10 noviembre 2016

Extraterrestres: ¿Amigos o enemigos?



Nos encontramos en pleno sigo XXI, en la era de la información y la tecnología, en donde las telecomunicaciones lo pueden casi todo. Excepto remover las ideas aferradas con necedad. Es ahí donde el mirar al cielo y buscar respuestas más allá de lo místico o espiritual resulta necesario. Es cuando ese abismo existencial o soledad cósmica los abruma a muchos, a quienes no les basta estar rodeados de millones de seres humanos similares a ellos mismos. Es cuando algunos se ponen a buscar a los extraterrestres, por donde sea.

Seamos objetivos, el tema de los extraterrestres no es nuevo, ya en siglos pasados se planteaba la posibilidad de la existencia de civilizaciones enteras en otros astros, desde la Luna, pasando por Marte, Venus y Mercurio, y más allá de nuestro sistema solar. No era tema, para nada, de esoterismo como lo es hoy en día, mucho menos contaminado de falsas conspiraciones de ocultación como algunos lo aseguran. Mucho menos plagado de desinformación y mistificación como se ha constatado en últimas décadas.

Hay que tener la mente abierta y los pies bien puestos en la tierra para abordar el tema de los extraterrestres, pues el tener múltiples registros a lo largo de la historia humana de presuntos encuentros con seres de otros mundos u ovnis, en épocas muy remotas, no es evidencia, mucho menos una prueba, de la presencia de seres alienígenas en nuestro planeta.

Muchos relacionan el tema de los extraterrestres con el fenómeno ovni, pero a pesar de décadas de investigación seria y formal, no se ha logrado determinar en ningún caso la posibilidad de que un tema tenga relación con el otro, muy a pesar de que los fanáticos y aficionados del tema (respaldados por pseudo-investigadores) se aferren a la idea de que un ovni es equivalente de nave extraterrestre.

Debemos saber que el fenómeno ovni, no es de origen distinto a nuestro entorno ordinario, como algunos erróneamente lo creen, por lo que se debe de abordar en toda medida por medio del método científico para su investigación, pues como ya se ha demostrado y replicado, puede ser un “fenómeno” controlado por individuos con mucho ingenio y deseos muy lucrativos de fama para ellos mismos.

Hay que saber diferenciar muy bien, no es lo mismo la ufología, el estudio que busca la desmitificación del fenómeno ovni, que la ufolatría, que solo busca la mistificación e idolatración del tema. Para colmo, la exopolítica ha demostrado ser solo una variante de la ufolatría plagada de nueva desinformación y mitos modernos. Los supuestos testimonios de “contactados”, “abducidos” y “canalizadores” no son de ninguna manera una fuente confiable sobre el tema de los extraterrestres, pues ni ellos mismos pueden demostrar que lo que dicen sea real, pues todo señala que solo son invenciones de ellos mismos.

Los investigadores serios y formales dedicados al tema de la búsqueda de vida extraterrestre han encontrado en la radioastronomía la mejor manera de encontrar ese camino. Aunque hay algunos científicos que temen esa posibilidad, y están en contra de tener un contacto directo con alguna otra civilización alienígena, por el riesgo, bastante real, de que la historia de la época de las conquistas se repitiera, pero ahora a nivel intergaláctico. No hay nada que nos de la más mínima idea de las normas morales y la ética de los hipotéticos habitantes de otros mundos.

El tema de la vida extraterrestre se ha actualizado con la aparente detección de 234 señales de pulsos laser, presuntamente emitidas por civilizaciones extraterrestres. Esto lo lograron los investigadores Ermanno F. Borra y Eric Trottier, del Departamento de Física de la Universidad de Laval, en Canadá, después de revisar más de dos millones y medio de estrellas registradas en el proyecto Sloan Digital Sky Survey (SDSS). Pero incluso para los especialistas en el tema, del instituto SETI, es una afirmación demasiado aventurada.

La cuestión es que a pesar de que algunos ven un gran riesgo en ello, la ganancia en cuanto a conocimiento al darse un encuentro, o una comunicación, entre dos civilizaciones de planetas distintos significaría un enorme avance en el saber, en ambos lados de la mesa. No rompería para nada paradigmas ideológicos ni rompería estructuras socioeconómicas, mucho menos derrumbaría estructuras religiosas, nada de eso ocurriría. Ya no estamos en el siglo XIV.

Sin embargo los pseudo-ufólogos y sus seguidores desean que caigamos en el neo-oscurantismo, idolatrando dibujos en los sembradíos hechos por humanos, globos tubulares fotografiados con un mal enfoque, animaciones digitales de mala calidad y otros trucos con los que buscan timar a los incautos.

Hay que dejar de ver al tema de los extraterrestres con ese morbo perverso que le dan esos personajes de dudosa y cuestionable ética. Es un asunto que debería de ser tomado con mucho más interés y dedicación que la que se le ha dado hasta ahora, pues como han dicho muchos analistas futurólogos, el destino del ser humano no está en la Tierra, sino en el espacio exterior. Y es ahí donde nos topemos con que no estamos solos en el universo.

La clásica frase de que “sería un desperdicio…”, es más que obsoleta y caduca en un mundo que no da la más mínima evidencia real de la existencia de vida de otras formas de vidas ajenas a nuestro planeta. Pero esperemos que no tengamos mucho que esperar para saber que no somos los únicos, no por sentirnos acompañados, sino por el simple hecho de resolver ese misterio y cerrar por fin esa duda que a muchos hasta ahora nos llega a la mente.

No importa que creas sobre esto, si no lo puedes demostrar, no importa lo que creas.

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