07 noviembre 2012

Leyendas norteñas (2a parte)



Hoy continuo compartiéndoles otra leyenda muy contada allá por los años 1980´s cuando yo era un pequeño de mente inocente, que se sorprendía con estos relatos tan llenos de ese sabor que solo en las noches de luna se les puede dar.
Hoy les contaré un relato que era muy sonado en aquellos tiempos, que en ese entonces yo pensaba que era para asustar a las muchachas para que no fueran a bailes muy de noche. Es la leyenda del vaquero patas de cabra.
Según se decía, una joven chica se escapó de su casa para poder ir a un baile en un rancho o hacienda, sus padres la habían prohibido ir a ese baile, porque era muy lejos de su casa y terminaría muy noche; pero la impetuosidad de la muchacha fue mayor, y decidió desobedecerlos e ir a ese baile. El baile se realizaba en una bodega grande, como un granero, que había en ese rancho, en el lugar había muchas personas bailando con sus parejas, había bebida y comida, parecía muy alegre la fiesta.
Todo parecía excelente, sin embargo, se dio cuenta de que todos los que estaban en ese baile, estaban con su correspondiente pareja, nadie venía solo, algo que la decepcionó, pues ella fue al lugar a escondidas y sin ninguna compañía. Pasaban los minutos y no encontraba con quien bailar, al grado de que ya se estaba enojando, y dijo para sus adentros “que bailaría con el primer hombre solo que se topara, aunque fuese el diablo”.
Apenas ese pensamiento cruzó por su mente, frente a ella se presentó un joven hombre vestido de vaquero, alto, rubio, de ojos azules, que le preguntó “¿gustas bailar?”. Ella emocionada, inmediatamente, aceptó y bailó con él varias canciones, y disfrutaba que todos la veían sorprendidos, por el galán con quien se había encontrado.
Su alegría era enorme, pero todos cambiaría al dar la medie noche, cuando el organizador del baile anunció que encenderían el toro mecánico, para todos los que quisieran intentar montarlo. Era la atracción principal de la noche, todos se acercaron a ver quien sería el primero en subir, algo que a ella no le interesó, pues quería seguir bailando con el joven con quién estaba, al cual, con la emoción, ni siquiera le había preguntado su nombre.
Pero para molestia de ella, el joven de pronto la jaló hacia donde se encontraba el toro mecánico, y se abrió paso entre la gente, hasta llegar al frente de todos. El vaquero la soltó para subir al juego, y de un ágil brinco se montó. Ella al sentir que la soltaba, le gritó “¡Oye!, pero ¿cómo te llamas? Pero él no le puso atención.
Entonces el operador del juego encendió el motor del toro, haciendo que se agitara con gran fuerza, pero por más que lo hacía, no lograba que el joven vaquero se cayera de la montura, hasta por que por fin lo puso al máximo, al grado que ya era riesgoso por la fuerza de la maquina. Al ver eso el operado dijo “¡Ay Dios!”, y en ese instante el joven salió desprendido del toro, cayendo sobre la paja de protección.
Pero el gran espanto de todos, y sobre todo de la muchacha, fue que al ver al vaquero levantarse, sus botas se le habían salido de los pies, por la fuerza del toro, por lo que sus pies estaban al descubierto. Pero él no tenía pies normales, pues en lugar de pies, dos grandes pezuñas, como las de una cabra, ocupaban su lugar.
La jovencita asustada estaba a punto de lanzar un grito, cuando el vaquero de un increíble salto llegó junto a ella, la envolvió en sus brazos, y al oído le dijo con voz baja “Me llamo Lucero”. En ese momento se fue la luz en todo el lugar, pero en menos de un minuto se restableció la luz. El vaquero había desaparecido. Pero el silencio se rompió con los gritos de la chica, y el horror fue total cuando todos pudieron ver que, en la espalda de la muchacha habían quedado marcadas, como por hierro candente, las manos de aquel misterioso vaquero, del que nadie volvió a saber.
Eso me lo contaron de niño, pero hace unos cantos años, alguien me dijo que eso había pasado en un rodeo de esta ciudad, y que tras ese hecho, ese negocio había cerrado permanentemente; además, más personas me han contado que eso, ha pasado en otros estados del norte del país.
Leyenda, mito o cuento para asustar niñas traviesas, eso ya se los dejo a su consideración.

Fuente: http://info7.mx/editorial.php?id=2532

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