17 septiembre 2019

Ayuda o no estorbes

Se dice que no existe la publicidad mala, que todo es publicidad, pero...

Seamos honestos, que gente mala hable mal de ti, no es mala publicidad, de hecho es buena, pues aunque ellos hablen mal del ti, sigues siendo lo contrario a lo malo, ellos quedan como los envidiosos, aunque tengan más cosas que tú no tengas ellos siguen siendo los deshonrados.

Pero que la gente que sí es buena hable de las cosas malas que haces, eso sí seria malo. Y peor es si esa gente buena te ignora. Sería igual a no existir siquiera. Por eso procura rodearte de gente buena, no de paleros que solo te sigan la corriente.

Pero ¿quien es la gente buena o quién es la gente mala? Es más sencillo de lo que parece hacer esta diferencia. La gente buena son las personas que sí son honestas, decentes justas y respetuosas; así de sencillo, ellos sí son los buenos, pues son el vivo ejemplo de la bondad. En cambio la gente mala, son todos aquellos que carecen de esas virtudes, e incluso en algunos casos ni merecen ser considerados personas ni humanos.

El hablar de valores y virtudes humanas es hablar de la integridad y dignidad de las personas, conceptos que ya estyan un poco olvidados por estas nuevas generaciones que solo les interesa saber que son las cosas pero no les interesa saber el cómo o el porque son así las cosas. No les interesa profundizar en el conocimiento, por eso son fácilmente engañados por embaucadores y merolicos que llenen sus expectativas ideales, aunque estas no sean nada realistas. 

De ahí sabemos que muchas ideologías o creencias terminan corrompiendo a las personas de mentes frágiles y manipulables y los terminan convirtiendo en simples siervos de sus amos que los utilizarán según sean sus intensiones, especialmente si esas intensiones no son buenas. Pero ellos se sentirán a gusto y satisfechos pues, según ellos, serán los mártires o los héroes de su credo o ideología que da la vida por sus creencias o políticas. 

Morir o matar por creencias o ideologías políticas es lo más horrendo y monstruoso que ha ocurrido en nuestro mundo, el egoísmo y la soberbia encarnado en esos líderes que solo pudren las mentes de jóvenes engañados con la gloria del sacrificio con tal de erradicar a quienes no piensan como ellos. Es algo inhumano y nefasto en su totalidad.

Si algo me ha enseñado la vida es que cada quien tiene lo que ha sembrado en el camino de su vida. De ahí uno deduce que no es malo que a uno le tengan envidia, lo malo es tener envidia de otros. Si los demás te tienen envidia y te tratan de imitar o seguir tus pasos, es que vas por el buen camino. La envidia y el odio no dañan al que van dirigidos, solo dañan a quien los padece, a los perdedores. Y mientas sientan envidia y odio por ti, así será, seguirán siendo los perdedores de siempre.

Eso sí, si alguien te ataca, defiéndete de forma total y absoluta, de tal manera que no pueda volver a atacarte quien te agredió. Pero nunca seas tú quien ataca primero, pues serás la presa de tu propio mal.

Los argumentos nos hacen iguales a todos, al igual que las espadas en la esgrima, hacen a los contendientes iguales en posibilidades de ganar; pero es la destreza y la agilidad en su manejo quien determina quien será el ganador. Aunque en un debate lo importantes es que gane la razón la lógica, no un individuo en particular, y así al final todos tendrán la razón pues conocerán que es lo cierto.

Honor y dignidad son ideas tan complejas para los jóvenes de estos días que prefieren no pensar en ellas, a menos que se vean vulnerados en ellos por alguna instancia fuera de su control o dominio. Pero ¿cómo pueden defender su honor y dignidad quienes nunca se han preocupado en cultivarlos
Simplemente no hay forma. El pandillero, el malandro, el truhán, el corrupto no tiene palabra, no tiene honor, mucho menos dignidad que defender. No se puede pedir respeto si no se da primero. 

Hoy sabemos que la religión no es garantía de generar buenas personas, ni decentes ni honradas, y de ahí podemos señalar a todos los miembros de los distintos grupos de odio que han surgido para atacar a toda cultura o ideología que no se cuadre a sus limitadas creencias, se creen jueces y verdugos del pueblo cuando ni siquiera ellos son dignos representantes del pueblo. Son simples mentes débiles enfermas de odio y rencor por lo que no está a su alcance.

El miserable no es aquel que carece de muchas cosas, es aquel que desea muchas cosas y que no le basta con lo que tiene, ese es un miserable, pues por más que tenga no le basta para llenar sus abismos existenciales. Es aquel que nunca pide perdón a nadie por su soberbia que lo pudre por dentro y que lo terminará por sepultar en la amargura y oscuridad de su miseria personal.

¿Qué te cuesta ser una buena persona? No te cuesta nada, de hecho hasta te hacer un gran favor a ti y tu familia, e incluso a la sociedad misma. Deja tu falsa pose de escaparate, de personaje de ficción que no existe, y ten el valor de tomar las riendas de tu vida. Si tus padres eran pobres cuando tú eras chico, es culpa de ellos, pero si tú a tus casi 30 años siguen siendo el pobre, es culpa tuya. Ponte a prepararte para un buen trabajo, honesto y honrado, que te encumbre como persona, no como un lastre más para la sociedad.

Si quieres ser un líder entonces ayuda a los demás a crecer y a avanzar, busca el progreso de los demás, apoyalos sin estorbar a los demás, si no sabes como aprende, si los demás no saben, enséñales, pero hazlo.

O cállate y hazte a un lado, y deja pasar a quienes sí lo van a hacer. 

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