Es muy lamentable ver como una ideología que, según la mitología, tenía un origen humilde y bondadoso, se ha convertido en mucho de sus seguidores en una herramienta para desperdigar el odio a los cuatro puntos cardinales.
El cristianismo hoy en día ha tenido un resurgimiento de ese oscurantismo de antaño, resaltando sus ideologías de odio en contra de todo aquello que no se cuadre a sus ideales y creencias prestablecidas. Muchos le dicen apologética a eso.
Incluso muchos miembros del catolicismo moderno enarbolan las banderas del odio y la discriminación en contra de grupos que, desde hace siglos, ya eran atacados y denostados por las distintas corrientes del cristianismo. Nos referimos a las mujeres, los niños y la comunidad LGBT.
Es una triste realidad netamente constatable, que en muchos grupos de “cristianos”, “evangelistas”, “católicos”, y demás denominaciones, su principal discurso en las redes sociales es el odio encarnecido en contra de quienes no obedecen ciegamente sus creencias.
Los mismos católicos han convertido al catolicismo en una secta más, promoviendo el separatismo y división social entre sus seguidores en contra de otras personas ajenos a ellos.
La Iglesia Católica, como institución, intenta sobrevivir a los embates del siglo XXI, cada día pierde más feligreses, que se suman a las filas del agnosticismo, ateísmo y apateísmo. Ya ni siquiera se van a otro grupo religioso, por la culpa de sus mismos miembros, y del auténtico estudio de las religiones comparadas, las personas se alejan sanamente de todo lo que aparente ser “religioso”.
Es que, siendo honestos, muchos de esos que se dicen apologistas son los principales promotores de las ideologías del odio “cristianas” y “católicas”. Desde sus memes hasta publicaciones extensas en medios electrónicos son utilizados para denostar en contra de los derechos y libertades de los demás que no están de acuerdo a sus creencias.
Abusos como el Pin Parental, la penalización de los abortos o prohibir el matrimonio igualitario, son sólo algunos de los abusos que promueven los seguidores de esas ideologías del odio. Las libertades y derechos humanos no deben de estar sometidos a creencias mitológicas y supersticiones.
Es ilógico e irracional que en pleno siglo XXI, en el siglo de la información, la dignidad e integridad de las personas sea vulnerada por creencias obsoletas y erróneas. Si realmente existiera su dios, estaría avergonzado de esos seguidores.
El fanatismo siempre ha sido un problema y un peligro para la sociedad, ya sea en temas políticos, deportivos, pero sobre todo en lo religioso, porque se creen “soldados de dios”, y eso sí es un peligro. No por nada en la psiquiatría contemporánea ya se considera el fanatismo religioso exacerbado como un padecimiento mental.
El problema es cuando llegan a puestos de gobierno, pues si un individuo inculto e ignorante puede llegar a la cumbre del poder ejecutivo a pesar de sus defectos, ahora imagínense a un fanático religioso infestado de ideas de odio.
Si tus creencias te enseñan a despreciar y a odiar a quien no piensa como tú, entonces tus creencias son en realidad ideologías de odio, y por tu salud mental debes de alejarte de ellas.
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