El hecho de exigir al gobierno que a las mujeres se les brinde justicia, seguridad y bienestar, nunca estará de más, pues es lo correcto y es lo justo en toda medida. Pero la ideología del machismo está tan arraigada en la cultura mexicana que sus raíces van desde la religión hasta la política.
La cosificación de la mujer en la cultura mexicana es algo casi ancestral, desde la época de la conquista española en México la mujer era una mercancía para canjearla por otras propiedades materiales, y no se diga, se sabe que hasta se las jugaban en un juego de barajas los apostadores en la época de la Revolución Mexicana, y todavía a mediados del siglo pasado se daba esa “costumbre”.
Hoy las mujeres levantar la voz con toda razón, pues son personas con valores y virtudes propias que merecen ser respetadas y defendidas por todos. Ellas han sido víctimas de muchos abusos durante toda la historia de la humanidad. Apenas en el año de 1953 fue cuando las mujeres mexicanas tuvieron derecho a votar, sólo hasta ese momento tuvo valor su voz y fueron escuchadas por los políticos mexicanos.
Las protestas y manifestaciones de todas las mujeres también es contra todos esos políticos que nunca las escuchan, ni defienden, sus derechos y libertades, a pesar de que cobran un gran sueldo para hacerlo. El aborto es una libertar de toda mujer, y los políticos deberían de defender y luchar por esa libertad, pero prefieren censurarlas por sus creencias mitológicas (supersticiones religiosas).
Las mujeres aprenden de sus errores, no son las mismas que vandalizaron negocios de personas inocentes, esas eran las fuerzas de choque de grupos políticos en el poder que se infiltraron para intentar desprestigiar al actual movimiento feminista mexicano. Ya todos sabemos eso.
El movimiento del 8M es por la injusticia, es por la inseguridad, porque las mujeres de México están enojadas con el gobierno, pues no hace nada para defenderlas, o que ellas mismas puedan defenderse. No importa que una inculta e ignorante “influencer” intente atacar al movimiento de las mujeres. Le debería dar vergüenza intentar atacar algo que lucha hasta por ella misma.
En México matan a más hombres que a mujeres, sí, pero los actos de violencia con mayor odio son siempre contra las mujeres, al grado de llegar a vender el cuerpo de ellas. La iglesia católica, la cristiana y la evangelista también son parte del problema, pues hasta la fecha siguen inculcando que la mujer sea sumisa e ignorante, le enseñan a quedarse callada cuando su marido habla, no le enseñan que su palabra vale tanto como la del hombre. Que ella es dueña de ella misma, y que es libre de vivir su vida como ella quiera hacerlo.
En los años 1990´s cuando inició la cultura de género en México, muchos se burlaban que diéramos importancia a lo que opinaran las mujeres, les parecía contrario a sus ideas, y es precisamente esas ideas y creencias lo que ha oprimido a la mujer hasta la fecha.
En los tiempos en que di clases de defensa personal, a todas mis alumnas siempre les enseñé que ellas siempre podrán ser tan fuertes como un hombre, si se preparan igual que ellos para la vida, no importa si ellas son mujeres, son humanos, son personas, y si se preparan podrán romper todas las cadenas que sean necesarias para su desarrollo. Y así ha sido hasta ahora.
Las mujeres mexicanas han dado un ejemplo a todo el mundo de auténtico valor cívico, de su auténtica lucha ante décadas de constante sometimiento ideológico y demagógico por parte del mismo sistema impuesto por el régimen religioso-político impulsado por el gobierno mexicano.
El actual régimen solo es el resultado de todos los anteriores, que solo buscaron su beneficio personal y que se olvidaron ayudar o defender a quienes votaron por ellos. Todos los políticos quieren a las mujeres en sus campañas para que voten por ellos, pero después de las elecciones siempre las olvidan.
Hay que terminar con el silencio sepulcral al que los políticos y las iglesias condenan a las mujeres mexicanas, ellas no están para ser las sirvientas sumisas y silenciosas de alguien. Su voz tiene peso y valor, al igual que la de los hombres.
Es patético ver como algunos “hombres” se sintieron mancillados en sus creencias e intentan “criticar” al movimiento feminista mexicano, que surgió por la ignorancia impuesta a la fuerza por distintos grupos político-religiosos que promueven las ideas de odio en contra de la cultura de género, pues no quieren reconocer que la mujer vale tanto como un hombre.
Ellas han generado un auténtico movimiento que ya superó al de octubre de 1968. La actual lucha es auténtica y se ha refrendado a nivel nacional, el descontento es general, y desgraciadamente no hay mujer en no haya padecido algún tipo de abuso en algún momento de su vida.
Por eso las mujeres se enfrentan a las principales instituciones que las oprimen, que son el gobierno y la iglesia, pues llegan al grado de querer controlar lo que ellas hagan con su cuerpo basándose en falsos mitos, bulos y supersticiones religiosas.
Las mujeres deben de ser respetadas y merecen ser defendidas de todos esos malandros que lanzaron su piedra y escondieron la mano, de esos que usan las distintas plataformas para atacarlas, en lugar de darles su lugar y defender su libertad a ser como ellas quieran ser. No son perfectas, pero los demás tampoco lo son.
Es patético ver mujeres defendiendo iglesias en lugar de defender los derechos y libertades que esas mismas iglesias buscan oprimir y censurar. Es patético ver como funcionarias públicas intenten defender a un régimen de gobierno machista y opresor que las utilizó para que lo defendieran de quien se ha dedicado a atropellar. Son cómplices de su propio carcelero.
Las mujeres valientemente protestan de frente al Palacio Nacional, desde donde el gobierno promueve ideologías machistas y de odio, y para colmo manda a sus subordinadas para que lo defiendan en contra de las mujeres que el mismo gobierno oprime.
Las mujeres de México ya están hartas, ya están fastidiadas, de ser cosificadas y reducidas a ser solo las sobras de la sociedad. Ellas merecen espacios seguros y libres de peligros, así como los hombres también. Las leonas han despertado, y ya nada las debe de volver a dormir. El país necesita escuchar ese rugido de libertad y seguridad, pues toda mujer, toda persona lo merece. El rugido de la leona trae siempre la paz a la manada.
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