Esa enorme roca que ha acompañado a nuestro planeta por millones de años, me refiero a la Luna, ha sido tema de un sinnúmero de anécdotas, ideas, mitos y hasta supersticiones que han marcado a cada cultura de distinta forma, en algunos casos para bien en otros casos para mal. Hoy sabemos que no existe tal “Madre Luna”, pues sabemos perfectamente que solo es un astro o satélite que circunda nuestro mundo, pero por ella han surgido algunos misterios que merecen ser aclarados.
Primero que nada, la Luna no es de queso, está compuesta de varios elementos químicos, principalmente oxígeno, silicio, aluminio, calcio, hierro, magnesio y titanio; posiblemente de ahí surge su color gris claro, casi blanco. No tiene atmósfera, un efecto que tiene varios miles de años, la vida de organismos biológicos como los conocidos hasta el momento no podría ser factible, por lo que las antiguas leyendas de selenitas quedan totalmente descartadas.
El ser humano sí llegó a la Luna en el siglo XX. Para ser más precisos, fue el 14 de septiembre de 1959 cuando la sonda espacial rusa Lunik 2 se estrelló en la superficie lunar, posteriormente, el 3 de febrero de 1966 se logró el primer descenso con éxito gracias a la sonda Lunik 9. Posteriormente, los estadounidenses aterrizaron en la Luna con la primera misión tripulada, la Apolo 11, el 20 de julio de 1969 y el último alunizaje tripulado lo realizó la misión Apolo 17 el 11 de diciembre de 1972.
Sin embargo la Luna siempre se ha mantenido en el ojo de los científicos espaciales. El 17 de noviembre de 1970 los rusos lograron de nuevo ganar la carrera espacial, al alunizar el primer vehículo robótico (rober) controlado desde la Tierra, el Lunokhod 1. Y los trabajos ahí han continuado, lo más reciente ocurrió el 9 de octubre de 2009, cuando la NASA estrelló la sonda espacial LCROSS en el cráter Cabeus, ubicado en el Polo Sur de la Luna, para confirmar la presencia de agua en este cuerpo celeste.
A pesar de que la Luna ya ha sido múltiples veces fotografiada y videograbada por aficionados y profesionales de la astrofotografía, siguen surgiendo aparentes misterios relacionados a ella, los cuales van desde la supuesta presencia de una base de seres extraterrestres construida ahí, hasta la presencia de aparentes ruinas antiguas abandonadas, hasta el hallazgo de pedazos de naves o cuerpos de extraterrestres muertos.
Los maquinadores de mistificación inventaron la supuesta misión Apolo 20, la cual en la realidad nunca existió, pero los mercaderes de la desinformación han lucrado con el engaño de que en 1976 llegó a nuestro satélite natural y sus tripulantes encontraron los restos de una nave alienígena e incluso el cuerpo de un ente de otro planeta de apariencia femenina, el cual los fanáticos(malamente) apodaron la “Mona Lisa”. Un total insulto al intelecto humano, un fraude que cada día le inventan más cosas, pero que, como siempre, no pasa las primeras pruebas para la verificación de su certeza.
Con la novedosa moda de las “super lunas” que no es otra cosa que la aparición de una Luna llena (o Luna nueva) en el momento del perigeo, que es el momento de máximo acercamiento entre la Luna y la Tierra, algo que se da todos los años, aunque en algunos su índice de acercamiento puede ser un poco mayor que otros, lo que visualmente hablando, hace que el cuerpo celeste se vea un poco más grande y cerca de lo normal, aunque no mucho en realidad.
Erróneamente este fenómeno astronómico ha sido relacionado con catástrofes naturales como terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas e incluso huracanes, pero se ha demostrado que las fases de la Luna no afectan en nada a las condiciones meteorológicas o geológicas de algún lugar de la tierra, lo único que causa es la marea en las playas, y es por efecto de la gravedad. Por si fuese poco, muchas personas siguen creyendo que las fases de la Luna afecta en la siembra, poda y cosecha de cultivos, o en la conservación de la carne de los pescados frescos, algo que solo es una creencia muy difundida, pero que no tiene ningún indicio de ser constatable de forma real.
Incluso algunos han llegado a asegurar, falsamente, que afecta a la gestación del bebé en mujeres embarazadas o que su “magnetismo afecta el comportamiento de los animales y personas”. Todas esas ideas surgidas en siglos pasados han sido más que descartadas, e incluso se sabe que el mínimo campo magnético que posee la Luna no puede afectarnos a nosotros o a nuestro planeta de ninguna manera, pues es apenas perceptible en su propia superficie. Por si no ha quedado claro, la Luna no emana ningún tipo de magnetismo, eso es falso. Y por si a alguien le pasó por la mente su influencia en los signos zodiacales, la mal llamada “astrología” es netamente errónea en toda su gran amplitud. ¿Quedó claro eso?
Nos faltaría hablar del mito de los hombre lobo, que se supone surgen en noches de Luna llena, algo que ya es parte del folklor antiguo, y aunque sea un mito ya descartado, solo en películas de fantasía intentan revivirlos. Recordamos que la palabra “lunático” se refiere a alguien de conducta con cambios bruscos de carácter o de humor sin explicación, como un loco. Pero no es que la Luna ponga loca a la gente, eso es falso, aunque sí hay un estudio que indica que la Luna llena puede generar leves trastornos de sueño (sus cerebros generan menos melatonina) en algunas personas, pero eso solo pueda ser un simple efecto cronobiológico, un “ritmo circalunar” vestigial de antiguas conductas del pasado.
En fin de nuestro bello satélite podríamos seguir hablando y escribiendo hoja tras hoja, objeto de inspiración de los bardos y de grandes pintores, hoy punto de enfoque en la mira de fotógrafos y camarógrafos. Pero todos miran a ella, en algún momento les inspira e ilumina su noche. Pero la noche de los misterios de la Luna debe de desaparecer, y pasar al día del saber de nuestra hermosa compañera cósmica.
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