18 enero 2019

Con una ouija en el panteón


En esta ocasión hablaré de un objeto rodeado de misterio y que hasta hoy en día sigue siendo tema de charla para algunos aficionados a los temas de misterio, me refiero al tablero ouija, el cual tiene un origen bastante particular. Este aparato fue patentado en el año de 1880 por el empresario Elijah Bond, aprovechando toda la parafernalia desatada por la moda del espiritismo en el siglo XIX.

Hay que recordar que en ese siglo se vivieron varias crisis sociales a nivel mundial que afectaron mucho la idiosincrasia de algunas personas que las llevó a refugiarse en lo esotérico o místico para escapar de las tribulaciones del mundo real. En cierta manera, vivían un momento muy similar al actual, pues muchas personas están repitiendo los mismos patrones y errores del pasado, sobre todo en el campo ideológico y político.

La ouija no era más que una copia de tantas planchetas parlantes que se usaban desde tiempo atrás, supuestamente para comunicarse con espíritus o entidades incorpóreas. Sin embargo se popularizó tanto que lo terminaron vendiendo en jugueterías a bajo costo. Sin embargo, muchos no veían esto con mucho agrado.

A la ouija, güija o witchboard se le ha rodeado de muchas leyendas por estar directamente relacionada con la necromancia. Así es, la ouija es un instrumento de necromancia, pues era para invocar muertos, aunque los religiosos decían que se trataba de seres oscuros. Por ello surgieron relatos de posesiones diabólicas y casas encantadas (infestadas) alrededor de sus mitos.

Sin embargo, esta simple tabla no es más que un simple juguete que sirve para jugar con la mente de las personas que lo juegan por medio de la sugestión mental y movimientos físicos inconscientes. De hecho el científico Michel Eugène Chevreul la desmitificó desde antes de ser patentada gracias a la investigación sobre el “péndulo mágico”.

En científico francés explicó en su artículo "De la baguette", publicado en 1854, cómo las reacciones musculares involuntarias y subconscientes, son responsables de los movimientos aparentemente mágicos. Descubrió como el cerebro reaccionaba si una persona sostenía las famosas “varillas de adivinación” o un “péndulo mágico”. Fue de las primeras explicaciones del “efecto ideomotor”. 

Hay otros experimentos posteriores que la han desmitificado, como el experimento del Profesor Larry Bayou, el cual demostró que si los participantes no ven la tabla ouija, no se forma ninguna palabra, refutando toda posibilidad de intervención de entidades preternaturales.

Pero a pesar de todo esto, todavía hay pseudo-investigadores de fenómenos paranormales que la siguen usando en sus “investigaciones”. Es muy común escuchar de gente que se mete a panteones o casas abandonadas por la noche para jugar a la ouija e “invocar a los espíritus que ahí habitan”, como si un espíritu necesitara de una estructura física para habitar.

De hecho muchos cometen la gracejada de “retar” a otros a que los acompañen por la noche a los panteones a jugar con la ouija. Es lamentable el pobre nivel cultural que se maneja en este campo, pero es la cruda realidad que se ve en ese campo. Estamos muy a tiempo para exigir más seriedad y objetividad a aquellos que se hacen llamar investigadores, y exigirles que se dejen de estas payasadas.

No estamos negando la existencia de los fenómenos de apariencia presuntamente paranormal, lo que estamos exigiendo es que quienes se digan investigadores, realmente se pongan a investigar, a dar soluciones y respuestas a esos casos, que los desmitifiquen y descarten o que los confirmen, pero que ya no se la pasen en la mediocridad con la incertidumbre de “usted tiene la última palabra” o “crea usted lo que considere mejor”.

Esto no es de creer, es de demostrar. Pónganse a estudiar y a trabajar, investiguen de verdad.

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