21 octubre 2021

No tienes porque creer en nada



En esta pandemia que sigue asolando al mundo, ha traído más problemas de los esperados por todos, pues no solamente es la lucha constante en contra del Covid-19, además hay que lidiar con problemas relacionados a la desinformación y al confinamiento que muchos hemos padecido durante este tiempo.

Y precisamente uno de esos problemas que están agobiando a la población es la salud mental. El estrés por el encierro y la falta de poder adquisitivo ha generado otros padecimientos secundarios, como la depresión, que pueden afectar directamente la salud y estabilidad de las personas.

No ha faltado quienes han aprovechado esa tensión psicológica que algunos están padeciendo para surgir de su trinchera como “merolicos” haciendo falsas promesas de salvación para solucionarles todo tipo de problemas, desde económicos, emocionales, y hasta “espirituales”.

Hay que tener muy en claro que "la necesidad de creer en algo” sólo la padecen quienes padecen vacíos existenciales. Quienes no padecen ese tipo de problemas no tienen la necesidad de creer en nada, mucho menos en esas cosas de apariencia preternatural. Eso denota una evidente inseguridad sobre si mismos

De hecho, nuestra religión y nuestra fe, dependen directamente del lugar en que nacemos, es el resultado socio-geográfico del sitio donde nacemos, no implica nada místico o espiritual, todo lo contrario. Pero el dejar de creer, sí implica un acto de razonamiento.  
  
Cuando se abraza la luz del saber y del conocimiento que nos da la ciencia, sólo queda atrás las sombras y la oscuridad de las creencias y supersticiones. Y precisamente ese es el campo de trabajo de los merolicos, religiosos, gurús o los "coaches de vida". Seamos honestos, la pobreza mental de las personas es totalmente indistinta de su estatus socio-económico, y a veces, incluso de su nivel académico.

Por eso es urgente que se implementen políticas para proteger la salud mental de las personas, especialmente quienes sufren de algo que les genera una gran tensión mental que está fuera de su control, y que por lo mismo les hace padecer esos abismos existenciales que quieren rellenar con “vírgenes”, santos, ángeles, dioses y hasta con míticos extraterrestres.

El problema es mucho más severo si uno se pone a analizar todos los casos de fanatismo radical y violento que se dan en México. Me refiero a todo tipo de fanatismo, desde el religioso, el político y hasta el “deportivo”. Es irracional que algunas personas crean que sus ideas les hacen superiores a los demás por el simple hecho de tenerlas. Se aferran a una mentira que luego defienden, o buscan imponer, a capa y espada.

Pero también tenemos a la sociopatía y la psicopatía, que son problemas reales en nuestro México, aunque no se tenga muchos datos de esto, por miedo al tema, pero en las noticias policiacas que vemos todos los días en los noticieros nos dan un claro panorama de cómo está esta situación a nivel nacional.

No hay porque tener miedo de ir al psicólogo o al psiquiatra, con ellos no van los "locos", ahí van quienes no quieren estarlo. Y eso lo tenemos que tener claro. El cerebro también requiere de una afinación, o una reseteada, de vez en cuando.

Nadie tiene porque creer en algo sólo porque sí, la mente humana por naturaleza busca el saber, no la creencia, la creencia es impuesta y necesita que se siga creyendo en ella para que subsista, mientras que el conocimiento científico no. 

Todos los que han estudiado química de nivel preparatoria saben que todos, a final de cuentas, estamos hechos de polvo cósmico, aunque algunos cultos religiosos lo quieren negar. Pero no importa que lo ignoren o quieran negarlo, sigue siendo algo totalmente constatable, pues todo surgió de las estrellas, hace millones de años. La evidencia, y las pruebas, así lo señalan.

Que todos tengan una muy bella y desmitificante noche.

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