Se ha dicho y escrito mucho de ellos, de que hace muchos siglos, del cielo llegaron unos grandes maestros, unos salvadores, unos grandes arquitectos, que a la antigua raza humana le dieron el saber de las cosas. Quienes les ayudaron a pasar de simples cavernícolas a seres civilizados; pero que entre otras cosas también les enseñaron a idolatrarlos, por ser superiores a los humanos.
Algunos dicen que fue gracias a ellos fueron los originales fundadores de la gran Mesopotamia y Babilonia, fueron quieren enseñaron la antigua Ley del Talión, de la cual ya solo se recuerda la famosa frase de “ojo por ojo, diente por diente”, para imponer justicia sin par ante todos.
Otros cuentan que fueron ellos, los que llegaron del cielo, quienes enseñaron a construir las impresionantes pirámides a los antiguos egipcios y a los mayas, que ellos fueron los que les dieron los diseños a los antiguos pobladores de Perú para trazar las Líneas de Nazca, pues eran para ellos, para el guiar los vuelos de sus naves en nuestro planeta.
Sin embargo, algo ocurrió, el humano dio ese salto evolutivo y despertó su conciencia, dejó las creencias y abrazó el conocimiento de lo real, de lo palpable y de lo tangible. Y descubrió que lo que se decía de los “maestros llegados del cielo” era falso, sí, después de revisarlo, ponerlo sobre la mesa y analizarlo, se dieron cuenta de que era falso.
El humano abrió su mente al pensamiento inquisitivo y descubrió como los antiguos habían construido las pirámides egipcias y las mayas con las simples herramientas con las que se contaba en el pasado, descubrimos que el ingenio humano logró la construcción de grandes monumentos como Stonehenge y los Moái de la Isla de Pascua. Con el ingenio humano, y sin la ayuda de ningún ser venido de las estrellas, la humanidad logró avanzar y crecer.
Algunos todavía prefieren aferrarse a ideas obsoletas y ya desmentidas de que los seres venidos del cielo llegaron para darnos su conocimiento, pero la realidad es que todo indica que, en realidad, nunca llegaron a nuestro planeta. Hay personas de mente muy cerrada que se reúsa a liberar su mente de los falsos mitos sobre extraterrestres u otras entidades venidas del cielo, pero solo es fanatismo, y como todo fanatismo es irracional e ilógico, y altamente toxico por si mismo.
Los que padecen la soledad cósmica necesitan ser salvados por seres superiores a ellos, pues aceptan que por si mismos no se pueden salvar a ellos. Es una historia muy miserable, pero así es, el querer llenar un abismo existencial con falsedades cósmicas y mentiras extraterrestres, solo pone en evidencia una cerrazón mental muy oscura, al grado que no se atreven a ver la luz del conocimiento de que no hay tales seres.
¿A caso es mejor vivir en una dulce mentira que en una cruda realidad? No negamos que sí puede existir la vida en otros planetas, solo que hay que ser netamente serios y objetivos en esto, actualmente no hay ninguna evidencia de ella, mucho menos de que haya existido su presencia por algún momento en la Tierra.
Hay quienes prefieren ser esclavos de una mentira, encadenar su mente a un fraude que alimentan con más falsedades. ¿Qué honor o dignidad pueden tener ellos? Te invito a razonar, a analizar la realidad tal cual es, lejos de mitos y mentiras, solo lo que es. Y ahí encontraras el verdadero saber. Esos que supuestamente vinieron del cielo, no nos han dejado nada, pues nunca han venido.
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