Para muchos hoy se conmemora el 68 aniversario de un acontecimiento que fue el que le dio el gran empuje mediático que hizo que la ufología destacara a nivel mundial en las primeras planas de los periódicos de aquella época. Un hecho que para muchos, hoy en día sigue siendo un gran misterio, pero que podría estar algo sobrevalorado.
Todo inició un 3 de junio de 1947 cuando se dio el hallazgo de un presunto estrellamiento de un “platillo volador” que se estrelló cerca del pueblo de Roswell, Nuevo México, en donde las autoridades militares de la época, al no saber manejar el incidente, se les ocurrió salir con la novedad de que se trató de la colisión de un “platillo volador”, lo que fue un gran éxito noticioso en su momento. Los medios se enteraron hasta el 7 de junio, al día siguiente la noticia se había regado por todos los rumbos.
Posteriormente las mismas autoridades militares desmintieron que se tratara de un platillo volador, alegando que se trataba de un globo meteorológico, pero los fanáticos del mito de los extraterrestres no permitirían que su mito muriera tan fácilmente. En su momento las autoridades permitieron que el mito creciera para distraer a la población de los verdaderos problemas que tenía la comunidad estadounidense en su momento, e incluso algunos lo engrandecieron, pero todo llegó a su fin varias décadas después con la desclasificación de los “archivos secretos”.
Finalmente se logró saber que solo se trató del Globo N°4 del Proyecto Mogul, el cual estaba encaminado a detectar armas nucleares soviéticas a grandes altitudes de la atmósfera. Un hecho que fue el desencanto de los ufólogos y seguidores del mito del estrellamiento del ovni con tripulantes extraterrestres en esa región, los cuales, según los rumores fueron recuperados por los militares. Pero este rumor fue echado por tierra cuando el investigador Nick Redfern ventiló que los presuntos cuerpos de extraterrestres, se trataron de los cuerpos de dos prisioneros japoneses que fueron usados como experimento, quienes viajaban en una pequeña cabina que transportaba el globo y que portaban trajes especiales diseñados para soportar las altas presiones y la falta de oxígeno de esas grandes alturas. Algo tan insólito como terrible.
En pocas palabras, a Roswell le queda de extraterrestre lo que al Triangulo de las Bermudas de inexplorado, nada. Pero es parte de su folklor de sus leyendas urbanas, que al igual que muchas otras seguirán presentes en la cultura de ese lugar, y de todos aquellos que creen que no somos los únicos en el universo, pero que no tienen ninguna evidencia que le de sustento a sus creencias.
Y todo indica que será larga la espera para encontrar evidencias de que no somos los únicos seres inteligentes del universo, pues, hasta el momento, no hay evidencia que pueda señalar que hay alguien más en la inmensidad del universo. No importa creer que no somos los únicos en el universo, eso es caduco y obsoleto, lo único que importaría seria el poder demostrarlo, y hasta ese momento, hay que hacernos responsables por lo que nos toca en este mundo. Y quien afirme lo contrario, que lo demuestre.
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