20 agosto 2024

La libertad de culto tiene limites

 


La libertad de culto de unos termina donde comienza la libertad de expresión de todos los demás. Por eso hoy se sabe que la herejía y la blasfemia son derechos humanos, porque representan a la libertad de expresión y a la libertad de pensamiento de todos los demás.

Como ya lo hemos explicado, no se respeta a las creencias, ni a la fe, porque no tienen honor, ni dignidad, sólo las personas son dignas de respeto. Y si las creencias pueden ser "vulneradas" por los actos y dichos de otros, eso significa que esas creencias son endebles y frágiles, por lo que no vale la pena seguirlas.

El debate sobre la libertad de culto y la libertad de expresión es fundamental en cualquier sociedad democrática y pluralista. Por eso son necesarios los encuentros interreligiosos y ecuménicos, para encontrar puntos de unión, no de distanciamiento, entras las distintas ideologías espirituales.

El derecho a profesar y practicar una religión debe de coexistir con el derecho a expresar opiniones y críticas contrarias libremente. Históricamente, la herejía y la blasfemia fueron consideradas como “delitos graves” en muchas sociedades oscurantistas, y eran castigadas severamente debido a la supuesta amenaza a la cohesión social y religiosa.

Sin embargo, en el presente, estos conceptos han evolucionado, igual que la sociedad, hasta hoy ser vistos como derechos fundamentales. La herejía, entendida como la disidencia respecto a creencias establecidas, y la blasfemia, que implica la crítica irreverente hacia lo sagrado, ahora son reconocidas como expresiones auténticamente legítimas de la libertad de pensamiento y de expresión.

Lamentablemente existen grupos político-religiosos que desean imponer sus ideologías de odio que desean imponer una nueva Era Oscurantista, donde las creencias religiosas sean las que dicten las leyes, limitando y restringiendo las libertades y los derechos humanos.

Es esencial distinguir entre respetar a las personas y respetar las creencias religiosas. Las personas merecen respeto inherente por su dignidad y autonomía, independientemente de sus creencias. Sin embargo, las creencias religiosas no son entidades autónomas con derechos propios; son ideas y conceptos que pueden ser debatidos, criticados, cuestionados y hasta refutados en una sociedad libre y abierta.

El argumento de que las creencias religiosas deben ser protegidas de cualquier crítica o cuestionamiento implica una visión de estas como frágiles y endebles. Pero precisamente porque las creencias forman parte del dominio de las ideas, están sujetas a debate y crítica como cualquier otra idea o concepto en el ámbito público.

La fortaleza de una sociedad democrática radica en su capacidad para tolerar y manejar el conflicto de ideas, incluidas las religiosas. Esto implica no solo el respeto a la diversidad de creencias, sino también el derecho a la libertad de expresión, que permite la discusión abierta y el intercambio de puntos de vista divergentes.

Aunque no le guste a algunos, la herejía y la blasfemia hoy son derechos humanos protegidos por leyes internacionales, por lo que todos debemos de proteger la libertad de expresión y de pensamiento, en todas sus manifestaciones. Sean favorables o no a una fe determinada. 

Respetar a las personas implica reconocer su dignidad intrínseca, mientras que la crítica a las creencias religiosas no debe ser vista como una afrenta personal, sino como parte del natural debate intelectual por la búsqueda de la verdad en una sociedad libre y pluralista.

Ahí se las dejo de tarea.

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