12 mayo 2021

La omisión de los derechos humanos



Es muy lamentable, y al mismo tiempo es una vergüenza, que la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México no esté haciendo nada para defender los derechos humanos y dignidad de los ciudadanos mexicanos. 

La CNDH tiene totalmente abandonados y en desamparo a las familias de las 26 víctimas mortales de la fatal tragedia ocurrida en la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México, las autoridades no han sancionado a los responsables, que son de conocimiento público, ni mucho menos se ha destituido a los actuales funcionarios causantes de este lamentable accidente. 

No ha hecho nada por los niños que padecen cáncer que no tienen quimioterapias, ellos siguen padeciendo, y sus familias también, por tratar de conseguir algún tratamiento de alguna u otra manera. 

No ha alzado la voz ni exigido justicia para todas las víctimas de la actual ola de violencia, inseguridad y corrupción política que está viviendo el país. Ya no he hecho recomendaciones a funcionarios para que atiendan y cumplan con su deber de servir a los ciudadanos. 

Es terriblemente lamentable que ahora la, anteriormente honorable y respetable, comisión quiera defender a servidores públicos del reclamo de la gente que exige justicia y rendición de cuentas ante la ley, cuando ella existe para exigir que los funcionarios públicos desquiten los miles de pesos de sueldo que se les paga. 

Y para colmo, no ha hecho nada para poner en su lugar al presidente, que sólo es un simple servidor público más, y deje de atacar a los periodistas que sí están cumpliendo su labor de cuestionar e inquirir todo lo relativo a sus acciones y dichos. Para empezar debería de exigirle pedir disculpas y moderar sus palabras contra quienes ponen en duda todos sus dichos y acciones, que con muy buena y lógica razón lo hacen. 

Un presidente no es el dueño de un país, es sólo un funcionario público, y es deber de la, antes noble, comisión recordárselo. Incluso debería de exigir que la Secretaria de la Función Publica cumpliera con su auténtico deber para que los funcionarios dejen de portarse como viles caciques de rancho y se enfoquen en desempeñar honradamente su labor, como por ejemplo ordenarle al presidente que no se meta en unas elecciones que no son de él.  

Se supone que vivimos en una república democrática, no es un estado fascista; bueno, al menos eso se supone. Así que la CNDH no debería de permitir, por ningún motivo, conductas fascistas en los funcionarios de gobierno. 

La comisión debería de ser la máxima autoridad moral del país, pero pareciera que ya perdió esa autoridad, para ser un siervo más del régimen actual. Si la comisión nacional no defiende a los mexicanos, ¿hay que pedir ayuda a entidades de derechos humanos internacionales para exponer estos problemas? 

Servir al pueblo es un honor, no el estar con un defendiendo a un opresor. Eso se llama traición.

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