Ambos operan bajo estructuras jerárquicas muy rígidas que demandan una lealtad ciega y absoluta de sus miembros, a menudo recurriendo a la intimidación, el acoso, la extorsión, el hostigamiento y al adoctrinamiento obligatorio para mantener el control de sus miembros y sus subyugados.
Tanto el crimen organizado como los movimientos fanáticos religiosos explotan las vulnerabilidades de las comunidades, prometiendo “protección”,sentido de pertenencia o “salvación” a aquellos que se sienten marginados o'desesperados.
Su influencia puede corromper y pervertir las economías locales, alterar el orden social y erosionar las instituciones democráticas mediante la manipulación tendenciosa, la corrupción, el hostigamiento a personas en vía pública, e incluso el uso de la violencia física.
Un ejemplo de esto, es que hay grupos de “abogados religiosos” que está a favor de los abusos cometidos por fanáticos religiosos, apoyando, solapando y hasta defendiendo actos de odio que cometen en contra de la comunidad, poniendo como “mártires” o “santos” a los infractores, cuando en realidad sólo son viles hostigadores y acosadores de gente inocente.
Otra cuestión que les hace similares, ambos hacen reuniones, como un“lobby”, para compartir y presumir sus logros, hazañas y propuestas para derrotar o destruir a sus “contrincantes”,como recientemente ocurrió en una reunión realizada en España, en donde grupos de poder político-religioso (¿mafia?) se reunieron para despotricar contra quienes no los siguen ciegamente.
Un dato curioso pero lamentable, es que algunos grupos del crimen organizado, y grupos de fanatismo religioso, se la dan, según ellos, de héroes del pueblo o salvadores de comunidades abandonadas, aprovechándose de la crisis, la pobreza o ignorancia de esas comunidades.
Otro ejemplo son los que caen en la fanfarronería de victimizarse porque son multados o arrestados por bloquear la vía pública por estar rezando en la calle, sin haber solicitado algún permiso a la municipalidad para estar bloqueando la vialidad con sus actos de proselitismo religioso. Incluso algunoslo hacen de manera repetitiva, y todavía se quejan porque son multados por eso.
Nadie les prohíbe rezar o creer en determinada mitología, pero para eso tienen sus templos y sus casas, la vía pública es para todos, no sólo para un grupo belicoso que no representa a la mayoría de la ciudadanía.
Además, ambos fenómenos sociales, por sus conductas violentas, fomentan y se alimentan del miedo y la desinformación para manipular a la población y avanzar en sus agendas particulares, lo que dificulta aún más su erradicación.
Otro factor que los hace muy similares, es que tanto el crimen organizado como los grupos de fanatismo religioso están en contra de la libertad de expresión y la libertad de pensamiento, pues tratarán de coartar y censurar por todos los medios toda idea que sea contraria a sus intereses particulares.
Reconocer estas grandes similitudes en estos dos cánceres sociales es crucial para desarrollar estrategias más efectivas de prevención e intervención que aborden las raíces comunes de estos males sociales, para así poder extirparlos de la sociedad y evitar que sigan dañando a la humanidad.
En México los religiosos ya causaron una guerra, y el crimen organizado otra, ya no queremos más guerras de ningún tipo.
Ahí se las dejo de tarea.
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