Pues sí, me volvió a dar el Covid-19, esta ocasión con su variante ómicron, la cual fue mucho más leve que la primera vez que me dio, gracias a que ya tengo mis dos vacunas aplicadas.
No lo puedo negar, fue un fastidio estar encerrado en un cuarto de 25 m² durante 7 días, pero fue mucho mejor que la primera ocasión que me dio esta enfermedad que ha tantos ha llevado a la tumba.
La primera vez que me dio fue en diciembre del 2020, erróneamente yo pensaba que no me iba a dar debido a que tenía muy buena condición física y al tipo de alimentación integral y completa a la que estoy acostumbrado. Pero ni eso te salva del SARS-CoV-2.
En aquel diciembre todo comenzó con una repentina calentura, dolor de cuerpo pero sobre todo, un intenso dolor en las encías. Llegué a pensar que se me iban a caer todos los dientes por el dolor. Fui a hacerme mi examen PCR, y efectivamente di positivo.
Fueron dos semanas de encierro total. Después de consultar con un buen médico vía telefónica, me dio varios medicamentos, desde antibióticos, antiespasmódicos y analgésicos.
El día crítico fue amanecer en Navidad con 83% de oxigenación, que la subí rápido haciendo ejercicios de respiración. Mi esposa, una profesional de la farmacología, sugirió ir al hospital, pero le pedí no ir mientras yo estuviera consciente.
Al día siguiente, de nuevo amanecí a 83%, volví a hacer los ejercicios de respiración profunda y subió rápido mi nivel de oxigenación. Posteriormente no volví a bajar de 90% ningún día. Fue algo muy crítico y estresante para mi, no lo puedo negar, a pesar de que traté de no poner nerviosa a mi esposa por lo mal que me llegué a sentir algunos días.
El dolor corporal era muy molesto al grado de no poder estar mucho tiempo en alguna posición, ni sentado ni acostado, pues donde tuviera presión mi cuerpo al poco tiempo me dolía. Sólo por las noches tomaba los analgésicos para poder dormir sin dolores. Aunque, no lo niego, varios audiolibros de terror me fueron muy relajantes por esas noches frías y oscuras. Al pasar casi las dos semanas me sentí mucho mejor de pronto y acudí a hacerme la prueba de nuevo, por fin di negativo, y pude volver a mis actividades.
Fue muy relajante volver a la acción, pero esas dos semanas de reposo absoluto me dañaron más de lo que había pensado, al grado de causarme otros malestares que terminaron por modificar mi ritmo de vida totalmente, me subió mucho el azúcar y los triglicéridos, pero después de cierta medicación, un cambio nutricional y un aumento considerable en la rutina de ejercicios, a final de cuentas fue para bien.
Pero ahora entrando enero del presente año, me volvió a dar, pero con su nueva versión, aparentemente menos agresiva. Lo más intenso fue que no me dejaba dormir, ya que sólo por la noche me daban ataques de tos muy molestos, comenzaban a las 11:00pm y terminaban hasta las 6:00am.
Pero ya di negativo a mi prueba de antígenos, y ya volvimos a las andanzas, pero con mucho trabajo atrasado.
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