16 julio 2018

La última visita a la Casa de los Tubos




En la Colonia Contry La Escondida, en Ciudad Guadalupe, Nuevo León, existe una casa que hasta hace poco se mantuvo abandonada por más de 40 años, me refiero a la afamada Casa de los Tubos. Una casa construida a principios de la década de los 1970´s en las faldas del Cerro de la Silla, como un castillo antiguo, pero con una arquitectura muy moderna e innovadora.

Esta casa estaba rodeada de una leyenda triste, la cual narra que dicha casa sería el regalo de bodas de una joven en silla de ruedas, la cual había sido mandada construir por su padre, un importante empresario regiomontano, que para que su hija no batallara para moverse dentro de la casa, la pidió con rampas en lugar de escaleras, para que pudiera andar sin dificultar con su silla de ruedas.

Se dice que una semana antes de la boda el padre llevó a su hija a conocer la casa que sería su regalo de bodas. La joven al ver la casa se emocionó que comenzó a andar por dentro de ella con su silla de ruedas, pero como la casa estaba todavía en obra gris, sin terminar, había lugares sin la protección adecuada, y se supone que ella, repentinamente, perdió el control de su silla en una bajada, y terminó por caer al barranco, causando su muerte.

Cuentan que el padre desconsolado en el funeral de su hija dijo que “si esa casa no es para mi hija, no será para nadie”, y que por eso abandonó la construcción. Y desde entonce estaba abandonada esa casa, de la que se rumoran muchas leyendas de apariciones y ruidos extraños por las noches, e incluso de día.

En la primera visita que realizamos a esta casa, en el año de 2006, logramos captar una silueta que daba la apariencia de una persona con una túnica, o algo así, en posteriores visitas también se logró captar una extraña silueta en su interior. Pero como todos sabemos, las siluetas que son captadas por una cámara de video o de fotografía, solo son la refracción de la luz en objetos sólidos, juegos de luces y sombras puede ser la simple y sencilla explicación a todas esas siluetas captadas.

Sin embargo, la última visita que realizamos varios compañeros, en febrero del 2016, entre los que estaban los investigadores Ross Cantú, Antonio “Junior” López, Jhony Bomar y un productor de una importante televisora local, fue un hecho que aún recuerdo con mucha añoranza, pues fue mi última “cacería paranormal” que realicé formalmente. Fue algo realmente insólito.

Todo iba normal, como siempre fuimos acompañados por oficiales se la Policía de Ciudad Guadalupe, para constatar que lo que se realizaría era trabajo periodistico, pues era para un programa de televisión. Sin embargo, comenzó a ocurrir algunas cosas que fueron algo extrañas; el ambiente se puso “denso”, así es, esa sensación de pesadez y por momentos se sintió que subió la temperatura, al grado de sudar, tomando en cuenta que estábamos en invierno cuando ahí entramos.

Pensé que era parte de mi imaginación, uno de los investigadores que me acompañaron hizo un experimento con un aparato al que se denomina la “ghostbox” que es un radio que escudriña las frecuencias de radio rápidamente, haciendo que solo se reproduzca un fragmento del audio de lo que se diga, generando pareidolias auditivas, aunque para algunos eso es “la voz de los fantasmas”. Que suerte la que se dio en ese momento que lo que se escuchó en la ghostbox fue un audio que parecía decir “Belduque”.

Eso sorprendió un poco a mis acompañantes, pero, tengo que confesarlo, a mi no tanto, pues cualquier otra palabra se pudo haber reproducido en ese aparado pues a final de cuentas es un radio scanner pero programado para solo estar un segundo en cada frecuencia, por lo que los fonemas que se logran escuchar pueden terminar dando a entender cualquier otra cosa, pero a final de cuentas uno solo termina escuchando lo que uno quiere.

La visita a la casa estaba transcurriendo sin mayor sobresalto, no lo logró captar ningún ruido fuera de lo normal o algo por el estilo, ya estaba oscuro cuando decidimos ya irnos del lugar. En ese momento estábamos el productor de televisión y yo terminando de inspeccionar un cuarto grande, pero al ver que no había nada extraordinario, apagamos nuestras cámaras y lamparas para no gastar ya más batería.

En ese momento fue cuando vimos algo realmente insólito. En medio del cuarto, había una forma luminiscente, era como de unos 50 centímetros de altura, y apenas tenía la forma de un pequeño bulto alzado sobre el suelo, avanzó como un metro al nivel del piso, cuando los dos nos vimos a los ojos, y nos dijimos “no es una luz de un foco, no es un reflejo de una lampara… ¡prende la cámara!”.

Fue el minuto más largo de mi carrera, las cámaras digitales tardaron un minuto aproximadamente en volver a encender, para cuando nuestras cámaras ya estaban listas para grabar, esa cosa ya se había desvanecido. Una expresión en volumen muy alto salió de mi boca, por lo que los investigadores que estaban en otro cuarto llegaron a donde estábamos, les comentamos lo que habíamos visto, y uno de ellos nos dijo, “así pasa cuando sucede”.

Hicimos pruebas de luz con todas las lámparas que llevamos, pero ninguna podía emular el efecto que esa silueta o forma con luminiscencia, que ambos habíamos visto. Sin duda algo pasó ahí, algo vimos realmente, pues vimos lo mismo al mismo tiempo. Pero nunca supimos qué era era lo que ahí se apareció, y mucho menos pues no logramos grabarlo.

Me recordó todas las anteriores visitas que ahí había hecho, la fama de esa casa que se desencadenó a partir mi primer reportaje. Y de las imágenes que ahí lográbamos captar. No digo que haya sido un fantasma, no, pero algo fue, que debería de ser más estudiado por parte de los investigadores de fenómenos paranormales, pues si no se analizar a consciencia estas cosas, de manera seria y formal, solo terminarán siendo un archivo insólito más de los casos de misterio de nuestro mundo.

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