Vivimos en un mundo raro, más raro de lo que podría parecer pero así es. Un mundo en donde hay individuos que exigen que sus creencias sean respetadas, pero ellos no están dispuestos a respetar a quienes no creen en ellas, y mucho menos a entrar en un diálogo para pulir diferencias. Un mundo en donde las mentiras los hacen pasar como si fueran la verdad absoluta solo porque unos cuentos así lo desean.
Un mundo en donde “marchas por la familia” en lugar de promover la unión y la armonía promueven mentiras y odio en base a falacias y sofismas. Un mundo tan raro en el que se defienden las libertades y derechos, pero nadie defiende las obligaciones y responsabilidades de todos para con todos.
Un mundo en donde prefieren hacer como que no pasa nada, a comprometerse a solucionar las diferencias, los conflictos o los problemas. En donde se permite al charlatán engañar y estafar a los inocentes solo porque está ejerciendo su “libertad de expresión”. Es un mundo en donde la vida de un perro puede llegar a valer más que la vida de un niño. Un mundo que critica (o más bien ataca) la inversión en ciencia y tecnología, pero no hace nada por combatir la ignorancia y el atraso cultural de las comunidades.
Un mundo que vanagloria la ignorancia y la falsedad por encima del conocimiento real y constatable. Estamos en un mundo en donde las supersticiones de antaño vuelven a encadenar a las mentes de los que alguna vez fueron libres de penar y razonar. Vivimos en un mundo en donde muchos quieren que su dios, los ángeles, la magia, los amuletos, los espíritus, los extraterrestres o las “buenas vibras” arreglen sus problemas, pero no están dispuestos a trabajar arduamente, ni por un momento, para solucionarlos por ellos mismos.
Estamos en un mundo contaminado con ideologías blof o filosofías light posmodernas, sacadas de la manga, que no se pueden sostener por si mismas, si no es por medio de evitar ser puestas a prueba y confrontadas con la realidad palpable y tangible. Un mundo raro en donde si te dicen que algo es “natural” quieren que creas que es bueno, cuando en realidad no todo lo natural es bueno.
Un mundo que te quiere impedir razonar de forma analítica e inquisitiva, como toda mente libre debería de hacerlo, lejos de dogmas o creencias que puedan encadenar su pensamiento. Un triste mundo que dice estar a favor de los valores y la virtudes, pero que procura los contenidos basura en los medios de comunicación. Un mundo que abraza la pereza mental, la desinformación y la mistificación como somníferos o narcóticos para embelesar a la gente y sumergirla en un pantano de estancamiento existencial.
Un mundo tan ilógico y tan irracional, que un bombero o un policía ganan mucho menos que un senador, y hacen mucho más que ellos. Un mundo que se dirige poco a poco a la imposición “pacifica” de la idiocracia sostenida en ese neo-oscurantismo intelectual que empantana y atrofia los pensamientos de las personas.
En un mundo así, hay que poner un alto, romper con esa estructura involutiva y retrograda, y avanzar por el camino de la razón, con un pensamiento analítico y crítico al mismo tiempo. Pero para poder ser crítico de nuestro mundo debemos de dominar la materia a criticar, pues el crítico cumple la labor del escultor, retirar el escombro de la roca y dejar salir la obra de arte. La crítica siempre es constructiva, a menos que lo criticado no tenga sustento propio, entonces será destruido por su misma vacuidad.
En esta “Nueva era de Acuario” en donde la falsedad es el estandarte principal del “despertar espiritual y de consciencia”, es cuando debemos exigir tangibilidad y verificidad a todo aquello que se nos presente. La frase religiosa “La verdad os hará libres” es de lo más rescatable de contenido espiritual y que muy pocos “espirituales” aplican en la vida real. El “ver para creer” ya ha quedado atrás, estamos en el siglo XXI, hoy lo que dicta la razón y la lógica es “ver para saber”, porque el creer y el saber no son lo mismo, uno necesita de la sumisión de la razón y mientras el otro permite su revisión y corrección.
Como dijo Aristóteles “la única verdad es la realidad”, y tiene mucha razón en ello, pues la podemos poner a prueba y comprobarla o refutarla. No nos dejemos engañar por verdades a medias que necesitan ser creídas para ser ciertas, pues recordemos que en eso consiste básicamente la mentira. Busquemos el saber y seremos realmente libres.
El que esté libre de creencias que tire la primera piedra.
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