En este año nuevo 2017 ha iniciado muy agitado, lleno de incertidumbre en muchos aspectos desde el social, pasando por el financiero hasta el político y religioso. El mundo está entrando en una crisis que hace mucho tiempo no se vivía. Es curioso ver como el empoderamiento de las minorías ha sido la calamidad de la mayoría.
Algunos han mirado con interés las profecías de Nostradamus que siempre han tenido mucha fama a nivel mundial, en sus escritos algunos han buscado respuestas a lo que ha ocurrido, lo ue está pasando y lo que está por vernir en nuestro mundo, pero a los ojos del buen entendedor solo son acomodos e interpretaciones tendenciosas e intencionadas a ideales bien definidos.
Otros buscan al reconocido clarividente Edgar Cayce quien en sus palabras mostraba una aparente sabiduría que en su momento muchos no supieron explicar y que algunos creyeron que tenía cierta influenza divina, pues su aparente humildad era lo que llamaba la atención de muchos, lo que le trajo muchos seguidores en su momento, por lo que para muchos fue el mayor clarividente del mundo en su momento.
Por otro lado algunos recurren a los que no eran muy famosos, en su momento, fuera de sus países de origen, como el destacado pintor argentino Solari Parravicini, a quien se la atribuyen dibujos proféticos, que algunos, con ayuda de quien los interpreta, parecerá que acertara en algunos casos. Unos le han inventado historias muy fantásticas, pero su legado real esta en sus bellas obras de arte, no en los supuestos dibujos proféticos que algunos prefieren sobrevalorar.
También están los que de plano eran totalmente desconocidos hasta que el internet los lanzó a la fama, o que al menos apenas tienen un par de años que se sabe de ella gracias a las redes sociales, como lo es la “profeta” de origen macedonio Baba Vanga, a quien se le atribuyen cientos de “profecías cumplidas” y otras por cumplir, aunque para colmo en realidad ni siquiera hay evidencia de que ella haya realizado ni una sola de las profecías que tanto le atribuyen.
No falto el “tarotista”, “brujo” o “vidente” que se le ocurrió lanzar predicciones en los medios de comunicación sobre lo que ocurrirá en este año al que estamos entrando. Como siempre por mero azar le atinarán a las cosas más evidentes que iban a ocurrir, y como siempre estos espectáculos de adivinos en los medios son sobrevalorados por los productores de los medios de comunicación, en lugar de utilizar sus herramientas para generar contenido de calidad.
¿Por qué buscar alguien que prediga el futuro si el futuro mismo no existe? Así es, no existe el futuro, lo vamos formando paso a paso en el presente, el pasado ya no existe más que en el recuerdo, pero debemos de tenerlo muy presente para evitar cometer los errores del pasado y corregir lo mal hecho, y seguir adelante, al frente, en el camino de la vida, sin medias tintas, pues el futuro solo es lo que nosotros mismos construyamos.
Algunos consideran que el buscar en los adivinos, videntes o profetas es como buscar quien busca que se les de la comida en la boca premasticada y predigerida, para no tener dificultades en el futuro. Si somos estrictos y objetivos, los mejores adivinos de lo que puede ocurrir en el mundo no son ese tipo de esoteristas, ni mucho menos algún seguidor del gnosticismo místico, los únicos que han sabido señalar como esta moviéndose el mundo han sido los estadistas y los expertos en finanzas, algo muy alejando del mundo espiritual y que sí nos afecta en realidad.
Este año comenzó con trifulcas y desorden social y económico en muchos aspectos, temores antiguos se renuevan con actos y palabras que vuelven a sonar en los medios. Solo si hacemos memoria y recordamos los errores y atrocidades cometidas en el pasado podrían evitar las que se podrían volver a repetir en este mismo año. Dependerá de todos nosotros no volver a repetir esos errores, que podrían costar mucho.
Dejemos de buscar en profetas y videntes, busquemos en nuestras manos la solución a lo que hace falta por arreglar y enderezar en el mundo, no esperemos a que otros vengan a decirnos que hacer, pues para cuando esos lleguen podría ser demasiado tarde. Hay que actuar ya.
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