18 febrero 2019

El problema de creer y no pensar


Hoy tuve que viajar en el metro de la ciudad, todo iba muy tranquilo hasta que un tipo se paró en medio de los pasajeros y comenzó a predicar “la palabra de dios” en voz alta, causando la molestia de algunos y la risa de otros por sus actitudes y poses que tomaba en su “predicación”.

Este individuo se aferraba a repetir constantemente “quien no cree se condena” y hasta se mofó de los guardias diciendo que ellos no querían que predicara ahí, que él no obedece la palabra del hombre solo la de su dios. Eso ya tuvo connotación peligrosa porque daba a entender que era un fanático religioso irracional de pensamientos ilógicos como muchos de ellos. Hasta dijo que si se moría “salía ganando”.

Gente de ese tipo es más peligrosa de lo que aparentan, son esos mismos los que luego andan cometiendo atentados terroristas o crímenes de odio contra otros que no crean en sus ideas arrancadas y manipuladas de un libro religioso vejado a conveniencia de los mismos líderes religiosos en turno.
Un libro religioso, el que sea, no es ningún peligro para nadie, solo es un montón de hojas de papel inertes y sin vida, que narra una historia mitológica con una moraleja que no siempre es la más lógica o adecuada a la realidad. El problema son aquellos que lo malinterpretan y tergiversan esos textos como si fueran una verdad absoluta y los quieren aplicar en todo y sobre todos, aún en contra de la voluntad de los demás.

Si los representantes de un dios, el que sea, en el mundo son tan pésimas personas, corruptas, deshonestas, perversas e irracionales, entonces ¿realmente son los representantes de un ser divino o todo se trata de un reverendo fraude?

Debemos de recordar aquel aforismo que dice “si una idea necesita ser creída para ser verdadera, entonces en realidad es una falsedad”. Aquí también aplica eso. El creer es someter nuestra mente a una idea impuesta por encima del raciocinio natural del ser humano. La frase de “todos necesitamos creer en algo” es una gran falacia que ha causado más daño de lo que aparenta.

El ser humano no necesita creer en nada, lo que necesita es conocimiento, saber de todo a ciencia cierta, no doblegando sus pensamientos a creencias preestablecidas para favorecer solo a los creyentes, y perjudicar a los no creyentes. Eso de entrada es injusto en todo sentido, e ilógico si se piensa más en ello.

Una vacuna te puede proteger de una enfermedad aunque no creas en ella, esta probada su eficiencia, no necesita que tú creas que va a funcionar, de todos modos funcionará. Por otro lado, las “fe” enferma de algunas personas las hace creerse superiores o mejores que otros por el simple hecho de creer en un cuento mitológico. Eso a todas luces es una soberbia muy corrompida.

El creer en algo no hace mejor a nadie por encima de los demás, lo que sí nos puede hacer mejores personas, en todos los sentidos, es actuar conforme a los valores y virtudes humanas, con una lógica racional apegada a la realidad, lejos de fantasías mitológicas que juzgan que lo bueno es lo que les gusta a ellos, aunque no le convenga a los demás; y que lo malo es lo que a ellos no les gusta.

Para eso tenemos la ética y la moral, no se necesita de doctrinas o dogmas corrompidos por la ambición humana y el deseo de posarse por encima de los demás. Recodemos que un hombre con ética no asesina, un hombre con moral sabe que asesinar es malo, pero de un hombre “religioso” no tenemos ninguna certeza de como actuará.

Si vives en el mundo, tienes que obedecer la ley de los hombres, sus valores, sus reglas y normas; pero si dices que tu dios te habla, demuéstralo con evidencia constatable y corroborable por todos, no que necesite ser creída, porque de lo contrario, todos sabríamos que estas mintiendo, y que tu versión del dios que dices adorar es solo un sofisma corrupto y manipulado como tu fe.

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