Las trompetas de batalla ya suenan a lo lejos, pero podrían sonar más cerca de lo que algunos quisiéramos. El conflicto armado en Siria ha despertado más tensión de lo que se esperaba, y ahora más con la intervención de Donald Trump quien ordeno a la Armada de los Estados Unidos atacar instalaciones militares del gobierno sirio.
Esto no ha sido del agrado del presidente de Rusia, Vladímir Putin, quien moderadamente ha mostrado su descontento con estas acciones militares estadounidenses. El problema es que se despierta de nuevo el temor causado por la posible nueva “guerra fría” entre estas dos potencias mundiales.
Algunos creen que en cualquier momento se va a desatar la violencia armada en contra de los gobiernos tiranos de Venezuela o de Corea del Norte, por parte de instituciones como la ONU o la OEA por tener al pueblo, a los que no son miembros o seguidores del partido oficial del gobierno, sumidos en la pobreza y sometiéndolos a la voluntad absoluta de sus dictadores.
Hay que ser muy objetivos en una cosa, no es una guerra mundial, para nada, pues las acciones bélicas relacionadas a este conflicto solo se desarrollan en una muy pequeña zona de un solo continente.
La cosa no pinta bien si vemos que estos conflictos se mueven por intereses netamente socio-económicos y comerciales de dominio de territorios, como siempre. Pero ahora tienen el acentuador del fanatismo ideológico o religioso de sus partícipes. Por un lado tenemos a fanáticos religiosos que quieren acabar con todo aquel que no tenga sus mismas creencias, y por el otro lado tenemos a fanáticos de ideologías políticas que, igualmente, quieren someter a todo mundo bajo sus ideales políticos.
El problema no son las religiones o las ideologías políticas, el problema son los fanáticos, que son principalmente personas de mente cerrada, incultos e irracionales que carecen de la capacidad de analizar la validez o certeza de sus creencias, y solo les interesa que sean aplicadas sin ningún miramiento o mediación más allá de su propia jurisprudencia impuesta por ellos mismos.
Recordemos que hay fanáticos “educados” y “estudiados”, el que un individuo tenga títulos universitarios no es garantía de que no sea un inculto e irracional en todos los demás temas del mundo que son ajenos a su carrera académica, e incluso muy a pesar de ella siguen siendo igual de incultos e irracionales. Para ejemplo, recordemos que hay biólogos o médicos que todavía tienen el descaro de poner en tela de duda la evolución biológica del ser humano a pesar de que la evidencia corroborable es ampliamente constatable por todo mundo, y más si se sabe de ciencias naturales, pero al parecer a estos les pasó de noche sus estudios.
Los fanáticos de comunismo o del socialismo siempre han sido un problema para la humanidad, pues hay que recordar que esos sistemas, aunque tengan postulados muy prometedores, en la práctica real no lo son para nada, al grado que de quienes los aplican siempre terminan por deshumanizar y cosificar a las personas bajo su mandato. Y no se diga los fanáticos religiosos que a todos quieren adoctrinar sin respetar la libertad de pensamiento de los demás, que para empezar, nos da la libertad de no creer en lo que ellos creen, y nos permite ponerlo en duda y cuestionarlo.
El problema son los fanáticos, los incultos, los irracionales, los revolucionaros de bolsillo, los imbéciles con iniciativa que la sociedad tiene que aguantar y mantener a costa de los ciudadanos normales de clase media trabajadora, que son a final de cuentas, quienes mantienen a los países funcionando, y que terminan dándole de comer a esos parásitos.
Hay muchos testimonios a favor y en contra del conflicto de Siria, de abusos de poder en ambos bandos, no hay buenos en ninguno de los dos lados, solo las víctimas, los ciudadanos inocentes que intentan hacer sus vidas de forma tranquila y pacífica. Ellos son los que merecen se protegidos y liberados de ambos bandos. Se necesitaría de un tercero que pusiera una paz tajante y de facto al asunto, no prolongar un conflicto que solo es un pesar para los que ahí intentar vivir.
Cada quien quiere jalar para su molino, pero la cuestión es que quien mantiene esos molinos son las personas, los ciudadanos. Se les debería de poner un alto en seco a los que intentan imponer políticas o creencias supresoras que solo impiden el desarrollo de la vida a quienes habitan esos lugares. La guerra masificada no es la solución, pero algunos quieren que así sea.
Hace falta que algo o alguien ponga un alto a esas patrañas ideológicas que están azotando al mundo en varias partes, antes de que esto se ponga mucho peor. Se dice que el fin no justifica los medios, pero mucho depende de cual fin se refieran. Si se nos obliga a defendernos, habrá que defendernos de manera absoluta y fulminante.
Así se tiene que defender a esas víctimas de conflictos maquinados con fines muy distintos a lo que sus líderes cuentan, no prolongar dolencia, hay que terminarlas en seco, pero la guerra no es la solución ni el medio para hacerlo.
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