13 mayo 2019

La adicción a escuchar mentiras


Una persona me preguntó ¿qué les enseñan en comunicación? Yo simplemente le respondí; «En Comunicación nos enseñan a lograr que las personas solo crean, o solo sepan, lo que nosotros les digamos». Y por eso no todos merecen ser comunicadores, pues se necesita un alto grado de integridad, honor y dignidad para hablar ante las cámaras o por un micrófono. No cualquier títere manipulable debe de serlo. Por eso luego surgen las vergüenzas que han salido en los medios.

Siempre dicen que la mente no se puede encadenar, pero como ya ha quedado demostrado, eso es completamente falso, sí se puede encadenar e incluso esclavizar la mente humana con unas simples palabras e ideas que le den satisfacción a sus traumas o complejos personales. Y peor si en esa mente surge el cáncer llamado fanatismo. En el pasado para someter a las personas les tenían que poner cadenas y una pesada bola de acero, hoy solo tienen que hacerlas creer en ideas lógicas, políticas irracionales o esotéricas, y con eso es suficiente para esclavizarlas, y sin oponer la menor resistencia por parte de ellos.

A muchos les gusta que les digan mentiras, mentiras bonitas, que les endulcen el oído, que les den tranquilidad a su pensamiento, que les hagan olvidar por un momento que son los jodidos, que son borregos del régimen, que son la escoria de la sociedad, que sus pecados no merecen perdón, que los demás son mejores que ellos en todos los sentidos, eso es lo que quieren olvidar con esas dulces mentiras.

Todo fanático es un vil adicto a escuchar mentiras, de su líder político y su partido o de su culto religioso y su líder “espiritual”, aunque hay líderes políticos que se creen ungidos divinos como aquí en el continente americano tenemos varios. Y no se diga de sus esbirros, que aunque sean pocos, son muy dañinos para toda la sociedad.

La realidad es por si misma sustentable y verificable, el conocerla te libera de las cadenas que te imponen las verdades a medias, la posverdad, la mistificación, la desinformación, las falsas noticias, esas “verdades” particulares y personales que necesitan de ser creídas para que sean «ciertas». La realidad no necesita ser creída, existe por sí misma y se le puede poner a prueba para constatar su certeza, ahí radica su mayor valor, pues el tener contacto con la realidad genera saber, no creencias. La realidad, al igual que la ciencia, no necesita que creas en ella, ni que le tengas fe.

Todo lo «inexplicable» tiene su explicación, si es real la tiene, pero si es falso nunca la tendrá y puede ser desenmascarado, tarde o temprano. Si es real solo hay que buscar más y la encontraremos, el universo así funciona, solo hay que aplicar sus reglas para descubrirlo. Deja de creer en falsos mitos y entenderás al mundo, pon en duda y cuestiona tus ideas, como decimos en periodismo “verifica las fuentes”, analiza inquisitivamente el contenidos de lo que lees y verás la realidad, no verdades manipuladas a conveniencia.

Mientras la gente prefiera creer en mitos, supersticiones, políticas populistas, religiones que te exijan ser sumiso, esoterismo mistificante u otras tantas formas de desinformación y posverdad, en lugar de buscar el saber o el conocimiento, las cadenas del neo-oscurantismo seguirá creciendo en la sociedad.

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