infestado las redes sociales en donde ha toda clase de personajes incultos e ignorantes que se ponen a opinar, y hasta a dictar sentencias, sobre los más variados temas de interés público, pero sin tener la más remota idea de lo que se trata aquello que intentan opinar y hacer juicios.
Sus puntos de vista obtusos y carentes de conocimiento los quieren poner por encima de los que sí han estudiado e investigado temas de salud, ciencia y tecnología, como si la opinión de ellos fuese más valiosa sólo por tener más seguidores, que para colmo son igual de incultos que ellos. Las moscas siempre siguen a las moscas, pues todas buscan la basura.
Hoy en plena pandemia del siglo XXI tenemos a “artistas” incultos opinando sobre falsos productos milagro que aseguran curar al temido Covid-19, aunque la evidencia señala que esos productos son tóxicos y dañinos. El pseudo-periodismo incluso ha salido a defender al dióxido de cloro y a otras terapias falsas como si fueran la salvación para el mundo. Lo lamentable es que ser charlatán sí es delito en México, pero las autoridades estatales no han hecho nada hasta el momento.
Lo peor del caso, es que hay gente “instruida” que no sabe comprender la diferencia de funcionamiento entre un simple desinfectante y un antibiótico o un antiviral. Un antiséptico nunca podrá hacer las funciones de un antibiótico o un antiviral pues no está diseñado para eso. Una bicicleta no está hecha para volar como un avión, así de enorme es la diferencia.
Pero los defensores del falso mito del dióxido de cloro en lugar de dar argumentos verificables y datos corroborables, se ponen a lanzar insultos, a atacar y amenazar a quienes tienen el valor para cuestionarlos y poner en tela de duda la funcionalidad de esa sustancia química. Si la evidencia de su funcionalidad fuera constatable, así de sencillo muchos de nosotros aceptaríamos nuestro error y reconoceríamos su funcionamiento, pero no es así, nunca dan argumentos o datos sustentables.
No existe ni una sola publicación científica que avale que ese producto sea funcional, pero sí hay una amplia documentación de su toxicidad. Esto no es de creer en testimonios o anécdotas, esto es de validar datos y hacer pruebas para contrastar resultados. Eso no es de tener fe en algo, es de tener certeza o no tenerla.
Lamentablemente, los creyentes de falsas conspiraciones, y seguidores del neo-oscurantismo, prefieren seguir creyendo en ideas que satisfagan sus vacíos existenciales, en lugar de conocer la cruda realidad sobre esos asuntos. Presumen ser de mentes abiertas, pero tienen la mente terriblemente nublada. Increíblemente todavía hay gente que se niega a vacunarse o a usar el cubrebocas sólo porque leyeron desinformación en redes sociales.
Pareciera que la selección natural tiene una forma muy macabra de cumplir su función hoy en día, pues hoy más que nunca podemos constatar que lo que nos salvará es el conocimiento que nos da la ciencia y la tecnología, mientras quien terminará siendo parte de la estadística de los caídos, serán aquellos que se negaron a abrir su mentes a la ciencia.
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