Hace un año, un servidor, estaba padeciendo esa terrible enfermedad del SARS-Cov-2 causada por el Covid-19. No lo niego, era terrible pensar que mi presencia en la casa podía representar un peligro para mi amada esposa, que con tanto esmero y cuidados se esforzó en cuidarme.
El estar encerrado y aislado en un cuarto de la casa desde el 11 al 29 de diciembre del año pasado me dio mucho tiempo para pensar en muchas cosas. No me deprimí, aproveché mi tiempo para leer y estudiar varios libros que tenía pendientes por leer, y le di una repasada a otros. Me aburrí de ver televisión, me di cuenta que, aparte de los noticieros, no hay nada que valga la pena en la televisión local en Monterrey, y a nivel nacional, no hay nada rescatable, sólo los noticieros.
Todas las mañanas checaba mi nivel de oxigenación, de hecho lo hacía cada dos horas, pero dos amanecí con que había bajado hasta 83%. Por mi experiencia en artes marciales inmediatamente me ponía a hacer ejercicios de respiración, lo cual hacía que mi oxigenación subiera a más de 90% en poco tiempo. Le pedí a mi esposa que mientras yo pudiera estar consiente no me llevara al hospital, que con la atención de nuestro médico familiar (un excelente profesional de la salud) y su conocimiento científico (es química fármaco bióloga profesional) iba a ser suficiente. Y así fue.
Fue un momento duro. Todo comenzó con cuerpo cortado, calentura y un terrible dolor de encías. Pensaba que se me iban a caer todos los dientes por el dolor tan fuerte que tenía. Posteriormente el dolor corporal fue muy molesto, no puedo decir que intolerable, pero sí muy molesto, no podía estar mucho tiempo en ninguna posición, ya que si estaba acostado me dolía el lado del cuerpo sobre el cual estaba recostado, si estaba sentado me dolían los glúteos y las piernas.
Jamás pensé que me fuera a dar a mi, yo pensaba, "estoy acostumbrado a los deportes de contacto, esa gripe rara no me va a hacer nada" y ese fue mi error, confiar que a mi no me daría por mi, aparentemente, buena constitución física.
Nunca había tomado tantos medicamentos, desde un poderoso antibiótico, hasta un fuerte antiespasmódico bronquial para evitar que se me cerraran los bronquios, obviamente todo recetado por mi médico. Los analgésicos sólo los tomaba por la noche para poder dormir. Nunca tomé nada que tuviera que ver con esos falsos remedios milagrosos, me traté únicamente con medicina real. La tos era poca, y procuraba bloquearla lo más posible, pues sabía lo peligroso que son esas partículas que salen por la boca.
Mi esposa pasó la primer semana cuidándome, la segunda semana le dije que ya fuera a trabajar, de su importante trabajo dependían muchas vidas, yo sólo era otra más, y le decía que ya me sentía mejor, aunque en realidad no era así, que te duelan todas las articulaciones del cuerpo (desde los dedos del pie hasta el cuello), y no poder hacer fuerza para nada, no es nada agradable.
La Noche Buena y la Navidad la pasé solo y encerrado, nadie me dio un beso, ni un abrazo. Y los pasé, sobreviví, ese fue mi gran regalo que los cuidados de mi amada esposa y la ciencia médica me dio. Tristemente otros seres queridos míos no sobrevivieron a ésta pandemia.
Hoy mi regalo es estar junto a mi compañera de vida, mi mejor amiga del alma, ese es mi regalo, terminar un año más junto con ella. Las secuelas que dejó la enfermedad en mí son leves y plenamente tratables; me parece que me ha ido muy bien, a comparación de otros. Por eso es muy importante seguir cuidándose, no debemos de bajar la guardia, la pandemia todavía no termina, en el siguiente año todavía la tendremos en nuestras calles.
No caigamos en los bulos y desinformación de los tecnófobos y antivacunas, que merecen estar en la cárcel por promover tanta peligrosa desinformación. Y si algo me enseñó ésto, es que más vale pasar un rato solo y encerrado, que ya no volver a estar con nuestros seres amados. Las videollamadas son una gran ventaja que la tecnología nos brinda ahora, no las desperdiciemos, nos permite romper muchas fronteras físicas que hoy son menores gracias a todo esto.
Hoy volteo atrás, y puedo decir que no tuve suerte, tuve a la persona correcta a mi lado, y la asesoría médica correcta también, y eso es lo que puede hacer la diferencia. Nos tenemos que cuidar entre todos, pero con las medidas adecuadas y correctas, no caer en el pensamiento de la pereza del "no pasa nada", cuando en realidad puede pasar todo lo malo.
¡Felices fiestas invernales y lo mejor de lo mejor para todos ustedes!
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