¿Qué es lo que pasa cuando los científicos se dejan de hacer preguntas y suponen tener las suficientes respuestas a lo que ocurre en el mundo? Caen en la apatía. Si analizamos la frase del antropólogo francés Claude Levi-Strauss,"El científico no es una persona que posee las respuestas correctas, sino que es aquel que fórmula las preguntas correctas", podemos ver donde está el problema.
Personalmente me ha tocado constatar como personas con títulos universitarios de ingeniería, maestrías e incluso doctorados se limitan en su búsqueda del saber, simplemente porque se desilusionaron con alguna cosa en su carrera y decidieron “dejarlo por la paz”, y optaron a solo sobrevivir de lo que hacen, pero ya no ir más allá de lo conocido.
Y el problema no es de la ciencia, pues la ciencia nos puede permitir descubrir todas las explicaciones posibles a los fenómenos que ocurren en el universo, pero eso solo se puede lograr si se tiene el animo y los apoyos suficientes para lograrlo. Muchos dirán que la falta de recursos y las mafias políticas que están metidos en los ámbitos académicos son un gran estorbo al desarrollo científico, y sí tienen mucha razón, son un gran estorbo que hay que eliminar, pero no por ello hay que desanimarse y dejar que esas ideas se pierdan en un cuaderno y que nunca vean resultados.
Hay mucho que investigar y descubrir todavía en el mundo, faltan muchas curas de enfermedades por desarrollar, muchos procesos industriales que optimizar, y mucho más. Incluso si somos más abiertos de mente, hasta faltan muchos “misterios del universo” por desmitificar.
El investigador Edgar Luis Gómez comentó una vez que “Si no avanza la divulgación científica en México, es por estas cosas. Debe ser más divertida y cercana al público como la que hacen en Chile. Otro defecto de los divulgadores mexicanos es no meterse al tema de las anomalías y pseudociencias. Creen que diciendo "no existe" ya está”. Y así es, hay muchas supersticiones y falsos mitos que siguen estancando las mentes de las personas, y que no las dejan desarrollarse en todos los sentidos.
O peor aún, hay muchos timadores que abusando de la ignorancia e ingenuidad de ciertas personas, se la pasan estafándolas prometiéndoles desde sanaciones milagrosas hasta arreglarles sus problemas financieros o maritales por medios preternaturales. El decir “no pasa nada porque la gente crea en esas cosas” es un insulto al intelecto y a la dignidad de muchas personas. Por ideas así se han perdido vidas en rituales místicos de “energización” o en otras prácticas “alternativas” que no funcionan para curar nada, más que para hacer perder tiempo, esfuerzo y dinero de muchas personas.
Esa apatía científica es lo que esta permitiendo que el neo-oscurantismo siga ganando terreno en las redes sociales y los medios de comunicación, promoviendo distintas falacias y procedimientos que aunque no solucionen nada, generan un efecto estupefaciente en sus practicantes, que a la larga les puede causar más problemas que el padecimiento original que tenían.
Por ley ya está penado cometer estafas del tipo esotérico, pero a los científicos les ha faltado el carácter para ponerse a demostrar que esas prácticas son falsas. Esa apatía o desinterés por ir tras los aparentes “misterios” y desmitificarlos es algo que le ha costado mucho a la sociedad, y los científicos también tienen el deber de buscar ese conocimiento para servir, por el bien a la sociedad, y así no permitir que terminemos cayendo en una ideocracia (el gobierno de los idiotas).
No es iniciar una “cruzada”, es simplemente darle respeto y dignidad al intelecto de las personas, permitirles dejar de creer en falacias y que conozcan ese saber científico que tanto bien le hace a las personas. El promover la ciencia y la tecnología de una manera amigable es parte de su obligación, pues entre más personas tengan acceso al conocimiento científico, aunque algunos no lo crean, mejores ciudadanos tendremos.
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